La gran actriz que nació en Valladolid «por un capricho»

↓ La estrella del celuloide imperial por antonomasia nació el 15 de octubre de 1922 en Villanueva de los Infantes. En la localidad del Valle del Esgueva residía «su abuelita» materna y buena parte de la familia Zumel. Ese fue el motivo de que viniera al mundo en tierras vallisoletanas. Los padres de Aurora, Santiago Bautista y Sagrario Zumel –hermana pequeña del famoso matador vallisoletano Hipólito Zumel 'El Infante'–, decidieron, cuando contaba con dos semanas de vida, trasladarla a Madrid. En la capital pasó su infancia y estudió en el Instituto Escuela. Hasta que estalló la Guerra Civil. Durante los aciagos años de la contienda, Aurora y su hermano Santiago se vieron obligados a vivir en la localidad murciana de Archena y, se sabe además, que pasaron una temporada en la casa de uno de sus tíos en Valladolid y que trabajaron durante un tiempo en una quesería de Esguevillas. Cuando acabó el conflicto, su padre, un peletero republicano que había movilizado al sindicato de la piel de Madrid para abrigar a los soldados en el frente, fue condenado a muerte. La pena, que finalmente fue conmutada por una deportación a, como mínimo, 700 kilómetros de Madrid, llevó a la familia Bautista Zumel a Barcelona. Es en la Ciudad Condal donde Aurora decide estudiar arte dramático.

↓ Aurora Bautista hizo sus primeras apariciones en público, como aficionada, en la compañía de Lola Membrives, con la obra de Jacinto Benavente 'La malquerida'. Cayetano Luca de Tena, por aquel entonces director del Teatro Español, la vio actuar y le brindó la oportunidad de trabajar en 'El sueño de una noche de verano', de Shakespeare, en Madrid. En muy poco tiempo, la intérprete vallisoletana se convirtió en una de las figuras más cotizadas del teatro español. Y de ahí, al cine, gracias a la perseverancia del director Juan de Orduña. «Yo no sabía lo que era el cine. Mi padre estaba muy asustado porque veía que la crítica teatral me trataba muy bien y le daba mucho miedo que hiciera una prueba para la gran pantalla. Era menor de edad y él tenía que firmar los contratos, pero, al final, le convencí», solía recordar la actriz en las entrevistas.

↓ Cuentan que cuando Orduña la vio vestida de hombre y practicando la esgrima en 'La conjuración de Fiesco', supo enseguida que era la actriz que estaba buscando para protagonizar 'Locura de amor', una superproducción de la Compañía Industrial de Film Español (Cifesa) que, curiosamente, ya tenía otras dos candidatas mucho más conocidas para el papel: Amparo Rivelles y Mary Carrillo. Pese a la oposición inicial, los mandamases la productora valenciana aceptaron que una desconocida diera vida a Juana la Loca y compartiera cámara con Fernando Rey, Sara Montiel, Jorge Mistral y con la mayoría de los actores dramáticos dedicados al cine por esos años que participaron como figurantes en la cinta, que costó la friolera de cinco millones de pesetas (30.000 euros). El éxito fue rotundo. Las colas para ver la película en los principales cines del país fueron kilométricas y Cifesa consiguió batir todos los récords de taquilla hasta ese momento. En Madrid, 'Locura de amor' estuvo un año en cartelera con las salas a rebosar. Era 1948.

↓ Nadie se podía esperar que una actriz novel fuera capaz de otorgar al personaje semejante carga de dramatismo, por lo que de la noche a la mañana se convirtió en una estrella. «Yo no sabía lo que era el cine, ni un plató, ni una cámara. Estaba tan preocupada por hacer todo lo que me pedían, que no pude intimar con compañeras de reparto, como con Sara Montiel. 'Locura de amor' fue demasiado para todos», aseguró la actriz vallisoletana que nunca se sintió cómoda con la fama. La popularidad fue tan desmedida que no podía ni salir a la calle. Aurora Bautista trabajó dos semanas a prueba para Cifesa y, finalmente, le pagaron 40.000 pesetas (700 euros) por los cinco meses de rodaje, de octubre de 1947 a febrero de 1948. Cuando Cifesa vio los resultados de su interpretación de Juana la Loca puso sobre la mesa un contrato en exclusiva de tres años, a razón de medio millón de pesetas (3.000 euros) por película. Y aceptó.

↓ A la historia de la abnegada reina de Castilla le siguieron otros dos melodramas dirigidos por Orduña, 'Pequeñeces' y 'Agustina de Aragón', ambas de 1950, que la reafirmaron como la gran trágica del cine español. Aurora se transformaba ante la cámara. Dejaba de ser la joven apasionada y espontánea de la vida real para convertirse en un volcán interpretativo sin mesura. En 'Pequeñeces' recrearon el Madrid del siglo XIX con todo lujo de detalles y resultó otro triunfo clamoroso, esta vez con la Bautista en el papel de la veleidosa condesa de Albornoz. «La riqueza de la producción fue algo inaudito. Las joyas que lucía eran auténticas y los vestidos llevaban enaguas de puntilla hechas a mano a pesar de que no iban a verse», reconoció. La producción costó el equivalente actual a seis millones de euros, pero recaudó una fortuna y cimentó el prestigio de la artista como gran estrella del cine, con una dicción sobresaliente.

↓ Aurora Bautista era una celebridad. Tras el éxito de 'Agustina de Aragón', incluso, es invitada por Franco al Pardo, junto a los directivos de Cifesa y al director Juan de Orduña. Según cuenta Jorge Castillejo en el libro 'Las películas de Aurora Bautista', la cita fue en realidad una merienda que incluía la proyección de la película y, durante las dos horas del metraje, Franco no paró de poner objeciones al personaje de Fernando VII, que le caía fatal. El que debía de ser su siguiente proyecto con el mismo equipo, 'La leona de Castilla' (1951), lo rechaza y el papel lo hace finalmente Amparo Rivelles.

↓ Tras aquellos grandes éxitos con Cifesa, su carrera cinematográfica se diluyó. De esta época es la película 'Condenados' (1953), de Manuel Mur Oti, una cinta que no obtiene el éxito esperado y con la que reconoce no haber quedado contenta. Aurora Bautista regresa al teatro asumiendo nuevos retos, como en 'Yerma', del proscrito García Lorca. La puesta en escena de la obra del poeta granadino por primera vez en España desde el final de la Guerra Civil fue un acto de valentía y un desafío al gobierno franquista: «Tuvimos a la Guardia Civil en la calle, delante del teatro, durante todas las representaciones. No sé, tal vez temían que al final fuésemos todos en comitiva a El Pardo a reclamar el poder», recordó la actriz con el paso de los años. Era 1960.

↓ Durante toda su carrera combina su trabajo teatral con intervenciones cinematográficas. Hay que destacar su papel en el melodrama a color 'La gata' (1956), de la pionera directora Margarita Alexandre. Fue la primera película que se exhibió en España en formato Cinemascope, una técnica que consiste en comprimir lateralmente las imágenes en el rodaje, ampliando el campo visual, de modo que al proyectarlas sobre pantallas panorámicas recuperan sus proporciones. «No veas tú lo que me costó a mí quitarle todo ese cartón piedra que tenía encima de la época de Orduña. Era una buena actriz, trabajaba y era estudiosa. Hacía lo que tenía que hacer, como en la escena en la que le da de comer a un toro bravo, en la que demuestra un valor impresionante. Fue una filmación real. Lo rodamos porque ella era valiente», aseguró la productora leonesa, una de las primeras mujeres en ingresar en la Escuela Oficial de Cinematografía.

↓ Ese mismo año, en octubre, un accidente de tráfico casi le cuesta la vida. Aunque las primeras noticias no eran nada alentadoras, Aurora Bautista fue evolucionando favorablemente de un siniestro del que salió viva de «milagro». Una noticia del corresponsal en Madrid de El Norte relata que «el doctor Hernández Ros realizó a la paciente una intervención quirúrgica en un dedo de la mano izquierda que tenía tres roturas. La lesión mayor es la que sufre en el hombro derecho, pues hay una fractura de clavícula que no han podido intervenir porque aún tiene bastante inflación». La actriz vallisoletana viajaba con el compositor Ernesto Halffter, considerado el único discípulo de Manuel de Falla. El coche, después de ser embestido por un camión, «dio varias vueltas de campana y quedó totalmente destrozado».

↓ Recuperada del accidente, en 1961 interpreta a 'Teresa de Jesús', un proyecto que tuvo incontables problemas con la censura. Para poder hacer la película, incluso, fueron al Vaticano, de donde trajeron el 'nihil obstat', pero la censura española no cambió de parecer. El guión original de Carlos Blanco, que iba a ser dirigido por Mur Oti, fue masacrado y el proyecto recayó en Juan de Orduña. «Teníamos el consentimiento del Vaticano para rodar el guión tal y como estaba, pero aquí dijeron que no. O sea, aquí, más papistas que el Papa», dijo indignada Aurora Bautista, que ese mismo año viajó a América, donde hizo una brillante campaña teatral en México con las obras 'La maestra milagrosa' y 'La zapatera prodigiosa', de García Lorca, y rodó en Argentina 'Las Ratas', dirigida por Luis Saslavsky.

↓ En 1963 regresó a España recién casada con el médico Hernán Cristerna para rodar 'La tía Tula', el primer largometraje de Miguel Picazo. Aurora Bautista borda la interpretación de una solterona que debe hacerse cargo de los hijos de su hermana fallecida, que se debate entre sus verdaderos deseos y lo que su entorno dicta. «No me costó meterme en la piel de Tula, porque era un personaje que ya estaba muy definido», aseguró. La cinta tampoco se vio libre de las iras de una censura. «Metieron demasiada tijera, porque parecía molestarles todo. A pesar de ello, fue mi mejor película y yo no cambiaría ni un fotograma. Como Picazo me dirigió, nunca me ha dirigido nadie», reconoció la actriz. El filme fue presentado en duodécima edición del Festival de San Sebastián de 1964 –este año se celebra la número 72– y le valió al director la Concha de Plata. La película, inspirada en la novela de Miguel de Unamuno, fue muy bien recibida por la crítica y obtuvo reconocimientos en Lisboa, Buenos Aires y en Nueva York, donde las colas en las taquillas se sucedieron durante meses. Y se convirtió en el estandarte del llamado Nuevo Cine Español.

↓ Aurora Bautista ganó con la brillante intrepretación de Tula el Premio Nacional de Interpretación en 1965. Y, aunque es un dato desconocido, fue nominada al Oscar cuando se estrenó la cinta en la ciudad de los rascacielos, en 1968, en una época en la que la artista vallisoletana se sentía «más madre que actriz» y tenía su hogar en México. Su primer y único hijo, Hernán, tenía poco más de dos años. Había nacido el 15 de abril de 1965 en la clínica madrileña Nuestra Señora de Loreto y estaba volcada en su educación. El pequeño fue bautizado en la iglesia de los Jerónimos con la Duquesa de Alba y el doctor López Ibor como padrinos, en un evento que reunió a la flor y nata del mundo cultural madrileño.

↓ En 1968 encarnó a Isabel la Católica en la miniserie televisiva Cristóbal Colón y, ese mismo año, protagonizó con Juan Luis Galiardo la versión cinematográfica de Antonio Gala de 'Pepa Doncel'. Ya en los setenta participó en 'Una vela para el diablo', la única incursión de actriz en el género de terror. «Allí –reconoció divertida– enseñamos todas bastante de todo, tanto Esperanza (Roy), como yo, como las actrices inglesas. En una violenta escena en la que casi me arrancan la blusa se me ve el pecho saliéndose por lo que quedó del escote». Con todo, Aurora exhibió más anatomía en su siguiente filme, 'Los Pasajeros' (1975), una inclasificable producción con Paul Naschy que a la vallisoletana nunca le gustó ni siquiera mencionar. Y es que, a pesar del éxito cosechado con tesón y talento, Aurora Bautista nunca acabó de estar contenta con buena parte de su carrera.

↓ Los años ochenta y noventa significarán un período de apariciones estelares y de papeles cortos, en películas como 'Amanece que no es poco' (1988) de José Luis Cuerda o 'Extramuros' (1985) de Miguel Picazo, donde fascinó al público con su encarnación de la priora de un convento del siglo XVI: «Me gustó mucho hacer ese papel. Quedó muy emotivo, muy conmovedor. En realidad, no hay papeles grandes o pequeños, hay cosas de calidad y cosas que no la tienen», dijo después del estreno. Su última aparición en el cine, su película número 31, fue en 'Tiovivo c. 1950', de José Luis Garci, en el año 2004.

↓ Muchos han sido los premios atesorados por la actriz vallisoletana. Al Mayte de Teatro en 1978 le sucedieron homenajes en la XIX Mostra de Valencia, el de los Amigos del Teatro de Valladolid, el Teatro Provincia de Valladolid, el del Festival de Cine y Literatura de Burgos, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, la medalla de plata Ciudad de Zaragoza, el premio a 'Toda una vida' de la Fundación AISGE, y el premio homenaje a toda una carrera de la revista 'Fotogramas' en 2001 o el de la Unión de Actores. Incluso, en Valladolid, un auditorio lleva su nombre desde el año pasado.

↓ Fue una intérprete sublime. Y comprometida. El periodista Fernando Jáuregui suele recordar el día que le detuvieron junto a Juan Diego y las actrices María Luisa San José y Aurora Bautista en una protesta por la libertad de los presos políticos. «Franco había muerto hacía dos días y Juan Carlos I estaba siendo entronizado como rey en el Congreso (...). Nada mejor, pues, que detener a tres actores bien conocidos para que el planeta se enterase de lo que valía un peine por estos lares. (...) Todos a la temible Dirección General de Seguridad, hoy sede de la Comunidad de Madrid. Luego nos llevaron a las celdas de Las Salesas y allí, tras unas horas en las que nadie nos molestó, nos pusieron en libertad sin cargos. Le debo a Juan Diego una de las noches más divertidas de mi vida. Porque, mientras estábamos en las celdas, con fácil comunicación entre ellas, Juan no dejaba de hacer bromas, a gritos, dirigidas a la policía. Claro que Aurora Bautista contribuía a la fiesta; al ser preguntada por su filiación, respondió : 'Soy Juana la Loca, Agustina de Aragón', las figuras históricas que ella había protagonizado. Recuerdo que incluso algunos 'grises', que era entonces el color de los uniformes policiales, no sabían si reír o amenazar». Después del incidente, Aurora Bautista relató a la prensa que recibía llamadas donde la «calificaban de roja» y la amenazaban con «quemarme la casa y hacerme la vida imposible».

↓ La gran trágica, que según cuentan sus allegados «actuaba para los niños en las corralas de Madrid y simulaba las entradas con hojas de periódico», pasó la última etapa de su vida en un elegante piso del barrio de Salamanca con su segundo marido, el empresario cubano Luis de Luis. Rodeada de pinturas de Picasso, Dalí o Tàpies, la actriz vallisoletana vivió una perpetua primavera cultural que la llevó a ser el alma de exposiciones, estrenos, lecturas de poesía y entregas de premios. En una de sus últimas entrevistas reconoció haberse quedado con ganas de más: «Creo que he debido de hacer mejor cine. A lo mejor es que soy demasiado exigente». Lo era, sin duda. La gran dama de la interpretación, que nació «por un capricho de su abuelita en Valladolid», murió en Madrid en 2012, a punto de cumplir los 90 años.