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Varias de ls impulsoras de Navigolf, el torneo solidario que se celebrará el 15 de diciembre en Entrepinos. José C. Castillo
La hermandad del green solidario en Valladolid
La red social

La hermandad del green solidario en Valladolid

Un grupo de socias del Entrepinos organiza desde hace doce años un torneo benéfico que la próxima semana, en la edición de este 2024, recaudará fondos para los damnificados por la DANAen Valencia

Sábado, 7 de diciembre 2024, 19:09

Si nos remontamos atrás, si buscamos el origen de este movimiento solidario que desde hace doce años sacude al mundo del golf en Valladolid, podríamos decir que buena parte de culpa la tiene un Rolex de imitación. Falso. Un reloj 'fake' que inspiró –aunque fuera de forma indirecta– una cadena benéfica que el próximo fin de semana recaudará fondos para los damnificados por la DANA en Valencia.

«En noviembre de 2012, un grupo de tres amigos del club organizó un torneo que se llamaba el Trolex, en el que el ganador recibía un reloj de imitación», explica Blanca López. La iniciativa era un guiño cómplice a los trofeos que patrocina la popular marca suiza. Cuenta Blanca que durante esas jornadas lo pasaron tan bien que, unos días después, mientras unas amigas practicaban en el 'putting green' (uno de los espacios de entrenamiento del club Entrepinos), se preguntaron si no podrían organizar algo parecido para Navidad. Un torneo de golf ideado con la sana intención de disfrutar.

Golf solidario en Entrepinos

En diciembre de 2012, un grupo de amigas, integrantes del club de golf Entrepinos se alió para organizar un torneo solidario programado en torno a la Navidad. El primer año congregó a cerca de 90 participantes y recaudó 700 euros. El año pasado, con cien golfistas, llegaron a más de 5.000 euros, gracias a la implicación de patrocinadores, como Caja Rural de Zamora, Elías Mora o el club Entrepinos, que este año no cobra el 'greenfee', la tarifa de cada jugador. Cada participante contribuye con 50 euros de inscripción (30 los menores de 18 años), hay varias categorías de premios y cóctel con sorteo.

«No sabíamos si se iba a apuntar mucha gente, pero vimos que la respuesta fue grandísima.Así que pensamos que podíamos darle un enfoque solidario». Fue así como nació Navigolf. Comenzaron a contactar con empresas y patrocinadores, que cedieron regalos para los ganadores y un posterior sorteo. El primer año recaudaron 700 euros que destinamos a las Hermanitas de los Pobres. Los dos años siguientes, lo obtenido sirvió para financiar la labor asistencial de las hermanas de Sor Ángela de la Cruz. Desde entonces, y en todas las ediciones posteriores, el dinero se ha destinado a Cáritas. El año pasado, más de 5.000 euros.

Los fondos que se consigan este año, también a través de Cáritas, se enviarán a las zonas más afectadas de Valencia. «Desde la tercera convocatoria contamos además con un 'tee cero', donde se pueden hacer aportaciones económicas al margen del torneo», afirma Blanca, una de las impulsoras de esta iniciativa en la que están implicadas una decena de socias del club. Todas ellas, apasionadas del golf.

«Yo he practicado otros deportes, sobre todo el tenis», dice María Luisa Villar. Una lesión de rodilla le obligó a dejar la raqueta. Y encontró un refugio en el golf. «No es tan exigente como otros desde el punto de vista físico, pero te exige mucho mentalmente. Eres tú contra el campo. Y tienes que estar muy concentrada porque el campo nunca falla». En tenis tal vez el contrincante mande la pelota a la red.En fútbol puede el otro tirar mal un penalti. «El golf es un constante desafío contra ti mismo. A nada que te despistes, ya te has metido en un jardín del que es muy complicado salir», indica Villar, una dermatóloga que juega al golf desde los años 90.

Comparte conversación con Virginia Manzanera, otra de las integrantes de esta red solidaria. «Yo empecé a jugar durante unas vacaciones en Marbella», explica Virginia, quien también atesora un importante historial deportivo, desde el pádel a la gimnasia. «El golf te lo puedes tomar como quieras. Si eres competitiva, lo disfrutarás como el que más. Y yo lo he sido durante un tiempo. Pero también puedes practicarlo de forma mucha más relajada. Si no quieres, ni siquiera cuentas».

En lo que coinciden todas es en que se trata de un práctica estupenda para socializar, para hacer amigas, para disfrutar al aire libre. «Mi padre Enrique jugaba al golf y a mí de pequeña no me gustaba», reconoce Begoña Fernández-Laguilhoat, quien evidencia que esa mínima muestra de rebeldía suele ser habitual en la infancia.«Siempre que te llevan obligada a un sitio, no lo disfrutas. Y era lo que me pasaba a mí». Sin embargo, años después, se ha convertido en una convencida defensora del golf.Durante años trabajó en Madrid (arquitecta de Hacienda).

Cuando se mudó a Valladolid, fue cuando se congració con este deporte. «Es algo que te reta permanentemente, que te obliga a competir, más que contra los demás, contra ti mismo», explica, para subrayar esa componente social del golf. Recién llegada a Valladolid, el deporte se convirtió en una vía para fraguar amistades. Begoña pisa verde entre dos y tres veces por semana.«Es muy relajante. Y también, en ocasiones, muy satisfactorio. De repente, puedes dar un golpe similar al de un profesional... y eso te enorgullece. Suele pasar a menudo en el hoyo 18. Vienes de un día difícil, donde no te han salido muy bien las cosas, y entonces haces un buen golpe, un 'birdie', y sales con enorme satisfacción».

«En realidad, el golf, es más difícil de lo que parece. Se necesita mucha técnica», apunta Mercedes Villanueva, quien recomienda empezar siempre con la ayuda de un profesor. «Para jugar al golf se necesita tiempo y perseverancia. No es tan caro como parece, no es un deporte de una elite, como se suele decir, pero sí que se necesita disponer de unas horas libres por delante para disfrutarlo plenamente», añade. Y, además, recalcan la importancia de la conexión mental. «Si no hay concentración, no hay juego», admite Paz Valverde, graduada en Historia que durante años trabajó en archivos y una librería técnica.

«Como estás tan centrada en lo que estás haciendo, eso te evade de todo lo demás. Aquí puedes entrar con problemas o preocupaciones. Pero, mientras estás jugando, te olvidas completamente de ellas», cuenta Paz. A su lado, Mari Pepa Solís (trabajó como profesora y en una notaría), comparte diagnóstico. «Si hablas con psicólogos, muchos te recomiendan, precisamente por eso, la práctica del golf. Además, físicamente te mantiene en forma. Haces más ejercicio de lo que parece en un primer momento, pero con un nivel de intensidad que te permite jugar incluso a edades avanzadas», dice Mari Pepa. Y Begoña remacha la idea: «Mi padre estuvo jugando hasta los 87 años».

Este grupo de amigas solidarias no solo comparten afición, sino que también acostumbran a quedar para disfrutar en la cafetería del 'hoyo 19', esa celebración posterior una vez que se ha cumplido con un circuito que, aquí en el club Entrepinos, es exigente. «Se trata de un campo muy técnico, de calles estrechas, con mucho búnker, el Pisuerga al lado...», explican. «Fue el primer campo de golf de Castilla y León», rememora Laura Benavides, quien recuerda que los orígenes están en un pequeño circuito de tres hoyos que a principios de la década de 1990 congregó a los aficionados al deporte y a los vecinos de la urbanización Entrepinos. «El impulsor, José Pardo, trajo a un profesor. Y muchos aprendimos con él.Recuerdo cómo muchas familias veníamos a jugar mientras los niños jugueteaban por aquí», indica Laura, quien recuerda nombres de destacadas integrantes del club, como Carmen Alonso, que compitió en el circuito europeo.

El próximo 15 de diciembre, todas ellas (junto a Magdalena Hernández, Concha Urbón, Baik Youn, Reyes Manteca y Silvia Martín) organizan un torneo solidario que implica a cerca de cien jugadores y que confía en reunir una importante suma de dinero para los afectados por la DANA en Valencia.

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