España y Portugal desarrollarán una Estrategia Ibérica contra la despoblación

O dicho en términos 'pedrosanchistas', «repoblación». «Hemos planteado una estrategia ibérica de lucha contra la despoblación, y en consecuencia de favorecimiento de la repoblación. Me gusta más el término repoblar que despoblar, y de reconocimiento del envejecimiento de la población y, en consecuencia, del rejuvenecimiento de ese territorio», explicó en su primera intervención tras la cumbre, en la capilla de San Gregorio.

En el documento conjunto firmado por ambas delegaciones se indicó por escrito esta «preocupación por la intensificación de la despoblación y el envejecimiento en los territorios transfronterizos a ambos lados de la Raya, destacando en ellas las zonas rurales, siendo de los más elevados de la Unión Europea, con perspectivas demográficas negativas a futuro». El cómo se va a solucionar es algo más complejo de intuir, y la cumbre no era, tampoco, el momento de entrar en los detalles de cada uno de los acuerdos.

En el extenso documento, con 126 puntos sobre los que se ha venido trabajando, además de muchas «congratulaciones» por el funcionamiento de otras medidas aprobadas en cumbres anteriores, sí se hace referencia a algunas ideas: «Estas acciones pueden abarcar desde la implicación de ambos países en la elaboración de instrumentos de trabajo conjuntos como sistemas de indicadores compartidos, mapas de aliados, puesta en común de expertos, incorporación de los agentes culturales y empleados públicos, estando ya fijada la participación de ambos países en encuentros y reuniones sobre la materia en fechas recientes».

Dejó entrever el primer ministro portugués, António Costa, que una de las políticas que se quiere potenciar es la de «retorno del talento». Algo que, en cierto modo, podría ir ligado a ese intento «repoblador».

«Debemos luchar por brindar mejores condiciones para regresar a España y Portugal a aquellos que se vieron forzados a salir», explicó. Y añadió, en una especie de guiño político a su homólogo, que se debe pelear por conseguir «salarios dignos». En total se rubricaron siete acuerdos y declaraciones «con repercusiónpráctica en la vida» diaria de los ciudadanos de ambos países, aseveró el presidente español. Las líneas principales, de hecho, no difieren demasiado de las que se han trazado desde que empezaron estas relaciones bilaterales intensivas, que ayer celebraban su trigésima edición. Sí se ven azuzadas, sin embargo, por situaciones concretas. Los incendios del verano de 2017 en Portugal, trágicos, en un año terriblemente seco, obligaron a replantearse algunas cuestiones. Y ahora se insiste, claro, en la misma línea. «Reforzamos nuestra cooperación en materia de protección civil para las zonas transfronterizas y muy significativamente en un desafío que tenemos en la Península Ibérica que es la lucha y el combate contra los incendios forestales».

Diez carteras de cada país se reunieron en el Palacio Real de Valladolid para abordar todas las cuestiones posibles, desde la transición energética de ambos países, que deben comenzar por «trabajar en favor de unas interconexiones que permitan conseguir un mercado interno de la energía totalmente operativo, seguro, competitivo y limpio», explicaron en el documento final.

El medio ambiente, desde las especies invasoras en el Guadiana hasta el aprovechamiento hidrológico, o la necesidad de rematar infraestructuras como «la unión de Braganza y Zamora» o las conexiones ferroviarias pendientes son otras de las cuestiones que se plasmaron ayer en este plan de trabajo a medio plazo al que ambos países se comprometieron.