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Juan Millán, frente a su estanco. Ramón Gómez
Coronavirus en Valladolid: «La gente tiene unas necesidades, y el tabaco es una forma de evadirse»

«La gente tiene unas necesidades, y el tabaco es una forma de evadirse»

Juan Millán, estanquero ·

«Hemos perdido el 70% de ventas, pero ahora mismo, con la que está cayendo, cubrir gastos es lo importante», afirma este vallisoletano

Eva Esteban

Valladolid

Jueves, 23 de abril 2020, 08:28

Son un servicio esencial, pese a considerar que son un «sector maldito». El decreto del estado de alarma para luchar contra la pandemia de la covid-19 incluyó a los estancos entre aquellos establecimientos que podrían mantenerse abiertos durante el tiempo que se prolongara el confinamiento domiciliario obligatorio y José Millán, propietario de la expendeduría situada en la calle de los Alamillos de Valladolid, no lo dudó: «Claro que nos mantenemos». El motivo, según explica, es porque se «considera un servicio público» y, por tanto, debe cubrir las demandas y necesidades de la población. «Puedo cubrirlas y lo estoy haciendo, pese a que tanto a nivel económico como de trabajo las cosas no estén yendo como nos gustaría», afirma Millán, parapetado bajo una pantalla facial de acetato para protegerse «como puedo, con todo lo que está en mi mano».

Está en primera línea de batalla, «al pie del cañón» pese a que, hasta la fecha, las ventas se han desplomado y los ingresos tan solo le permiten cubrir gastos. «Es exagerado, las ventas han caído una barbaridad», sostiene. Dice «desconocer» cómo les irá a los colegas de otras zonas de la ciudad, pero a él, el hecho de que el negocio esté emplazado en una zona «con muchos pisos de estudiantes, colegios mayores y oficinas» le está «pasando factura». «Antes había mucho movimiento por la gente que iba a la universidad y los que venían a trabajar a la oficina, pero como ahora todo eso está parado, la venta se ha visto resentida», argumenta este vallisoletano.

A ello, además, hay que añadir que la hostelería, que implica «un aporte importante» en lo que a clientes se refiere, está «cerrada», por lo que los estancos están «sufriendo bastante». «La diferencia entre antes y ahora es que antes había mucha hostelería, que se llevaba muchos paquetes de tabaco, y ahora no hay nada de eso; es una diferencia muy alta, estamos vendiendo más o menos el 30% de lo que lo hacíamos. Un 70% menos es mucho, hay que ser consciente que es un porcentaje muy elevado», apunta.

«Estar en casa es muy duro»

Sabe que «no es rentable», que de momento su negocio no dará beneficios, pero a pesar de ello se siente «relativamente afortunado» y se da por «satisfecho» porque la cifra de cajetillas que vende le permite hacer frente al pago de las cuotas. «En este periodo me conformo con eso;todos los establecimientos están para ganar dinero, pero ahora mismo, con la que está cayendo, cubrir gastos es lo importante, y creo que lo estoy haciendo», asevera Millán, al tiempo que reitera que el mercado «no da más de sí», «No podemos hacer más. Vivo, llego a fin de mes, y además, a diferencia del resto de la gente que se tiene que quedar en casa, yo tengo una actividad que me ayuda a mantener la mente equilibrada; estar todo el día en casa es muy duro», continúa.

Asimismo, cree que la emergencia sanitaria de la covid-19 hará mella en el sector, aunque el tabaco por el momento «no está saliendo mal parado». «La gente no está relacionando el fumar con esta enfermedad; en otro momento, todo el que tose es por culpa del tabaco, y lo mismo sucede si te da un infarto o si te fatigas, pero ahora el problema se está yendo al coronavirus, por lo que no está saliendo tan mal parado», señala.

Aportación al Estado

¿Qué pasaría si los estancos hubieran bajado la persiana el 16 de marzo? José Millán lo tiene claro: «Se hubiera cubierto la necesidad de otra manera, pero a saber cómo». Prueba de ello, incide, es que cada vez que se han lanzado «mensajes de psicosis» que advertían de la posibilidad de estos establecimientos echaran el cerrojo, los clientes «han venido y han cargado». «La gente tiene unas necesidades, y el tabaco es una forma de evadirse, un punto de huida», indica. «Si hubiésemos tenido que cerrar cuatro o cinco semanas, seguramente habría habido un problema», añade mientras reconoce no sentir «miedo» de un posible cierre porque «a día de hoy somos de las pocas cosas que recaudan dinero en efectivo para el Estado». «Gasolina no se vende, licor tampoco, Loterías está parada... ¿Qué queda abierto? El tabaco. Al Estado no le aporta mucho porque la gente está en casa y no puede fumar continuamente, pero le aporta; somos estratégicos en varios campos, no se nos valora porque somos un sector maldito, pero creo que estamos haciendo nuestra labor», subraya este estanquero. Millán continuó con el negocio familiar, que cumple ahora 56 años, «para ganar dinero».

Sabedor de que esto «es poco probable» en la actualidad, dice sentirse «bien por cumplir con mi deber, que es un servicio que cubre las necesidades de la gente».

«Ahora tenemos menos clientes, pero el volumen de compra es mayor;lo comido por lo servido»

Los ciudadanos, dice Juan Millán, estanquero de la calle de los Alamillos de la capital vallisoletana, no están para «chorraditas». Lo que buscan es «no complicarse», al menos con el tabaco. Prueba de ello, según explica, es que la «gran mayoría» de las ventas que realiza son cajetillas y cartón, no tabaco para liar cigarrillos. «Ahora se vende mucho eso; la gente no está para chorraditas, quiere cubrir sus necesidades, que ahora es el tabaco de cajetilla, por lo que una pitillera, cachimbas, mecheros... De eso damos salida muy poco», reconoce este vallisoletano.

Asimismo, comenta que desde que se activara el estado de alarma, en su establecimiento «el ratio de gente que entra es menor, aunque las compras tienen un volumen mayor». «Facturas muchas menos veces en caja, pero de mucho más volumen, así que lo comido por lo servido», argumenta.

Antes de la crisis sanitaria, Millán vendía en un día el triple de cajetillas que en la actualidad, que da salida en torno a 500. El «mejor» día de la semana para su negocio es el lunes. La razón, asevera, es porque «la gente viene del fin de semana». «Las tardes suelen ser pachuchas, excepto las del lunes, que son algo mejor».

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