El Triunfo: la tienda de trajes a medida del señor Casares

Cuando volvíamos del colegio íbamos siempre directas a la tienda y allí nos quedábamos  hasta que mi madre nos acompañaba a casa. Recuerdo la tienda siempre llena de gente», cuenta a sus 98 años Angelines Casares González, hija de Cándido Casares, fundador del comercio de confecciones para caballeros, señoras y niños El Triunfo, ubicado desde hace 108 años en la esquina de la calle López Gómez con José María Lacort. Cándido Casares Gallego (San Miguel del Pino, 1886) fundó a sus 28 años «me atrevería a decir que la tienda de confección más antigua de Valladolid» –señala Sofía Muñoz Casares (Burgos, 1969), nieta de Cándido, y hoy al frente del comercio junto a su hermana María (Burgos, 1965), quien hace más de veinte años se hizo cargo del negocio familiar. María era azafata de tierra de Iberia y Sofía trabajaba para una consultora en Madrid pero «cuando nuestra tía Charo iba a jubilarse mi hermana María, al pensar que la tienda no se iba a quedar en manos de la familia, decidió quedarse con ella. El cambio al euro ya lo hicimos nosotras. María se encarga más de los números y yo de atender al público. Mi tía Charo, que tiene 92 años, y mi tía Maísa, que tiene 90, siguen viniendo a vernos todos los días», apostilla Sofía.

Cándido Casares contrajo matrimonio con Andrea González González (Matilla de los Caños, 1890). La pareja tuvo seis hijas: Margarita, María, Angelines, Carmen, Charo y Maísa. Excepto María, que fue religiosa, las otras cinco han pasado por El Triunfo en distintos momentos de sus vidas. «¿Qué por qué se llama El Triunfo? Nunca lo preguntamos. Imagino que sería porque mi padre pensó que iba a triunfar con su negocio», relata Angelines, que regentó durante años la sucursal que El Triunfo tuvo en el número 28 de la calle Teresa Gil.

Castillo, Montequi y Mateo

En 1920 Cándido constituyó una sociedad con tres amigos bajo la razón social de Castillo, Montequi, Casares y Mateo para continuar con el negocio. «Después, con los años, cada uno fue abriendo su propio negocio y mi padre volvió a quedarse solo en El Triunfo», refiere la tercera de las hermanas Casares González. «Mi abuela era más empresaria que mi abuelo. Mi abuelo era quien iba a Barcelona a comprar los tejidos y mi abuela era la que estaba al frente de la tienda. Había oficialas, sastres y mujeres que cosían en sus casas los gabanes, las pellizas, los monos... Y los trajes. La gente venía de los pueblos a hacerse los trajes para las bodas», detalla Sofía.

Desde los años ochenta, El Triunfo es un negocio especializado en venta de vestuario laboral profesional. «En el momento en que se dejan de confeccionar trajes a medida la tienda se dedica al vestuario laboral. Pero hemos vendido desde ropa para disfraces a camisetas personalizadas para peñas y hasta un mono para el hombre bala de un circo», recuerda Sofía.

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