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Felipe III, el rey piadoso que resucitó a la Valladolid del XVII

Felipe III, el rey piadoso que resucitó a la Valladolid del XVII

Bajo su reinado emergió la figura del duque de Lerma, el gran artífice del traslado de la capital de España a la ciudad castellana; el nacimiento de Felipe IV, su hijo, reforzó el vínculo de la corona con la ciudad

Domingo, 20 de octubre 2024, 08:44

Felipe III el Piadoso fue conocido y recordado por su amable política exterior y por sus intentos de perseguir y propugnar la 'Pax Hispánica', o la paz entre todas las coronas de Europa. Aunque, por supuesto, no llegó a conseguirlo, por ejemplo, con la corona de Flandes.

Nace en Madrid, perteneciente a la dinastía de los Habsburgo, en 1578, en plena implantación del renacimiento artístico en la península ibérica. Es hijo de Felipe II, nacido en Valladolid, y podemos imaginárnoslo jugando a una corta edad en el Real Sitio de San Lorenzo del Escorial.

Felipe III fue el primer hijo del rey, que ya atravesaba su cuarto matrimonio, que logró sobrevivir a la infancia, convirtiéndose en el favorito para heredar el trono. Lo hizo en Madrid, a la muerte de Felipe II, siendo coronado como Felipe III de Portugal, pues bajo su mano dirigía ambos reinos, con tan solo veinte años.

Aunque piadoso, el Rey Felipe III no era ducho en el arte de gobernar e implantó en el reino una tradición que otorgaba poderes regios a los validos reales, quienes consiguieron, en concomitancia con las opiniones de Felipe III, imponer su criterio personal.

De esta manera, se muestra en el horizonte la figura de un histórico personaje político, digno de cualquier capítulo de Juego de Tronos: el duque de Lerma.

Los estudiosos, entre los que destacamos al experto en poesía renacentista Juan Matas, aseguran que el duque de Lerma, especulando con los terrenos vallisoletanos, compró varias parcelas con las que pretendía enriquecerse. En concreto, su plan consistía en convencer a Felipe III para trasladar las cortes a Valladolid, lo que consiguió sin demasiados esfuerzos.

El duque de Lerma quiso controlar la influencia que ejercía sobre el rey desde una posición más estratégica, contando con la cercanía de sus ducados, en la provincia de Burgos. Intenta también alejar al rey de su abuela, cuyas inclinaciones políticas distaban de las suyas; de hecho, decidió apartarla de la vida pública trasladando las cortes a Valladolid. Otra teoría, presentada por Mrozek Eliszeynski, asegura que la influencia de la tía de Felipe III también indujo al monarca a trasladarse a Valladolid.

Durante su estancia en Valladolid, Felipe III conoció a varias figuras emblemáticas, como es el caso de Peter Paul Rubens, cuya misión ordenada por el duque de Mantua en Italia, no surtió el efecto previsto, obligado Rubens, por su propia iniciativa y moral, a ofrecer por los inconvenientes ocasionados, un cuadro dedicado al rey y compuesto íntegramente por el artista.

Su presencia en Valladolid supuso el aumento demográfico en espectros nunca antes conocidos, llegando a triplicarse su población en cuestión de pocos meses, lo que dejó a Madrid sumida en un periodo de pobreza que habría de verse enmendado años después, cuando la capitalidad llegase de nuevo a Madrid.

Un detalle concreto de su paso por Valladolid fue la influencia surtida sobre el convento de las Descalzas Reales. Felipe III y Margarita de Austria-Estiria se hicieron cargo del patronato del mismo y de la edificación de un nuevo monasterio y una nueva iglesia. Sus obras finalizaron años después de que Felipe III hubiera regresado a Madrid, pero dejó varias premisas que habrían de ser cumplidas por el monarca y por la Iglesia en un perpetuo acto de simbiosis:

La comunidad de Descalzas estaba obligada a dedicar la misa de cada jornada a la reina Margarita, que había fallecido en el año 1611. El número total de congregantes debía de ser 33 y todas ellas debían ingresar por orden del rey y sin ningún tipo de dote económica, prohibiéndose también cualquier tipo de enterramiento o sepultura sin la aprobación del rey. Él les entregaría, si cumplían con lo establecido, una suma de 500 ducados cada año para el mantenimiento del convento.

Felipe III dejó a su paso por Valladolid innumerables reformas, edificaciones y manifestaciones artísticas que se han recogido en varios artículos de investigación y libros recopilatorios. Su profundo vínculo con la ciudad fue reforzado con el nacimiento de su hijo, el príncipe Felipe IV. Éste último nació en Valladolid en 1604, cuando la capital era la cuna de la cultura, el arte y la política interior y exterior, convirtiendo a Valladolid en una de las urbes más importantes de Europa.

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Sobre la firma

León (1996). Graduado en Educación Primaria por la Universidad de León. Realizó el Máster en Arte, Literatura y Cultura Contemporánea en la Universidad Oberta de Catalunya. En Leonoticias desde 2023. Articulista de opinión. Responsable en Leonoticias de 'El Odonista' y 'Edificios Emblemáticos de León' y en El Norte de Castilla de 'LiterArte'.

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