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El folclore vallisoletano y castellano y leonés acaba de perder a una institución, el músico Librado Rogado. Maestro de dulzaineros, ha fallecido en la madrugada de este sábado en el centro de mayores El Mirador, de Tudela de Duero, a los 93 años, según ha confirmado su hijo Cristóbal. Rogado vivió en Laguna de Duero desde mitad de la década de los 70 del siglo pasado y fue actor esencial en el nacimiento de la escuela de dulzaina de la localidad.
Mencionar el nombre de Librado Rogado es evocar este instrumento ligado a Castilla, al que se aplicó con el virtuosismo que le permitía una sólida formación, y el amor por la música tradicional. «Es una pena que no valoremos lo nuestro», defendía en una entrevista. Nacido en la localidad salmantina de Campo de Peñaranda, mamó desde niño la pasión musical. Su padre tocaba la dulzaina y el pequeño Librado le acompañaba ya a la caja. Luego hizo la carrera de Música en San Lorenzo del Escorial, en el Ejército. Más tarde obtuvo plaza en la banda militar de Santander. La familia vivió en la localidad asturiana de Llanes antes de afincarse en Laguna de Duero, buscando en su «raíz», rememora su hijo Cristóbal. Rescataba piezas de folclore y componía.
Librado Rogado tocaba el saxo, el clarinete, el piano... Pero cualquiera que le recuerde lo hará preparando las cañas, comprobando las llaves y removiendo sentimientos con las notas de la dulzaina. Un instrumento con el que fue más allá de la jota, la rebolada o el pasacalles y al que acercó otro tipo de piezas desde sus conocimientos musicales. Demostró que se podía tocar otras cosas con ella. Trabajó y colaboró con buena parte de los grupos de música tradicional de la comunidad: la Bazanca, Candeal, El Abrojo... Con Joaquín Díaz. Pero también con flocloristas de otras comunidades, como el País Vasco o Cataluña. Rogado publicó dos discos y formó duo durante una etapa de su vida con el segoviano Juan José Garcillán.
Socarrón en el trato y de conversación amena, en la que tiraba de anécdotas, Librado Rogado se movió, por su formación, a caballo entre la música de banda y la tradicional. «Cuando yo empecé, en los 80, era una figura consagrada, con un sonido muy personal, espectacular», rememora el músico Elías Martínez, de Villanubla.
«Fue un referente en lo que se refiere al virtuosismo con la dulzaina, que llevó a cotas extremas el aspecto interpretativo», describe sobre Librado Rogado el músico segoviano Pablo Zamarrón, que destaca el dominio del solfeo y de la música que demostraba el vallisoletano.
Instrumentos suyos y de su padre están depositados en Urueña, en la Fundación Joaquín Díaz, desde la que el etnógrafo vallisoletano persigue potenciar el conocimiento, la valoración y la difusión de la cultura tradicional,
Rogado fue trabajador de FASA-Renault, en el área de seguridad de la factoría, donde encajó por su experiencia en el Ejército. Viudo y padre de cuatro hijos, el músico se trasladó a la residencia cuando empezó a notar los efectos de la enfermedad de Parkinson y allí ha fallecido, con plena conciencia hasta los últimos días.
El velatorio con los restos mortales del músico está abierto en el tanatorio El Salvador y la familia ha informado de que el funeral se celebrará este domingo, 24 de julio.
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