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Fachada del edificio de la Electra Popular Vallisoletana en el año 1911. EL NORTE
Revolución eléctrica desde Isabel la Católica

Revolución eléctrica desde Isabel la Católica

El edificio de la Electra Popular, inaugurado hace 115 años, impulsó la modernización económica y social al electrificar definitivamente la ciudad

Martes, 5 de octubre 2021, 08:07

Acaba de cumplir 115 años y es noticia porque el nuevo Plan General de Ordenación Urbana permite albergar cien viviendas en su interior. Aunque en desuso desde junio de 2006, el histórico edificio de la Electra Popular, situado en el Paseo de Isabel la Católica con vuelta a la calle Veinte de Febrero, fue durante muchos años el símbolo del avance y la modernidad, la prueba imponente del triunfo definitivo de la luz eléctrica sobre la iluminación a base de gas, pero también de los cambios revolucionarios aparejados a la electricidad.

Un proceso que había comenzado mucho más atrás, concretamente hace ahora 134 años, cuando la Sociedad Electricista Castellana, constituida por Antonio de Mora Obregón, inauguró la distribución de electricidad mediante cables subterráneos que iban desde su central térmica, levantada en la zona de Huerta del Rey, hasta el centro de la ciudad. Fue todo un acontecimiento histórico, como demostró su inauguración oficial en el Teatro de Zorrilla, aunque no exento de limitaciones. De ahí el siguiente paso, no menos decisivo para el devenir de la ciudad: el desempeño del servicio por la nueva y potente Sociedad fundada por Santiago Alba Bonifaz y Calixto Rodríguez García.

Ambos habían constituido la «Electra Popular Vallisoletana» el 12 de febrero de 1906, con un capital inicial de 2,5 millones de pesetas. Como han escrito Nicolás García Tapia y Pedro Amigo Román, su función, revolucionaria en la época, consistía en recibir y distribuir la energía de la central hidroeléctrica «El Porvenir», de Zamora, que desde 1902 explotaba el salto de San Román en el Duero. Ya entonces, la figura de Santiago Alba era sin duda alguna la más relevante, pues además de ser propietario del periódico El Norte de Castilla, impulsó el abastecimiento de aguas, creó la Sociedad española de Automóviles y no tardaría en explotar el servicio de tranvías, además de dominar la escena política local y, algo más adelante, hacerse con varias carteras ministeriales.

Aunque menos conocido en Valladolid, el ingeniero de montes gijonés Calixto Rodríguez García fue un empresario de éxito que también participó en la creación de la Electra de Viesgo y de la Unión Resinera, además de representar a Molina de Aragón como diputado en las Cortes de la Restauración. Además, entre los accionistas de la Electra figuraban hombres tan destacados como Julio Guillén, Santos Vallejo, Francisco Zorrilla y José Muro.

Pese a las continuas protestas de la Sociedad Electricista Castellana, la Electra Popular consiguió que el Ayuntamiento permitiese instalar su central en pleno centro de la ciudad, concretamente en el entonces llamado Paseo de San Lorenzo (hoy Isabel la Católica), esquina a la calle Veinte de Febrero. Las obras fueron adjudicadas al contratista Manuel Pradera, con el compromiso de tenerlas finalizadas en cuatro meses. El autor del proyecto del edificio, Isidro Rodríguez Zarracina, formado en la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, era sobrino de Calixto y, además de su trabajo en la Electra, proyectará la red de tranvías eléctricos de la capital y patentará el famoso carburador IRZ.

Ya en agosto de 1906, como informaba este periódico, se celebró con estrépito y regocijo «la cogida de aguas de los edificios de la fábrica y la terminación de la chimenea», izándose para ello «una gran bandera española, de rica seda, con las iniciales de la sociedad: EPV bordadas en oro». Se dispararon morteros y cohetes y los obreros, «en fraternal consorcio con los directores de obras, se entregaron a simpáticas manifestaciones de contento, amenizando la fiesta un piano de manubrio». Al mes siguiente ya estaba construido el edificio, que en breve contaría con maquinaria eléctrica de gran calidad, suministrada por la empresa suiza Alioth.

Sala de máquinas de la central de la Electra Popular de la calle Veinte de Febrero en 1911. EL NORTE

En 1907, la Electra absorbía a la Sociedad Electricista y afianzaba su poderío en la captación de clientes, pues, como señala Amigo Román, ofrecía unas tarifas sensiblemente más reducidas que las de la empresa pionera, debido básicamente a sus menores costes de producción. La Electra, responsable de la electrificación definitiva de la ciudad, mantuvo el monopolio en la distribución de energía eléctrica en Valladolid hasta 1927, año en que se autorizó a Hijos de Anselmo León hacer lo propio en algunos barrios.

Rodríguez Zarracina buscó «un efecto estilístico a través del empleo de un material ya señero en la ciudad, como era el ladrillo», escribe María Antonia Virgili, que también señala que el edificio de la Electra «estilísticamente recibe influjos del modernismo de línea goticista gaudiniana». Dividido en tres cuerpos diferenciados, dedicados respectivamente a entrada de líneas de alta tensión, sala de máquinas y almacenes de oficinas y viviendas, en 1926 fue ampliado según proyecto de Jerónimo Arroyo para introducir nuevos servicios en la calle Veinte de Febrero, y dos años después era de nuevo Rodríguez Zarracina el encargado de construir dos huecos en la fachada principal para aumentar el número de dependencias.

El imponente edificio de Isabel la Católica, en el que hoy se proyecta la construcción de cien viviendas, fue en su día el símbolo de la trepidante modernidad que suponía la distribución de la electricidad en la ciudad, no solo porque extendía su consumo entre las clases medias y bajas, sino también porque modificaría sensiblemente el urbanismo capitalino y permitiría, entre otros avances, la puesta en marcha de los tranvías eléctricos y la electrificación de la industria, sobre todo la de los talleres del Ferrocarril del Norte.

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