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María José Paniagua, trabajadora social y autora de 'Traficando con sueños'. Iván Tomé

Valladolid

Los esfuerzos educativos de un Barrio España de chabolas y sin asfaltar

María José Arconada transforma en ficción (en la novela 'Traficando con sueños') su experiencia como trabajadora social en colegios del norte de Valladolid

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 1 de junio 2024, 08:21

«Siempre dije que el día que me jubilara, me pondría a escribir». Lo que no intuía María José Arconada (Arconada, Palencia, 1963) era que la jubilación le llegaría tan pronto, que antes de lo previsto tendría el tiempo suficiente para dedicarse a su pasión. ... Hace nueve años, en 2015, con 51, le diagnosticaron párkinson y María José, después de una vida entregada a la educación en los barrios del norte de Valladolid, comenzó a dar rienda suelta a su imaginación. Desde entonces ha escrito siete novelas y recién ha empezado la octava. Ha publicado dos ('Cuando sopla el cierzo al atardecer' y 'El códice prohibido de Gadea') y acaba de presentar la tercera, 'Traficando con sueños', editada por El Lapicero Azul.

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El pasado viernes habló sobre ella en la biblioteca Entrelíneas, en Barrio España. Y el escenario es especial porque gran parte de la novela se fraguó aquí, en estas instalaciones que hace años eran el colegio Conde Ansúrez, donde María José desarrolló buena parte de su carrera como trabajadora social.

Cuenta que en esta novela, la primera que escribió, está reflejada buena parte de su experiencia laboral desde 1986, de su trabajo con niños y adolescentes en programas de integración educativa, con chavales que parecían carne de cañón para el fracaso escolar, pero que escaparon de su destino. Arconada estudió Trabajo Social, aprobó las oposiciones y con 23 años obtuvo su plaza en Barrio España. «Me sorprendió que tuviera tanta suerte, una plaza a la primera en Valladolid. Cuando vi la realidad del barrio, me di cuenta de que muchas personas evitaban ese destino, que no querían trabajar allí».

Cuando llegó a Barrio España, María José se encontró con una zona dejada de la mano de las administraciones. Calles sin asfaltar. Viviendas sin agua corriente ni luz. Un importante número de chabolas. «No había ni una sola señal de tráfico y los autobuses ni siquiera llegaban hasta allí». La zona ha cambiado hoy mucho, pero en aquellos años, aquel barrio de mayoría obrera tenía que bregar con unas altas tasas de absentismo escolar, con muchos niños sin escolarizar o que abandonaban sus estudios a una edad temprana. Y allí llegó María José. Y allí conoció una realidad reflejada ahora en una historia de ficción.

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Primero, la realidad. María José, como trabajadora social, formó parte de un equipo de intervención formado junto a una pedagoga y un psicólogo. Su objetivo era aumentar las tasas de escolarización, «abrir nuevas oportunidades» a chavales sobre todo de familias gitanas. Este equipo tenía su base en el colegio Conde Ansúrez (actual sede de la biblioteca Entrelíneas), pero trabajaban con varios colegios del entorno, como el Miguel Íscar, y también de La Rondilla. «Tuvimos hasta que habilitar unas duchas de agua caliente allí para que los niños se pudieran duchar, porque muchos no tenían agua en casa, y luchar contra la tiña», rememora María José.

Ese equipo se disolvió nueve años después de su creación y a los trece años se cerró el Conde Ansúrez, «que con el tiempo se había convertido en un centro gueto». María José continuó su labor educativa en el barrio vinculada con el colegio Miguel Íscar y, durante una temporada, en el instituto Ribera de Castilla. «El reto era, una vez que los niños y sus familias habían adquirido el hábito del estudio, conseguir que eso se prolongara en la educación secundaria». Había jóvenes que se matriculaban en el instituto, pero que no iban a clase. O que iban pero tenían graves dificultades para aprobar. O que aprobaban pero abandonaban los estudios de forma temprana. «Y no porque no tuvieran interés. En muchas ocasiones sí que lo tienen. Cuando hablas con muchas familias gitanas, te cuentan que quieren para sus hijos lo que ellos no pudieron conseguir», cuenta María José.

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Calles de Barrio España a finales de los años 70 del siglo XX. Archivo municipal.
Calles de Barrio España a finales de los años 70 del siglo XX. Archivo municipal
Calles de Barrio España a finales de los años 70 del siglo XX. Archivo municipal
Calles de Barrio España a finales de los años 70 del siglo XX. Archivo municipal
Calles de Barrio España a finales de los años 70 del siglo XX. Archivo municipal

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Y ahora, la ficción. Pepo es un niño gitano de 10 años inmerso en la vida nómada que le imponen sus padres. Son temporeros (sobre todo de la patata, pero también la vendimia, la remolacha) que viajan allí donde les necesitan. Un día, la vida de Pepo cambia para siempre cuando su madre muere por sobredosis. Pepo y su hermano Toñito se instalan en la ciudad junto a su padre, en la casa de una de sus hermanas. Es así como llegan al Barrio de la Luz, un trasunto literario de ese Barrio España en el que durante tantos años María José trabajó. «El barrio de la oscuridad, como lo llama Pepo, que vive con miedo esos primeros años en la ciudad».

Esta es la trama de 'Traficante con sueños', la primera novela de Arconada, aunque el texto nunca vio la luz editorial. Eso sí, había sido leída (a través de fotocopias) en numerosos foros. Por ejemplo, en Belén Lee, un grupo de lectura de este barrio. También en otros clubes de lectores vinculados con la novela negra. «Y como vi que la novela interesaba, busqué cómo publicarla». Y eso que no es fácil lo del mundillo editorial.

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Al principio, reconoce María José, no era muy consciente de ello. Al poco tiempo de jubilarse, se presentó en un certamen de literatura histórica que convocaba la villa romana de La Olmeda. «Me enteré un poco tarde y escribí el relato en apenas unos días. Gané. Y eso me subió la moral. Esto es lo mío, pensé. Qué fácil es escribir», se dijo. Consiguió poco después otro premio, 'Pintemos de gitano Cataluña'. Con esos premios y la publicación de sus relatos parecía sencillo lo de abrirse camino en la literatura. «Pero es más complicado de lo que parece».

María José Arconada, autora de 'Traficando con sueños'. Iván Toméss

Además, cuenta, cada vez le cuesta más escribir. El párkinson le está dificultando la labor. «Escribo a ordenador y tengo un teclado adaptado. A mano ya casi no puedo (la letra es ilegible) y dentro de poco tampoco lograré teclear. Voy muy despacio. El pensamiento va mucho más rápido que mis manos. Así que llegará un día en el que me tocará dictar», dice María José, quien tiene en sus hijos (Elena y Diego) dos aliados para acompañarle en este camino literario que siempre fue su gran deseo. «He sido una lectora empedernida, desde la infancia. Toda mi vida he querido escribir», dice María José, quien ya trabaja en su próxima aventura novelesca y ahora presenta una historia de superación basada en su experiencia educativa en varios barrios de Valladolid.

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