«Tiene que haber multas fuertes para los que insultan a los árbitros»

Después de ese error, Rafa necesitó escolta durante varios días y llegó a firmar una carta de renuncia al arbitraje que nunca llegó a cursar. «He tenido que aguantar el 'Rafa no me jodas' muchos años y llevar esa losa no es fácil. De todas maneras, siempre trato de sacar lecturas positivas y eso me ayudó a ser más fuerte, independientemente del error, que siempre viaja en la maleta del árbitro», asegura el exjuez de línea, quien ahora trabaja como conserje en un colegio de León y colabora en el programa televisivo 'El Chiringuito'.

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De aquel 29 de septiembre de 1996 han pasado ya 26 años, pero a este exlinier le siguen recordando la conversación con Mejuto González cada día. Nadie mejor que él sabe lo que puede sufrir un árbitro y por eso reclama que, como ha sucedido en el caso de los insultos racistas a Vinicius, la Fiscalía investigue a los que agredan verbalmente a los árbitros. «Tiene que haber multas fuertes para los que insultan a los árbitros porque solo reaccionamos cuando nos tocan el bolsillo. No hay otra manera de frenar esto. No vale con sancionar con partidos, hay que hacerlo de manera ejemplar para que los campos de fútbol, profesional y base, sean lugares en los que el respeto impere de la misma manera que en otros lugares», explica Guerrero, que no entiende la razón por la que existe impunidad para los agresores verbales en los campos. «El menosprecio al árbitro se da por hecho y en otros ámbitos esos comportamientos tienen unas sanciones terribles. Parece que el árbitro está ahí para recibir toda clase de descalificaciones», añade.

Sucesos como el acontecido durante el partido entre el San Pío X y el San Agustín, de 2ª Provincial de Juveniles, en el que una árbitra detuvo el juego por los graves insultos de algunos padres y jugadores son inadmisibles, según Rafa Guerrero. «En cada partido internacional me acordaba de dónde empecé, del fútbol base, porque yo pasé por ahí. El respeto tiene que empezar abajo, en las categorías más modestas y en las que juegan niños, porque en un campo con 80.000 espectadores, con fuerzas de seguridad y infinidad de cámaras el árbitro está aislado. ¿Pero qué pasa en el campo regional o en el de fútbol base? Me da vergüenza escuchar lo que gritan muchos padres y abuelos a los árbitros, pero es aún más escandaloso lo que dicen a los chavales. Eso es producto de la sociedad en la que vivimos», sentencia el juez de línea retirado.

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Mención aparte merecen para Guerrero los gritos misóginos que se escuchan en «casi todos los campos de España» cuando arbitra una mujer. «El fútbol femenino ha llegado para quedarse, tenemos equipos de un enorme nivel e incluso somos campeones de Europa. Es inadmisible que se escuche a gente gritando a las árbitras por el mero hecho de ser mujeres», sentencia Guerrero, quien reconoce que los decibelios de los insultos han bajado con respecto a 1996. «El panorama ha cambiado ligeramente, creo que hay más educación en la grada, pero aún así queda mucho camino por recorrer», concluye.