Ubicada en el barrio de Las Delicias, la de San Isidro es la única ermita que se conserva en la actualidad, de todas las que hubo en Valladolid. Realizada en ladrillo y tapial, la fachada es sencilla, desprovista de adornos. Sobre la portada, en arco ... de medio punto, hay una lucerna rectangular. Está rematada por ático con dos espadañas simétricas para las campanas. El interior es de una sola nave de orden toscano y forma de cruz latina, dividida por contrafuertes interiores con pilastras adosadas. El crucero está cubierto con cúpula ciega soportada por pechinas y adornada con yeserías. En el interior, un retablo de estilo rococó del siglo XVIII con tallas de Juan de Ávila. Concluida a finales del siglo XVII, se sufragó con 300 ducados cedidos por el gobierno local y las aportaciones particulares de los labriegos.
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Fue mandada edificar por la Cofradía de Nuestra Señora de la O y bendito Isidro Labrador, que se creó en Valladolid en 1494. Hasta entonces la cofradía celebraba sus cultos en la Iglesia de San Andrés. En 1602 se aprobó su regla y la cofradía dudó entre edificar una capilla en la Iglesia de San Andrés o una ermita propia; se decidió lo último. Así, en 1622, con motivo de la canonización de San Isidro, los cofrades clavaron una cruz en el lugar elegido para su construcción -en el camino de Tudela, cerca de la fuente de la Salud- aunque tuvieron que pasar setenta años para que se hiciera realidad. Se construyó en 1692 y, seis años más tarde, recibió sus imágenes titulares: San Isidro Labrador, santo patrón de los agricultores, y Santa María de la Cabeza, su esposa.
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Sonia Quintana
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Estas dos tallas, realizadas por el escultor vallisoletano Juan de Ávila, autor también del paso procesional 'Preparativos para la Crucifixión', entre otras obras, presiden el cuerpo central del retablo. A ambos lados, el retablo se completa con las figuras de San Emeterio de Barcelona y San Laurencio, ataviados, como San Isidro, con chaqueta corta, cuello de encaje, calzas y botas altas. El conjunto está coronado por un ático rematado con dos angelotes, que contiene una pintura que representa a San Rafael con Tobías.
Durante la epidemia de cólera del verano de 1885 la ermita se utilizó como hospital. En sesión municipal del 15 de septiembre de 1884, el arquitecto municipal autorizó la construcción, «a la derecha de la nave» de «dos estancias independientes para el caso de que hubiera necesidad de destinarlos a hacer cuarentena», informó El Norte de Castilla. Un año después, así fue. La ermita se convirtió temporalmente en un hospital provincial para convalecientes de la epidemia de cólera que asoló la ciudad. Cinco años después, en agosto de 1890, las autoridades locales decretaron el traslado del hospital «por su proximidad al depósito de aguas».
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La ermita de San Isidro ha pasado por épocas de abandono; rehabilitada, en la actualidad se encuentra en perfecto estado. Desde el año 2012 las estancias que acogieron el hospital de coléricos albergan el Museo de Aperos de Labranza, 'sucursal' del que ya existe en la Santa Espina. En una de sus paredes exteriores hay un mural con pinturas de temas agrícolas y junto a él, un monumento en honor al agricultor castellano, obra de Tordolín de Padilla, que representa unas manos con unas espigas.
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