Borrar
Consulta la portada del periódico en papel
Vicente Solórzano en los años 60.
Vicente Solórzano, el impulsor de la papiroflexia en Valladolid
El cronista | Historias de aquí

Vicente Solórzano, el impulsor de la papiroflexia en Valladolid

No pudo cumplir su sueño de crear un museo y fundar una escuela de esta disciplina

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 10 de octubre 2024, 07:13

Al final no se cumplió el sueño de Vicente Solórzano: crear un Museo de la Papiroflexia y fundar una escuela de esta disciplina en Valladolid. Solórzano era una de las máximas autoridades mundiales de papiroflexia. Él fue quien consiguió que las palabras papirólogo y papiroflexia se introdujeran en el mundo del arte del doblado del papel para crear figuras de seres u objetos que, hasta entonces, se conocía con el nombre internacional de origami, un término acuñado en Japón.

Vicente Solórzano Sagredo nació en Burgos el 24 de julio de 1883, pero se crió en Valladolid, donde estudió la carrera de Medicina. En Madrid cursó el doctorado, especializándose en odontología. Y, según él mismo contó, comenzó a darse a conocer en el mundo del papel hacia 1916.

Su infancia y juventud estuvieron marcadas por el prematuro fallecimiento de sus padres. En la obra cumbre de Solórzano, 'Papiroflexia Zoomórfica', dos tomos autoeditados en Valladolid en 1962 en la imprenta Sever-Cuesta, escribió esta dedicatoria a sus padres: «La larga orfandad de mi vida se rigió siempre por el ejemplo vuestro». Su madre murió cuando él tenía 12 años, y su padre cuando tenía 23. Ambos yacen en el Cementerio del Carmen de Valladolid, donde también está inhumado Vicente Solórzano.

Portada de la obra cumbre de Solórzano, 'Papiroflexia Zoomórfica', dos tomos autoeditados.

Terminada la carrera, durante unos cuatro años ejerció de médico en varias empresas navieras alemanas que cubrían rutas internacionales, lo que, según el pediatra Nemesio Montero (Valladolid 1906 - 1981), le permitió adquirir una vasta cultura visual, artística y relacional, y extenso conocimiento de idiomas, biología y musicología. En efecto, Solórzano era un aventajado músico que estudió piano y violín mientras estudiaba la carrera. Años en los que dirigió la rondalla escolar de Valladolid, con la que actuó en varios pueblos de la provincia.

Después de su periplo naviero, en octubre de 1909, se establece en Briviesca con un consultorio médico-quirúrgico, hasta que, en fecha que no ha sido posible determinar, se marcha a Buenos Aires donde ejerció la medicina durante treinta años. En 1955 vino a Valladolid, donde fijó su residencia definitiva tres años después. Sin duda alguna, su amistad con Nemesio Montero, también experto papirólogo, influyó para que Solórzano viniera a Valladolid, donde, como ya se ha dicho, estaban enterrados sus padres. Además, según dijo el propio Solórzano, guardaba de la ciudad agradables recuerdos de sus años de estudiante, en los que coincidió con Pío del Río Hortega.

Nada más llegar a Valladolid, muy ilusionado, se integró en la vida social de la ciudad: acudía a conciertos, conferencias, exposiciones, y se hizo socio del Círculo de Recreo. Francisco Javier Martín Abril (periodista que trabajó en diversos medios de comunicación vallisoletanos, entre ellos El Norte de Castilla), escribió un artículo sobre Solórzano del que dijo que era un hombre muy popular en el Valladolid de aquellos años, al que todos llamaban cariñosamente 'el papiroflexio', una persona que siempre buscaba conversación con sus conocidos.

La fama de Solórzano creció en España de tal manera que en octubre de 1963 Televisión Española le entrevistó en el espacio «Viajero sin pasaporte». Su sueño era crear un Museo de Papiroflexia, idea que acogió con entusiasmo el Ayuntamiento de Valladolid, al que hizo donación de tres mil figuras de su colección. Al parecer el depositario de esa entrega, hasta que se hiciera el museo, fue Montero, al que Solórzano había nombrado delegado en España de la Asociación Universal de Papirólogos que estaba impulsando desde Argentina, pero que no llegó a cuajar.

Corría el año 1961 y el museo aún no se había creado. No obstante, Solórzano manifiesta que sigue esperando con lógica impaciencia «que el Ayuntamiento encuentre el debido emplazamiento para el mejor museo del mundo de papiroflexia», y que otras ciudades se interesaban por la extraordinaria colección que tiene en Valladolid dispuesta para ser entregada en el momento que juzgue oportuno la Corporación Municipal, a quien tiene dada palabra de que no va a dividir su colección, a pesar de que, por ejemplo, una norteamericana le había ofrecido mil dólares solo por el cuadro formado con quince figuras del mundo taurino.

La labor del doctor Solórzano en Argentina era conocidísima, y ese mismo año 1961 vino a Valladolid una comisión de Buenos Aires para imponerle la medalla que le había concedido el Ateneo Popular de Boca, con motivo del Salón Internacional de Arte de 1961 organizado por la Asociación Médica de Cultura Artística.

Mientras tanto, Solórzano viajaba a otras ciudades españolas para hablar con colegas del mundo de la papiroflexia. Y para dar a conocer mejor su obra, el 18 de febrero de 1962 se inauguró en la Caja de Ahorros Provincial de Valladolid una exposición de sus figuras, en la que Nemesio Montero hizo de presentador. En marzo de ese año, a él y al doctor Ángel Casas se les rindió un homenaje promovido por amigos de ambos: al doctor Casas, por su jubilación como médico de la Beneficencia, y al doctor Solórzano por el éxito de su reciente exposición.

En noviembre de 1964 emprende viaje a Hispanoamérica para presentar su obra y liquidar sus asuntos pendientes en Buenos Aires, y anuncia que volverá a Valladolid: «En mi testamento todas mis papirolas quedan para él», refiriéndose al museo que se proyectaba en la ciudad.

Fernando Sánchez-Biezma, conocido origamista español, en un artículo publicado en 2022 escribió que el doctor Nemesio Montero fue el custodio de los dos baúles que guardaban las figuras del Museo que Solórzano abrió en Buenos Aires y que hoy disfruta como depósito la Asociación Española de Papiroflexia. Figuras que estaban destinadas al Museo de Valladolid que nunca se hizo.

Vicente Solórzano falleció en Buenos Aires el 9 de marzo de 1970, y Nemesio Montero dice a su amigo Martín Abril, que en su testamento dispuso que sus restos mortales se trasladaran a Valladolid. Pasaron siete años hasta que se cumpliera su deseo, pues hasta el 15 de junio de 1977 no se inhumaron sus restos mortales en el panteón de Valladolid donde habían sido enterrados sus padres: su madre, María del Rosario Sagredo el 22 de mayo de 1895 y su padre, Cecilio Solórzano el 25 de enero de 1906. Vicente tuvo un hermano, Germán, y una madrastra, Matilde Arnáu.

El traslado de sus restos a Valladolid no tuvo ningún eco en la ciudad, muy volcados los medios de comunicación en las primeras elecciones democráticas constituyentes celebradas justamente ese mismo día.

La obra de Solórzano ha quedado publicada en tres manuales titulados Papirolas; seis cartillas tituladas Papirolas Escolares; trece Cuentos de Papirolas; y los libros Papiroflexia Elemental, Papiroflexia Superior y su gran obra ya citada Papiroflexia Zoomórfica.

La próxima semana

Jesús Anta desgranará la historia del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1984, una de las aportaciones más importantes que hizo el primer ayuntamiento de la democracia en Valladolid.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Vicente Solórzano, el impulsor de la papiroflexia en Valladolid