El trazado de la calle del Santuario, llamada del Salvador hasta 1970, se ha ido consolidando siguiendo las referencias de las iglesias del Salvador, San Antón y San Ambrosio (a la altura del actual Santuario Nacional), que dieron nombre a la calle en diferentes épocas.
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Comienza la calle detrás de la iglesia del Salvador (un enclave que hunde sus raíces en el siglo XIII), y junto a la fachada de la casa de los Miranda, una construcción palaciega del XVI, no hace mucho rehabilitada tras un largo tiempo de abandono. Estamos en una calle que ofrecía un porte noble que ha desaparecido por el afán especulativo de la piqueta de los años 70.
La calle de la Galera, en el arranque de Santuario, nos habla de la existencia de una antigua casa de reclusión de mujeres, conocida como 'galera' que hubo hasta el siglo XVIII. Esta calle tiene la curiosa historia de haberse llamado entre 1916 y 1936 González Peña, un distinguido funcionario municipal que mereció el honor del Ayuntamiento dedicándole una calle el mismo año de su fallecimiento. Mas, en julio de 1936, uno o varios enemigos de la república rompieron el azulejo con el nombre del funcionario, confundiéndole con un ministro socialista que tenía los mismos apellidos.
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El viejo colegio del Salvador, que terminó su andadura en la plaza de San Pablo, comenzó sus actividades docentes en 1906 en el número 1 de la entonces calle del Salvador, de ahí que de los profesores que abrieron el colegio (con Agustín Enciso a la cabeza), le pusieran el nombre de la calle.
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Frente al Colegio Mayor Universitario María de Molina, creado en 1931, están las dependencias de la Oficina Territorial de Trabajo de la Junta de Castilla y León, que ocupa la antigua Casa del Correo Mayor D. García de Vera, del siglo XVI y aunque está muy modificada conserva la estructura original en torno a un patio central. Esta noble casa durante años fue la sede del Somatén, ese cuerpo de civiles armados de origen catalán que extendió por toda España el dictador Primo de Rivera y que Franco mantuvo hasta que, oficialmente, se extinguió con la llegada de la Democracia.
Un moderno edificio residencial a la altura del número 7 (que hace esquina con López Gómez), sustituye a la vieja casa en la que falleció el regente del Reino Joaquín Blake y Joyes en abril de 1827, según reza en la lápida instalada en su fachada.
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Una vez cruzada la calle López Gómez, en la acera de la derecha están las oficinas de la Delegación Territorial del Servicio de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León. Se trata de un singular edificio de la década de 1940 que mandó construir el doctor Escudero para sanatorio quirúrgico, que junto con los sanatorios de Jolín y Quemada, componían los tres principales hospitales del Valladolid de posguerra. Su arquitecto fue Miguel Baz y en origen no tenía el murete y verja que cierra el acceso al edificio. Baz ocupó la plaza de arquitecto auxiliar del Ayuntamiento de Valladolid. Y a pesar de su prematuro fallecimiento (tenía 54 años), dejó tras de sí unos 150 edificios en diversas poblaciones de muy distinto destino: desde iglesias a cuarteles de la guardia civil pasando por juzgados. Este edificio ha sido calificado de gran interés por los expertos de la arquitectura moderna.
Continúa la calle con edificios residenciales de escaso interés que han ido sustituyendo el caserío original, hasta llegar al colegio de La Salle, erigido en 1950 según proyecto de Pedro de Ispizua y Susunaga, otro arquitecto muy acreditado que dejó edificios notables en Bilbao, y en Valladolid, además, la iglesia de la Paz de la plaza de España.
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En la esquina con la calle Simón Aranda, el Consejo Diocesano de la Diócesis de Valladolid construyó el cine Cervantes, que se inauguró en septiembre de 1957 con la película «Aquellos tiempos del cuplé». Ocupa los bajos del colegio mayor San Juan Evangelista.
A continuación se levanta el enorme edificio de la Obra Social del Santuario (Fundación Emilio Álvarez Gallego). Emilio Álvarez era el rector de la Basílica Santuario Nacional de la Gran Promesa, cuando se creó, en 1973, la Obra Social. Se construyó en 1967 sobre parte del antiguo colegio jesuita de San Ambrosio, un edificio que a finales del XIX fue cuartel de Artillería y luego, cedido al Ayuntamiento, parque del Servicio de Extinción de Incendios La fachada se desmontó en 1940 y se reinstaló en los jardines de la Colegio de Santa Cruz.
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La Obra Social colinda con el antiguo Colegio de los Escoceses, construido en el siglo XVIII. En 1988 los escoceses se marchan de Valladolid y lo ponen en venta. Comprado por la Diócesis de Valladolid, en él la Iglesia instaló el Centro Diocesano de Espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús.
El Santuario Nacional, al final de la calle, y que hace esquina con Alonso Pesquera, tiene su origen en una fundación de la Compañía de Jesús, que construyó su seminario bajo la advocación de San Ambrosio (de ahí el edificio que se desmontó en 1940), que a su vez se comprometió a construir una iglesia: la que ahora se conoce como Santuario Nacional de la Gran Promesa, consagrada con ese nombre en 1941 debido a la revelación divina de 1773 («Reinaré en España y con más veneración que en otras partes») al estudiante de teología de la Compañía de Jesús, Bernardo de Hoyos. En 1964 el Papa Pablo VI elevó el templo a categoría de Basílica.
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En 1948, el arquitecto zaragozano Pascual Bravo Sanfeliú presentó los planos que le habían encargado para construir un gigantesco complejo religioso que ocuparía toda la manzana formada por las calles Santuario, Alonso Pesquera, José María la Cort y Simón Aranda. En total, cerca de 15.000 metros cuadrados, y una torre de 125 metros de altura.
Se trataba de construir el Santuario Nacional de la Gran Promesa. Un proyecto que aspiraba a ser referencia espiritual internacional tras la Guerra Civil y que en alguna ocasión se le describió como «Santuario Nacional de la Madre Patria».
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Aquello no prosperó debido al enorme coste económico y que el Gobierno de España no respaldó, a pesar de los intentos por parte del Arzobispado vallisoletano para que Franco apoyara la construcción.
Jesús Anta recorrerá la calle de Colón, resultado de la modernización urbana del Valladolid medieval. Se formó uniendo dos calles tan estrechas que una de ellas se llamaba Angosta. Ambas nacían en la desaparecida plaza del Duque y desembocaban delante de la iglesia de la Magdalena.
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