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Pau Donés, durante el concierto en la Plaza Mayor de Valladolid

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Pau Donés, durante el concierto en la Plaza Mayor de Valladolid Ricardo Otazo

Jarabe para la vida

Pau Donés se subió al escenario de la Plaza Mayor vallisoletana con su repertorio de canciones entre la absoluta certeza y la duda existencial

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 2 de septiembre 2017, 14:50

Pau Donés sale al escenario como de tapadillo, con las luces a medio encender, pantalón negro, camiseta sin mangas a los 15 grados, y un sombrero de paja que solo se quitará ya avanzado el concierto, a las 23:10 horas, cuando desvele el secreto de las musas y la inspiración de sus canciones. «En la vida siempre he sido un desastre con las mujeres. Cada vez que una de ellas me dejaba, o yo pensaba que me iba a dejar, le escribía una canción para que no me abandonara». Los estribillos tal que no te vayas. Cada estrofa un quédate. «Hasta que hace cosas de dos años, le escribí una canción a la vida, porque un día pensé que ella también se me escapaba. Y,esta vez, la estrategia me salió bien». Le salió bien.

Hace tiempo que los titulares –la cosa es así– se fijan más en la superada enfermedad del cantante (cáncer de colon) que en su música (déjame vivir); más en la quimioterapia que en el tratamiento sanador que la música puede ofrecer. Ayer lo demostró el grupo, con una receta de jarabe para cuidar el malestar general. Porque, como defiende Donés, hay que ponerle música a la vida cuando ésta amenaza con portazo y se acabó. Habría pues que inyectarse corcheas en vena, que comprar mp3 en farmacia, que medirse el nivel de semifusas en sangre y que los médicos recetaran suscripciones al Spotify. Habría que ponerse auriculares en los malos momentos y subir el volumen ante la adversidad. Habría que hacer de un estribillo ibuprofeno y de cada estrofa una aspirina. Tendríamos que conseguir entre todos que las listas de reproducción sustituyeran a las de espera.

Convencernos de que la música puede curar las heridas del alma, aunque tan solo sea durante los tres minutos que dura una canción. Se aferró Pau Donés a la música cuando parecía que no habría más conciertos jamás. Por eso habría que intentar que el único dolor tolerable fuera el del cantante que desafina. Conseguir que la vida se escriba en clave de sol sin nubarrones. Que siempre haya líneas adicionales por las que escalar cuando se acaba el pentagrama y exista un presto animoso para cada largo pesante. Hay que creer en el bálsamo de la música. Dice Pau Donés que esa fue su táctica: encomendarse a una canción para que la vida no se le marchara, como si fuera novia despechada.

Languidez caribeza

«Así que, gracias a todas esas canciones que escribí cuando pensé que me iba a quedar solo, gracias a eso estamos hoy aquí», asegura el cantante, antes de entonar ‘Humo’ y decir aquello de:«A nada le tengo miedo, a nada le tengo fe». Después de este secreto, Pau Donés se vuelve a poner el sombrero, coge otra vez la guitarra y sigue desgranando un repertorio que despacha con otra piel, con versiones que disfrazan ‘Bonito’ de funky y espiritual negro o que convierten ‘El lado oscuro’ en una impresionante pieza de ‘big band’, de lo mejorcito de la noche. Los aires de tango sacuden ‘Hay dos días en la vida’ y la bossa nova se cuela en ‘Agua’. Y en todas ellas, la voz resbaladiza de Donés, con esa languidez caribeña que ha convertido el Mediterráneo en trópico, calentado con el saxofón brutal de James Jiménez.

Tiene Jarabe de Palo unas letras que oscilan entre la absoluta certeza (todo me parece bonito) y la duda existencial (son los sueños realidad o sueño); entre la hipérbole exacta (en la vida conocí) y la mera posibilidad (puede que hayas nacido en el lado…). Incluso una canción de Jarabe de Palo puede decir con indecisa convicción que depende, todo depende. Pero lo bueno es que, a veces, puede Donés olvidarse si quiere de las letras. A las 23:40 horas, cuando suena ‘La flaca’, toda garganta pucelana canta sin miedo a quedarse afónica que daría lo que fuera por un beso, aunque solo uno fuera. Porque en toda canción está el antídoto contra el dolor (también el de garganta).

El público abarrotó la Plaza Mayor para corear las canciones de Pau Donés. Ricardo Otazo

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