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Algunos de los asistentes observan la maqueta de la Estación de Valladolid Campo Grande, con el Arco de Ladrillo al fondo. Alberto Mingueza

La historia ferroviaria de Valladolid resucita en miniatura y con vista de gigante

Asvafer recupera otro año más su exposición en la estación de la Esperanza con maquetas, simulador y cientos de piezas restauradas

Sergio García

Valladolid

Sábado, 7 de septiembre 2024, 08:37

Te sientes como un gigante. Desde arriba todo gana perspectiva. Se ven los edificios escondidos de la estación Campo Grande, las ya desaparecidas de San Bartolomé o la de Campo de Béjar, que se encuentra en el solar que ahora ocupa la de autobuses. También ... se ve el Arco de Ladrillo, el depósito de locomotoras o una pequeña caseta junto a este. «Ahí es donde restauramos las piezas que se pueden ver en el museo», asegura Eugenio Moreno, presidente de la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril. Entre las miniaturas, que recorre una maqueta del mítico 'Tren Burra', se ve también la estación de la Esperanza. Precisamente ahí es donde se encuentra esta maqueta a escala 1:22,5 que permite recorrer de alguna forma Valladolid desde las alturas y en el pasado.

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Este pequeño ferrocarril unía Medina de Rioseco con Valladolid pasando por algunas de las calles más céntricas de la ciudad, como el Paseo de Zorrilla o el de Isabel la Católica. «Las vías todavía están en la carretera, pero son casi imperceptibles». Es una de las muchas piezas que acoge la exposición ferroviaria de Asvafer, que este año celebra su edición número XXXII en Valladolid. Entre las novedades de este año se encuentra una locomotora 'arcade' donde se podrán subir los niños para dar una vuelta por unas vías muy estrechas que apenas superan las cuatro pulgadas. Una curiosidad es que este pequeño trayecto se ubica donde antes había una carbonera que los miembros de la asociación tuvieron que tapar con arena para poder instalar las vías. Y también los más pequeños pueden disfrutar de un simulador, el mismo que utilizaban los ferroviarios iniciados para aprender a conducir una locomotora. «Tuvimos que actualizar el programa a uno más actual y los niños pueden circular desde el simulador por el norte de España como si estuvieran dentro del tren». Incluso hay trenes que se cruzan durante la experiencia y que saludan al usuario en el recorrido virtual, que circula por Medina del Campo, León o la ruta de Valladolid hasta Gijón.

La muestra se amplía dentro de la propia estación de la Esperanza, donde un tren en miniatura recorre las diferentes estancias de la exposición. En el otro lado, también hay varias estancias donde se exponen elementos recuperados y restaurados de la historia ferroviaria de la ciudad. «Si no fuera por nosotros, muchos de estos objetos serían chatarra. De hecho es como los recibimos, somos nosotros quienes les reparamos con diferentes piezas. Muchos de los miembros de la asociación tienen conocimientos de soldadura y otras técnicas. Nuestra labor principal es salvar el patrimonio», incide el presidente de Asvafer.

Entre algunas de las piezas que se pueden ver en la exposición se encuentran el kilómetro cero de la línea de Ariza, luces de antiguas máquinas a vapor, raíles del año 1800 o diferentes planos de las estaciones de Valladolid. También desborda la documentación, herencia recibida por parte de la asociación que se acumula en varios tubos y archivadores ante la imposibilidad de ubicarlo dentro de la muestra. «Lo tenemos guardado y reservado para exponerlo en un futuro museo del ferrocarril. Todo esto, sin la asociación, estaría destruido», incide Moreno.

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La exposición permanecerá abierta hasta este domingo para todos los públicos.

Durante los más de cuarenta años de historia de la asociación, que nació con unas reuniones cada jueves en el Imperial, los miembros de Asvafer han dedicado su valor a poner en relevancia la historia del ferrocarril en Valladolid y a la restauración. Algunas de las piezas más especiales que se encuentran en la muestra es una furgoneta del correo totalmente restaurada. «Se utilizaba como una especie de taxi. Su función era transportar a los viajeros que llegaban a Medina del Campo, desde la estación, al centro urbano y llegaba hasta el Balneario Palacio de Salinas. Dentro cabían unas ocho personas y es curioso que tiene el volante en el lado derecho, como si fuera un vehículo inglés», apunta Moreno.

La exposición permanecerá abierta al público desde el 31 de agosto y hasta el 8 de septiembre con horario de 17:30 a 21:00 horas. Para visitar la exposición se solicitará un donativo de 3,50 euros para los adultos y de tres para los niños.

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