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Dice Mari Fe Collado, vecina de Muriel de Zapardiel, que en sus 73 años de vida «jamás» se ha sentido sola. Pese a que hace ... ocho años murió su marido, «el amor de toda una vida», y desde entonces reside en soledad en este pequeño municipio vallisoletano de apenas 123 vecinos, según el Instituto Nacional de Estadística. Tiene la «compañía, el amor y el apoyo» de sus tres hijos, con quienes compartirá esta Navidad «tan atípica y teniendo mucho cuidado».
Es, además, una de las dieciocho personas mayores que la Diputación de Valladolid ha escogido para el proyecto 'Cartas solidarias por Navidad', una adaptación del programa ConVIVE para acompañar durante estas fechas a ancianos que viven solos.
Ella, como otros diecisiete mayores del medio rural, recibió el pasado viernes la carta de un alumno del instituto Alejandría de Tordesillas (del Programa de Mejora del Aprendizaje y Rendimiento en la asignatura del Conocimiento del Lenguaje de tercero de la ESO), redactada con el objetivo de «mitigar la soledad no deseada desde el acercamiento intergeneracional y ser una fuente de apoyo emocional», según precisan fuentes de la institución.
En su caso, fue Daniel, un vecino de Pollos de 15 años. En la misiva, «preciosa y muy emotiva», como reconoce Collado, el adolescente se presenta, describe cómo es habitualmente su Navidad y le desea «unas buenas Navidades y un feliz año nuevo». «Me encantaría saber cosas de su infancia y cómo es usted y cómo está. Yo suelo pasar las Navidades con gran parte de mi familia», reza el escrito, que también hace hincapié en la pandemia provocada por el coronavirus. «¿Cómo está pasando usted esta situación? Ya me han contado que es muy amiga de los vecinos, lo que hace por la sociedad es muy importante y honorable. Espero que vaya todo muy bien y que tenga un feliz año nuevo. Un abrazo anticovid-19», concluye Daniel en la carta.
Para Collado ha sido un «detalle precioso», que no se esperaba y que le ha inyectado una buena dosis de alegría y optimismo. Ahora, explica, su intención es ponerse en contacto con los Servicios Sociales de la Diputación para responder a este joven. «No tengo sus señas, pero me pondré en contacto con la institución provincial para escribirle unas letras y decirle cómo soy y cómo vivo. Me hizo ilusión que un niño de quince años de 15 años me mandara una carta para saber quién soy», argumenta esta mujer, ama de casa jubilada que lleva «35 o 40 años colaborando con la Diputación y el Aula de Cultura».
Por último, agradece la iniciativa y considera que «los demás lo habrán recibido tan bien como yo». Aunque matiza:recibir la carta no es sinónimo de ser dependiente. «Me valgo por mí misma y nunca me han dejado de lado. Me doy mis paseos y hago mis cosas. Mis hijos me han acompañado siempre y este año no podía ser menos».
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