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Apenas le quedaban unas semanas en prisión a Santiago J. Z., de 34 años, cuando intentó fugarse del centro penitenciario de Villanubla en 2022. Ocurrió ... durante un paseo por el campo de fútbol, cuando se escabulló, escaló el muro y se hirió con las concertinas metálicas cuando saltó. «Días después todavía cojeaba un poco», explicaban entonces los trabajadores. El resultado, interceptado al instante y setenta grapas en brazos y piernas, a causa de las heridas propiciadas por estas concertinas, la versión moderna del alambre de espino. Él ha sido el último caso de fuga en la Cárcel de Valladolid que ha trascendido, intento en este caso. El siguiente ocurrió este viernes, cuando un preso, un cacereño con «una amplia red de contactos» aprovechó el turno de visitas de la tarde para acceder al exterior del centro penitenciario.
No son los únicos, pues la prisión cuenta con un dilatado historial de intentos de fugas. Uno de los primeros casos que se recogen ocurrió en 1992, apenas un lustro después de que abriera la prisión, cuando la Guardia Civil desbarató el intento de huida de un preso. Todo comenzó cuando un vigilante observó desde una garita cómo unos reos se pasaban planos de la prisión vallisoletana. La identidad del recluso era Pascual Patrick Hernández, y las alarmas saltaron cuando el trabajador le vio lanzando unos papeles al espacio del módulo de mujeres. «Fuentes consultadas señalan que el preso, de nacionalidad francesa, se escapó hace más de un año de una prisión gala protagonizando una fuga espectacular en la que se utilizó un helicóptero», recoge la crónica de El Norte del 27 de mayo de 1992. Este preso, que no consiguió su objetivo, protagonizó también diversos motines e intentos de fuga en otras prisiones españolas.
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Un año después, en noviembre de 1993, los funcionarios abortaron otros dos intentos de fuga. El protagonista era José Romera Chulia, quien ya protagonizó en el año 1991 una fuga en las calles de Valladolid junto a otros dos presos. Allí escaparon desde el furgón policial que les transportaba. Él había sido condenado a 46 años de prisión y huyó junto a Juan José Garfia Rodríguez, acusado de un triple asesinato cometido en 1987 en Valladolid. El caso es que a Chulia, ya en prisión, se le encontraron unas notas escritas que guardaba en sus ropas. Entre las frases que se podían leer estaban unas que explicaban el modo de romper una de las vallas de la zona del patio. Al mismo tiempo, los funcionarios también descubrieron la intención de huir otro preso, que cumplía condena por delitos de narcotráfico. Su intención era escapar en helicóptero, pero no lo consiguió.
Quizá el episodio más importante sucedió en 1994, cuando Carlos García Juliá, condenado por la matanza de Atocha en Madrid, dejó la cárcel de Villanubla por un permiso. Antes en diciembre de 1989 ya había obtenido uno en Navidad. Esta vez, no volvió. Huyó de España, aprovechando el permiso concedido por el entonces juez de Vigilancia Penitenciaria de Valadolid para huir de España y fue encontrado 24 años después en Brasil.
Desde 1993, hay que esperar algo más para encontrar las siguientes fugas desde Villanubla. La siguiente fue en el año 1995, cuando nueve presos quebrantaron su condena durante un permiso. No lo hicieron propiamente en el centro penitenciario, pero sí eran reos que cumplían su condena en la prisión. En el mismo año se sumó también la de Carlos Garfia, quien no regresó a Villanubla después de quebrantar un permiso carcelario de seis días. Lo de los permisos penitenciarios también sumó otros intentos de fuga, como en 2002, cuando un interno tampoco regresó a su celda después de un permiso. En 2001 también se produjeron otras dos huidas, apenas unas anécdotas si se tiene en cuenta que se concedieron 2.148 permisos de salida.
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Sofía Fernández
Más sonado fue el intento de fuga de Juan Redondo Fernández, quien sumaba 183 años de cárcel y que intentó escaparse de la prisión en 1996. Los funcionarios encontraron en el interior de su celda que había serrado la parte inferior de la ventana del habitáculo. «Ya tenía la mitad del trabajo hecho», indicaba un responsable del centro penitenciario entonces.
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