El cronista | Historias de aquí

Otras iglesias que sufrieron percances en Valladolid: desde San Pablo hasta la Catedral

La historia las iglesias de Valladolid tiene numerosos episodios de hundimientos, incendios y otros percances, como el ocurrido recientemente en la iglesia de la Vera Cruz. Más conocidos unos, como el hundimiento de la torre de la Catedral, más desconocidos otros, como puede ser la ruina de la iglesia de San Juan Bautista.

Veamos algunos casos.

La iglesia del Salvador, antigua ermita de Santa Elena, arranca su construcción actual en la primera mitad del siglo XVI, y en su interior ofrece la capilla de San Juan Bautista, lo más antiguo de la misma, concluida en 1487. La fachada, de las más preciosas que hay en España, al decir de Canessi, se levantó entre 1541 y 1559, según reza en un letrero que hay en lo alto de la misma. La torre se proyectó con el templo, pero ha tenido un par de reformas, la última en la segunda década del siglo XVIII, pues se había desplomado, arruinando las capillas del lado del Evangelio. El caso es que la combinación de materiales: piedra, ladrillo y pizarra, así como lo airoso de su cuerpo ochavado, con ventanas por todos sus lados, han hecho de esta torre una de las más bellas y singulares de Valladolid.

La vieja iglesia de San Juan Bautista tiene sus raíces en el siglo XII y sirvió para que los templarios organizaran su vida conventual. A lo largo del XVII y XVIII ha tenido reformas que desfiguraron su primitivo aire románico. Mas, en 1841, según el Catálogo de Monumentos Religiosos de Valladolid, el templo se hundió y los cultos se trasladaron a la iglesia del monasterio de las monjas bernardas de Nuestra Señora de Belén, situada en terrenos ahora ocupados por el Colegio de San José. La iglesia actual, siguiendo los planos de Manuel Cuadrillero, se inauguró el 23 de junio de 1932.

El hundimiento de las bóvedas de la nave del crucero de la iglesia de San Martín pudo haber provocado una tragedia. Ocurrió el 15 de marzo de 1965 y numerosos niños y niñas esos días estaban preparando su primera comunión. Tardó mucho tiempo en iniciarse la restauración, de tal forma que hasta 2007 no concluyó. Durante el tiempo que estuvo cerrada, una de las joyas de la escultura vallisoletana, la Quinta Angustia, más conocida como la Piedad, una talla de 1625 del maestro Gregorio Fernández, se trasladó al convento de las Descalzas Reales, hasta que en 2011 volvió a San Martín.

El convento de San Pablo comienza a erigirse en 1276, gracias a una donación de Dª Violante, esposa de Alfonso X, que apoyaba a los dominicos. Mas, la traza que ahora luce en la plaza, comienza en 1445 bajo el impulso de Fray Juan de Torquemada, un clérigo sabio tío de otro Torquemada, el conocido Inquisidor General. El 9 de septiembre de 1968 se desató un incendio que elevó una torre de humo vista desde todos los rincones de Valladolid y que destruyó la techumbre. Unos meses después se derrumbaron las bóvedas de la capilla mayor y el centro del crucero. De aquel episodio hay que lamentar los destrozos que la caída de materiales ocasionó en el retablo mayor y la tribuna. En diciembre de 1974 ya estaba concluida la restauración, financiada con fondos de los dominicos.

La primera iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en las Delicias, data de 1915. Una humilde construcción con espadaña que sufrió dos incendios en 1936: uno en la madrugada del 22 de marzo, y otro el 18 de julio. Ambos, de controvertida investigación sobre sus causas o autores. El caso es que en el de julio fueron detenidas dos personas –padre e hijo- acusadas de socialistas. Fueron fusilados el 19 de septiembre. Según la historiadora Orosia Castán, fue el propio cura de la parroquia quien incendió la iglesia para culpar a los rojos.

La construcción del nuevo –y actual- templo se inicia en octubre de 1937 y aunque se abrió al culto el 5 de julio de 1942, no estuvo completamente terminado hasta el 3 de abril de 1949. El arquitecto fue Ramón Pérez Lozana, que según el Arzobispado lo hizo de forma altruista. Pérez Lozana es conocido por ser el autor de los cines La Fuente, Roxy y Carrión, así como importantes edificios en el centro de Valladolid. En las obras de construcción, el historiador Enrique Berzal, señala que participaron presidiaros comunes y políticos, con remisión de pena, y que fueron las obras con mayores y más impactantes connotaciones de cuantas obras realizadas en Valladolid con mano de obra forzada.

El 31 de mayo de 1841 es una de esas fechas que ha quedado grabada de forma imperecedera en la historia de Valladolid. Aquel día, en medio de una terrible tormenta, se derrumbó la única torre que tenía la catedral. En su caída, el cuerpo superior arrastró parte de los cuerpos segundo y tercero. No hubo desgracias personales salvo el enorme susto de la mujer del campanero –el matrimonio habitaba en la torre- que quedó atrapada entre los escombros hasta que fue rescatada varias horas más tarde. La versión más extendida sobre las causas del hundimiento se basa en los efectos sobre la torre tuvo el terremoto de Lisboa de 1755, lo que al parecer obligó a encincharla poco tiempo después. Una versión que sin ser inverosímil está muy matizada por lo que cada vez se va conociendo más de la torre. Sabemos que, desde el principio hubo que acometer varias reparaciones en la misma. El historiador Javier Baladrón Alonso recuerda en uno de sus artículos que, por ejemplo, en 1740 se habló de la necesidad de reparar la media naranja de la torre, pues habiéndola hecho varios reparos hacía días, los maestros de obra tenían «gran recelo si sobrevenía algún daño». Además, la base de la torre estaba sobre un manantial de abundantes aguas. Una reciente investigación del doctor arquitecto vallisoletano Juan Luis Sáiz Virumbrales, se inclina más por achacar el derrumbe a un paulatino deterioro debido a una deficiente construcción que facilitó dañinas filtraciones de agua por entre las piedras de la torre. Un deterioro profundo que no pudieron  sujetar las cinchas de hierro que en 1761 se instalaron rodeándola.

Pasaron casi cuarenta años hasta que se inició, en 1880, la construcción de la nueva torre, cuyos trabajos, detenidos en varias ocasiones duraron hasta 1910, y en 1911 ya lucía el reloj que daba las horas para toda la ciudad.

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