El cronista | Historias de aquí
Tras la huella visigoda en ValladolidSecciones
Servicios
Destacamos
El cronista | Historias de aquí
Tras la huella visigoda en ValladolidJosé Martí y Monsó, pintor e historiador, que fue director de la Escuela de Bellas Artes de Valladolid, entre sus obras firmó un cuadro titulado «Tercer Concilio de Toledo». Lo pintó en 1862 cuando apenas había cumplido los veintidós años. El cuadro, premiado en la ... Exposición Nacional, está depositado en el Senado.
El cuadro representa la conversión del rey visigodo Recaredo cuando en el citado Concilio de Toledo celebrado el años 589, el monarca abandona el arrianismo para someterse al Papa de Roma.
Esta es una representación más de la importancia que tuvo en Hispania la presencia visigoda entre mediado el siglo V y los primeros años del VIII, y que dejó rastro en todos los órdenes de la vida sea religioso, económico o legislativo.
Y, desde luego, dejó Toledo como el faro de la cristiandad hispana y referencia de la Hispania visigoda, en disputa territorial con los musulmanes. Por eso fue tan celebrada la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085, junto al Conde Ansúrez, tenente de Valladolid, como hombre de su máxima confianza.
Esto nos trae a que en la provincia de Valladolid se han documentado un abultado rastro de la época visigoda.
Un último apunte histórico, antes de antes de seguir el rastro visigodo, y es que contrariamente a lo que se nos enseñan en la escuela, el último rey godo no fue el derrotado Rodrigo en la batalla de Guadalete en el 711, no. La invasión musulmana no toma toda la península enseguida, lo que permitió que el joven Agila II y luego su hermano Ardabasto (o Ardo) aún siguieran llevando la corona visigoda hasta el año 720 en el territorio nororiental de la península.
La profesora de la Universidad de Valladolid Ángeles Alonso Ávila, en su libro «Valladolid durante los tiempos visigodos», relata que son escasos los restos documentales o escritos sobre la presencia visigoda en Valladolid, pero no así los restos materiales, y aporta un detallado mapa donde indica los lugares en los que hay enterramientos, restos constructivos y los más diversos objetos: cerámicas, adornos y útiles de guerra o de trabajo. En total, señala veintitrés municipios repartidos por toda la provincia.
En los restos hallados predomina la cerámica, restos constructivos y decorativos, y enterramientos.
Junto a estas evidencias físicas está la tradición que nos cuenta que los reyes Wamba, Chindasvinto (o Quindasvinto) y su hijo Recesvinto también tienen relación con Valladolid: Recesvinto porque murió en Gérticos (la actual Wamba, pero otras versiones situan Gérticos en el Valle del Jerte); Wamba, que estaba junto al lecho mortuorio, porque fue forzado a admitir la corona que dejaba vacante Recesvinto; y Chindasvinto, porque –seguimos la tradición-está enterrado en San Román de Hornija, junto con su esposa Reciberga.
De entre las necrópolis excavadas, la conocida como Las Piqueras, en el término de Piña de Esgueva, data del siglo VII. El proceso de la excavación llevada a cabo principalmente en los años 1933 y 1934, así como los objetos hallados, están expuestos en el Museo de Valladolid (Palacio de Fabio Nelli).
La excavación que ha contabilizado 49 enterramientos, también sacó a la luz ajuar y cerámica al parecer de mucho interés, y también se dio con un murete que pudiera parecer que tuviera la función de acotar la zona de enterramiento. Los cuerpos se enterraban sin caja ni sarcófago, simplemente cubriéndoles de tierra y piedras.
La necrópoli está a unos tres kilómetros al oeste del pueblo, pasado el Esgueva. La excavación de los enterramientos dio como resultado que también se hallaran restos prehistóricos, lo que lleva a pensar que el enclave estuvo tradicionalmente ocupado por el ser humano. Viene el nombre de Piqueras porque de antaño se observaba que cuando se araba, el arado a veces se hendía más de la cuenta, como su hubiera un «agujero» en el suelo. Y ciertamente, cuando se excavó en los años treinta se vio que algunas tumbas apenas estaban a 30 o 40 centímetros de la superficie. Los profesores Joaquín Pérez Villanueva, Antonio Tovar y Jacques Supiot fueron los directores de esta excavación.
Otro yacimiento importante es el de Simancas, acaso de principios del siglo VII. En las inmediaciones del Archivo, en 1928 se estaba cimentando el terreno para construir unas casas, y trabajadores del Archivo observaron que habían aparecido trozos de cerámica y fragmentos de hierro. Avisaron a Saturnino Rivera Manescau, arqueólogo y profesor de la Universidad de Valladolid. Este solicitó la autorización a la Junta Superior de Excavaciones, y en abril de 1929 un equipo comenzó los trabajos de excavación y documentación, que sacaron a la luz cerca de 200 sepulturas, ajuar doméstico y funerario, cerámica, vidrio y cuchillos.
Saturnino Rivera y el arqueólogo Federico Wattemberg también localizaron piezas visigodas del siglo VI en la antigua Granja Escuela José Antonio, muy cerca de donde están los restos de la villa romana de Prado (junto al estadio del Real Valladolid).
La arqueóloga Consuelo Escribano Velasco, en un trabajo de documentación de la iglesia donde se supone que están enterrados los restos de Chindasvinto indica que las fuentes de la época aseguran que el rey está sepultado en la iglesia-monasterio de hornija, y que la existencia de una lauda sepulcral hace pensar que el sarcófago marmóreo que hay en la iglesia albergaba los restos de Chindasvinto y su esposa Reciberga.
Sea leyenda o realidad, el epitafio que Chindasvinto dedica a su jovencísima esposa Reciberga, que falleció antes que el rey, es un hermoso texto cuya redacción (que tiene varias versiones) se atribuye en realidad a Eugenio Tercero de Toledo. Y dice así una de las versiones: «Si la vida con oro se comprara jamás se le atrevería a un rey la muerte, más como a todos rige igual suerte, ni el precio al Rey, ni el llanto al pobre ampara. Así vencido al hado esposa cara, mi espíritu a los santos se convierte, porque resucitada puede verte, al lado de ellos refulgente y clara. ¡Adios pues Reciberga! Siete años dulce vivir hiciste a Chindastinto, y otros tantos te ´dia al nombre de esposa, más ya llorar me toca a desengaños, y a orillas de Orsiga en un recinto, a quienes Dios junto, cubra una losa».
Jesús Anta relata la construcción del Teatro Lope de Vega, el primer teatro moderno –a la italiana- del Valladolid del siglo XIX. Se inauguró el 6 de diciembre de 1861. Luego vendrían el Calderón de la Barca (28 de septiembre de 1864) y el Zorrilla (31 de octubre de 1884).
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.