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Comercios históricos de Valladolid: Quintín Rufiner

El taller vallisoletano de órganos románticos

Quintín Rufiner abrió en 1900 en la calle Vega un taller de fabricación de armonios y reparación y afinación de pianos que en los años veinte construyó los únicos órganos románticos de iglesia y salón realizados en Castilla y León

Sonia Quintana

Valladolid

Lunes, 11 de noviembre 2024, 07:15

Nacido en León en 1871, Quintín Rufiner Herrán vivió en Valladolid desde sus primeros años de vida, donde su padre, José Quintín Castán, carpintero, trabajó en los talleres de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. Quintín estuvo un tiempo como modelista en los talleres de tornería mecánica y fundición de Miguel de Prado, quien había sido compañero de su padre en la empresa ferroviaria en Valladolid. «El oficio de ebanista lo aprendería con su padre», supone Julio Rojo de Rojas, sobrino biznieto de este industrial vallisoletano que en el año 1900 estableció en el número 30 de la calle Vega, en un local adosado a la Iglesia de San Andrés, un taller de fabricación de armonios y reparación y afinación de pianos.

Quintín Rufiner empezó su formación organera de forma autodidacta. «Posiblemente trabajara en 1904 en la instalación del órgano romántico de la Catedral, del organero vasco Aquilino Amezua, y allí aprendería cuestiones del oficio de la organería mientras se montaba el órgano. Existe una relación muy estrecha entre los órganos realizados por ambos», apunta Juan Luis Sáiz Virumbrales, autor de la obra 'Quintín Rufiner (1871-1956). Biografía y análisis de la obra de un modesto organero vallisoletano' (Maxtor, 2011). Su primer trabajo como organero fue un pequeño órgano que montó en la parroquia de San Andrés. Su primera obra de cierta importancia, la gran reforma del órgano de la parroquia de San Lorenzo, adaptando el órgano de estética barroca a la estética romántica, entre los años diez y veinte del siglo XX. Rufiner se encargó del mantenimiento de este órgano hasta 1935.

Casado con Florencia Herrán Martín, el matrimonio tuvo solamente una hija, María Concepción Rufiner Herrán. Concha, como la llaman sus sobrinos nietos, se casó con Pío González, ebanista, quien trabajó con su suegro en el taller de armonios hasta los años cuarenta del siglo XX. Fue el órgano que construyó para el músico José Trueba el que le abrió las puertas para realizar los únicos órganos románticos de iglesia y salón realizados en Castilla y León. «Técnica moderna, materiales selectos, excelente maquinaria: he aquí los tres grandes factores que, poseídos por esta casa, le dan la preferencia entre sus similares. Economía, facilidad en los pagos, garantía absoluta en las fabricaciones: por esto es la casa más solicitada. No lo dude, es la casa que mejor construye«, reza una publicidad de histórico negocio vallisoletano.

Julio y Jesús Rojo de Rojas, sobrinos biznietos de Quintín Rufiner. Rodrigo Jiménez

«El órgano, que es el rey de los instrumentos, no se fabricaba hasta hoy en España con la profusión que en Francia y Alemania. Sin embargo, desde hoy, Valladolid puede agregar su nombre al de las escasas poblaciones donde se construyen órganos», publicó 'Diario Regional' en 1917. En 1918 Quintín Rufiner trasladó su taller a los números 43 y 45 de la calle Mantería. Allí estuvo hasta 1922. Aquel mismo año, tras un viaje por Europa, cambió su apellido por Ruffner. En los primeros meses de 1922 se trasladó a la Carretera de Salamanca número 35, triplicado (actual Puente Colgante). Allí estuvo hasta 1934 cuando cambió el taller al número 3 de Álvarez Taladriz (actual Paseo de Zorrilla), para lo que pidió al Ayuntamiento autorización para instalar una sierra mecánica.

Arriba, fotografía de 1900 de los primeros talleres de Rufiner en la calle Vega. Abajo, sección de montaje y maquinaria de los talleres del número 35 de la Carretera de Salamanca. A la derecha, Quintín Rufiner Herrán. Álbum de la familia Rojo de Rojas
Imagen principal - Arriba, fotografía de 1900 de los primeros talleres de Rufiner en la calle Vega. Abajo, sección de montaje y maquinaria de los talleres del número 35 de la Carretera de Salamanca. A la derecha, Quintín Rufiner Herrán.
Imagen secundaria 1 - Arriba, fotografía de 1900 de los primeros talleres de Rufiner en la calle Vega. Abajo, sección de montaje y maquinaria de los talleres del número 35 de la Carretera de Salamanca. A la derecha, Quintín Rufiner Herrán.
Imagen secundaria 2 - Arriba, fotografía de 1900 de los primeros talleres de Rufiner en la calle Vega. Abajo, sección de montaje y maquinaria de los talleres del número 35 de la Carretera de Salamanca. A la derecha, Quintín Rufiner Herrán.

El órgano de la parroquia de San Lorenzo, el de San Miguel, el de San Felipe de la Penitencia, el del Salvador, el de Bolaños de Campos y el de la Catedral de Burgo de Osma son algunos de los órganos que salieron de este taller vallisoletano que en 1937 se trasladó al número 21 de la calle Capuchinos Viejos, a orillas del Pisuerga, donde actualmente se levanta la Iglesia de La Sagrada Familia. Por entonces Quintín Ruffner ya solo construía armonios, trabajo al que se dedicó hasta su fallecimiento en 1956, año en que desapareció este taller vallisoletano.

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