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Calles vacías, calzadas sin coches. Tan solo algunos vecinos con una bolsa de la compra deambulan por Valladolid en este cuarto día del estado de alarma por el coronavirus. También se puede ver desde las ventanas a ciudadanos paseando con sus mascotas. Una vuelta ... rápida para que el perro haga sus necesidades y de nuevo a casa. Es en los domicilios, confinados, donde los vallisoletanos se refugian de la pandemia.
Coronavirus en Valladolid
En los parques no hay niños. Están precintados. Los supermercados, abiertos, acogen alguna cola en la que los clientes respetan la distancia de seguridad. A algunos de ellos ya se les ve con mascarillas. Se ha interiorizado que vivimos en una situación excepcional. Muy grave. Y es más patente, porque la ciudad está prácticamente desierta, la presencia de la Policía, que patrulla y advierte a los que transitan de que es mejor estar en casa. Salir a lo imprenscindible. Valladolid de cara a la galería es una ciudad fantasma, aunque dentro de las viviendas la vida continúe. La única salida: los balcones y ventanas, donde cada noche la ciudad homenajea a los que mantienen el pulso diario de la seguridad, la alimentación y, especialmente, a los sanitarios, que son la punta de lanza contra esta enfermedad.
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