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Desacralizada y rehabilitada en 2012, la Iglesia de San Benito el Viejo fue desde el siglo XV la capilla del palacio del conde de Gondomar, uno de los pocos monumentos civiles de la época de Felipe III que perviven en Valladolid y que llegó ... a albergar en el siglo XVII una de las mejores bibliotecas del reino. Hoy este templo vallisoletano alberga la mejor colección de copias de grandes mitos y obras maestras de la Antigüedad clásica: desde el Torso de Belvedere, de Apolonio, a Laocoonte y sus hijos, de Agesandro, Polidoro y Atenodoro de Rodas, pasando por la máscara funeraria de Agamenón, entre otras. Aunque adquirió su mayor relevancia en la ciudad en el siglo XVI, cuando se vinculó al palacio colindante a través de relaciones de patronazgo, la Iglesia de San Benito el Viejo ya existía como ermita en 1276 y en 1375 fue convertida en parroquia.
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Fue bajo el auspicio de Sancho Díaz de Leguizamón, alcalde de lo Criminal en la Chancillería de Valladolid, y su mujer, Mencía de Esquivel, cuando el templo cobró gran importancia en Valladolid ya que, en 1540, el matrimonio rehizo la capilla mayor para establecerla como su lugar de enterramiento. En 1599 Diego Sarmiento de Acuña, I conde de Gondomar y embajador de Felipe III en Inglaterra, adquirió el palacio renacentista construido por Sancho Díaz de Leguizamón junto a la iglesia e integró el templo de San Benito el Viejo como capilla familiar, tras adquirir también su patronato. Encargó entonces a Pedro Díaz Minaya y a su hijo Diego Valentín Díaz, quien llegó a ser el pintor más prestigiado de Valladolid, la decoración de la cripta bajo la capilla mayor para su enterramiento.
Uno de los elementos más importantes del templo es el escudo nobiliario del exterior de la capilla mayor, obra de los canteros Juan de Celaya y Martín de Uriarte. El conde de Gondomar se encargó también de la reconstrucción de la iglesia y mandó colocar allí su escudo. San Benito el Viejo posee una nave única de cinco tramos con coro alto situado en los pies. Hasta mediados del siglo XVIII su cubrición había sido mediante artesonados de madera, condenados en 1750 con cielorrasos (techo plano y liso). En 1939 se cubrió con las bóvedas de medio cañón con lunetos que permanecen en la actualidad. Es de estilo herreriano.
El arquitecto Francisco de Praves y el escultor Gregorio Fernández diseñaron en 1629 el retablo mayor, realizado según los cánones de la escuela castellana. Este retablo desapareció a principios del XIX, momento en el que el palacio abandonó su carácter de residencia privada. El templo siguió conservando su actividad religiosa hasta 1812, año en que fue reconvertido en almacén. Parte de sus obras de arte se trasladaron a la Iglesia de San Martín. Las Madres Oblatas adquirieron en 1912 el palacio, conocido ya como la Casa del Sol, para su uso como hospicio femenino y volvieron a abrir al culto el templo como capilla en 1921. En 1999 fue adquirida por el Estado, junto al palacio, para el proyecto de ampliación del Museo Nacional de Escultura. Tras ser desacralizada, alberga desde 2012 los fondos del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, una colección de reproducciones exactas de piezas clásicas, realizadas en su mayoría en el siglo XIX.
El templo que el marqués de Llen levantó en Valladolid por amor a su prometida salmantina.
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