El sanatorio del doctor Escudero en la calle Santuario

Obra del arquitecto Miguel Baz García, el sanatorio del doctor Escudero se unía en 1946 a la oferta de centros hospitalarios privados que tenía entonces la ciudad, entre ellos, el sanatorio del Carmen, conocido como 'el sanato' o 'el sanato del doctor Cebrián', situado en la calle Paulina Harriet (actual número 2 de Francisco Suárez) y fundado en la década de 1920 por el urólogo Rodrigo Esteban Cebrián; el sanatorio del doctor Quemada, fundado en 1943 por el médico José Quemada Blanco; o el sanatorio Jolín, situado desde 1944 en el número 3 de la calle Pedro Niño esquina con Isabel La Católica. Este edificio se construyó entre enero de 1945 y marzo de 1946, mes en que se solicitó la licencia de primera ocupación, concedida en mayo de ese mismo año.

La idea inicial del propietario del solar, el doctor Escudero, según recoge el arquitecto Javier Carbayo Baz en su tesis doctoral 'Cuarenta edificios, veinte años de Arquitectura. La construcción en Valladolid y su entorno entre 1939 y 1959 a través de la obra de Miguel Baz García', «fue construir dos edificios alineados a la calle con un pasaje central que dejara al sanatorio en su eje»; pero este planteamiento fue finalmente abandonado, y el resto del solar quedó convertido en un jardín. El inmueble actual, de dos plantas, semisótano y cubierta aterrazada, conserva la escalera imperial original, en cuyo diseño el arquitecto Miguel Baz García colaboró con un arquitecto madrileño.

De disposición simétrica, se accedía al sanatorio a través de un gran vestíbulo central. En la primera planta, al igual que en la baja, se situaban salas de consulta, dormitorios y quirófanos. El acceso a la planta semisótano, en la que se ubicaban cuartos de instalaciones y accesorios, y a la planta de terraza, se realizaba mediante una escalera lateral secundaria. «En lo que atañe al exterior, a la imagen de la distribución de los huecos de la fachada principal, que inicialmente tenían forma de cruz, terminaron formando un cuadrado entre las ventanas y los paños de ladrillo visto», señala Carbayo Baz en el estudio que en su tesis doctoral hace de este edificio vallisoletano. «El arquitecto Miguel Baz realizó asimismo todo un ejercicio de coherencia al diseñar con estos mismos principios (racionalismo) todos los elementos del mobiliario interior», señala la memoria que el arquitecto Daniel Villalobos Alonso redactó para la inclusión de este edificio en el archivo del DoCoMoMo Ibérico, dedicado a la documentación y difusión de la arquitectura del Movimiento Moderno en la península ibérica.