Manuel, el hombre que denunció el robo de su bebé nacido en 1956. HENAR SASTRE

El empresario mexicano que busca a su familia en Valladolid cruzará su ADN con un hombre que denunció el robo de su bebé

Fernando sospecha que su hijo nunca murió al nacer. Hoy, 53 años después, se ha sometido a una prueba por si coincide la información genética

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 1 de marzo 2020, 09:10

Sé que es una lotería, muy difícil, casi imposible. Pero, ¿y si resulta que...?», se pregunta Fernando (81 años), quien intenta llenar de esperanza unos puntos suspensivos que son eterna duda. «¿Y si resulta que es mi hijo, el crío que estoy seguro de ... que nos robaron al nacer?», se cuestiona hoy Fernando, 53 años después de aquel día trágico que no ha podido olvidar. «¿Cómo hacerlo?».

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El recuerdo está ahora más vivo que nunca, después de que Fernando leyera el anuncio que un empresario mexicano publicó en El Norte. «Necesito ayuda para encontrar a mis padres», decía, en un mensaje anónimo, puesto que prefiere no desvelar el nombre y apellidos que le otorgaron sus padres adoptivos. «Supuestamente nací el 1 de julio de 1966, en el sanatorio Sagrado Corazón. Mi única intención es que mis padres biológicos lo sepan, para su tranquilidad. Agradezco la información que me lleve a encontrarlos», añadía. Un hijo que busca a sus padres. Un padre convencido de que su hijo no murió al nacer. «¿Y si resulta que...?»

Hay dos datos calcados. El bebé de Fernando nació en 1966. El mismo año. También fue varón. El mismo sexo. No coincide la fecha (el 1 de julio el empresario mexicano, el 1 de septiembre el hijo de Fernando). Tampoco el hospital (el Sagrado Corazón en un caso, la antigua residencia Onésimo Redondo en el otro). Ni el ginecólogo que atendió los partos. Aún así, Fernando ha decidido someterse a una prueba de ADN –ya ha enviado la muestra de saliva al laboratorio– para descartar de forma definitiva que no tiene relación alguna con el hombre que, desde el otro lado del océano, busca a sus padres biológicos. Por si resulta que.

«La fecha hace imposible que ese bebé sea yo. Pero le he regalado una test genético para que se haga la prueba para ver si se hace el milagro y encuentra a su hijo», explica el empresario que desde México ha iniciado la búsqueda de su familia. No está muy convencido de que esta pista le lleve a algún lugar de provecho, pero por intentarlo...

«Sé que es difícil, pero no perdemos nada», añade Fernando, mientras muestra un papel con la declaración que el 29 de febrero de 2012 (se van a cumplir ocho años)hizo en la comisaría de la calle Gerona (en Delicias) después de que su hija presentara la denuncia por un posible caso de bebés robados. «En su época, ni nos lo llegamos a plantear. Entonces la palabra de un médico era sagrada. Pero hace unos años empezaron a salir muchos casos en los medios de comunicación y estoy convencido de que una cosa así fue la que hicieron con mi hijo», asegura Fernando.

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Su mujer (hoy están separados, tuvieron tres hijos sin problemas después)se puso de parto el 31 de agosto de 1966. «Cogimos un taxi, sobre las siete de la mañana, para ir desde nuestra casa en La Farola hasta la residencia. Y ya la dejaron ingresada. Estuvimos esperando muchas horas. Recuerdo que estaba con mis suegros en la sala de espera cuando, a la una de la madrugada, me dijeron que había nacido el niño y subimos a la habitación».

En la declaración policial se consigna que Fernando no precisaba ni planta ni habitación. «Es que ha pasado mucho tiempo». Sí que recuerda que su esposa estaba dormida «por la anestesia» y que las enfermeras le dijeron que habían tenido que utilizar fórceps, que el niño estaba «malito» y que en ese momento no lo podían ver. «Me dejaron al día siguiente, con mi suegro. El bebé estaba en una incubadora, tumbado del lado derecho. Pesó seis kilos. En ningún caso vi nada extraño, que estuviera enfermo, pero a mi mujer, que nunca lo tuvo en brazos, le decían que estaba muy mal, que se hiciera a la idea de que iba a morir, que si no fallecía quedaría vegetal toda la vida...».

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Cuenta Fernando que pasó aquella tarde en la casa de sus suegros y que allí se acercó un conocido (en moto) para avisarle de que en el hospital le habían dicho que su hijo había fallecido. «Eran las diez de la noche. Ni siquiera se habían cumplido las 24 horas, por lo que no fue necesario que se inscribiera porque se consideraba entonces no nato».

Aún así, Fernando firmó, como recoge el documento policial, «el boletín estadístico de nacimiento, el cuestionario por la declaración de nacimiento en el registro civil y el cuestionario por la declaración al registro civil de alumbramiento de criaturas abortivas». Durante toda esa jornada, las enfermeras visitaron a la madre en la habitación. «Le insistían que el bebé estaba muy malo, que seguro que no sobrevivía, que sería lo mejor, que las lesiones eran tan graves que se quedaría tontito toda la vida», añade.

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«Yo tenía un seguro de decesos y en el hospital me dijeron que no me preocupara de nada, que fuera a la funeraria de la Bajada de la Libertad, que allí me arreglarían todos los papeles. Compré un féretro blanco, pequeñito, lo metí en un taxi, fui con él a la residencia y allí entregué el ataúd a los médicos. Luego me dieron la caja, pero no llegué a ver al niño. No la abrí.Fui con ella al cementerio y allí la enterraron en una fosa común. Recuerdo que un trabajador del Carmen le dijo al otro:'Mira, ha llegado un neonato'», relata.

«Nunca se me ocurrió abrir el ataúd. Tenía 26 años. Siempre he sido muy confiado. Y entonces, la palabra de un médico iba a misa. ¿Cómo iba a pensar yo que allí dentro no estaba el cuerpo de mi hijo? Pero luego, cuando se empezó a hablar de los bebés robados, no he podido dejar de pensar que yo también sufrí un caso así», asegura. «Y con la duda sigo».

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Hoy, 53 años más tarde, después de leer la historia del empresario mexicano que busca a sus padres biológicos en Valladolid, ha pensado que es difícil, casi imposible. Pero, ¿y si resulta que...? Por eso le escribió un correo, por eso han entrado ambos en contacto, por eso contrastarán sus ADN por si existiera coincidencia, por si resulta que.

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