El palacio de verano –llamado de la Ribera– que en el siglo XVII mandó construir el Duque de Lerma, valido de Felipe III, en la otra orilla del Pisuerga, entró en decadencia y la ciudad dejó de mirar al otro lado del río. Además, ... el en otro tiempo importante Monasterio de Nuestra Señora de Prado pasó a tener usos nada agradables, prisión primero y manicomio más tarde. Así que poco había de interés en lo que la gente dio en llamar «huerta del Rey».
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Mas, la escasez y la carestía de la vivienda en la ciudad tradicional hizo que en la década de 1920 se empezara a pensar que acaso, en ese erial convertido en cantera de áridos, fuera posible construir viviendas.
Y después de varios intentos suspendidos, especialmente el llamado plan Cort de 1939, que entre otras cosas proponía extender la ciudad al otro lado del río, en 1963 el Ministerio de la Vivienda aprobó un plan para urbanizar la Huerta del Rey.
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Jesús Anta
Para llevar adelante aquel plan que pretendía la construcción de 8.000 viviendas, el paso previo imprescindible era construir nuevos puentes: en la Navidad de 1955 ya se abrió al tránsito peatonal el de Isabel la Católica (o del Cubo) y en marzo de 1957 el puente del Poniente comenzó a permitir el paso de vehículos. Ya estaban tendidas las 'amarras' que unían las dos orillas del río que iban a permitir ensanchar la ciudad de forma notable y comienza a levantarse un nuevo barrio.
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Entre las rectilíneas calles de la Huerta del Rey destaca por su interés la avenida Ramón Pradera, que comienza al costado de la Feria de Muestras en la avenida de Gloria Fuertes. La Feria, que comenzó su andadura en septiembre de 1965, estaba llamada a ser el escaparate del Valladolid moderno e industrial que estaba en pleno desarrollo en torno, sobre todo, a la industria de la automoción.
Con el paso del tiempo, las instalaciones de la Feria sirvieron para algo más que para la exhibición que se hacía todos los años en las Fiestas de Valladolid, acogiendo los más variados certámenes e instalando en su entorno la Cámara de Comercio, el Teatro Valladolid –luego sustituido por un Centro de Congresos–, un auditorio, y establecimientos de hostelería y un hotel Feria (negocios que han conocido frecuentes cambios de orientación). En sus inmediaciones hay un aparcamiento disuasorio y otro de autocaravanas, así como un NH hotel (el hotel Feria cerró hace tiempo).
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Otros servicios que asoman a la avenida Ramón Pradera son el Instituto Nacional de Estadística, la Escuela Internacional de Cocina Fernando Pérez (abierta desde 2011) y la parroquia de Nuestra Señora del Henar, de los Carmelitas, un recinto de interesante trazado moderno tanto en su exterior como interior inaugurado el año 2000 y que lleva la firma del arquitecto Elesio Gatón.
El nombre de la Escuela de Cocina es en recuerdo de uno de los más dinámicos hosteleros que ha habido en el Valladolid reciente: fallecido en 2008, Fernando Pérez fue presidente de la Asociación Provincial de Hostelería y se le considera uno de los principales impulsores de la modernización del sector y de diversas actividades de repercusión nacional, en los albores del siglo XXI. No llegó a conocerlo en vida, pero fue, precisamente, quien con mayor insistencia reivindicó la necesidad de crear en Valladolid una escuela de cocina.
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La avenida tiene varias zonas ajardinadas que contribuyen a un paseo agradable. Hay dos referencias que no deben pasar inadvertidas. Una, de gran tamaño, es la escultura junto al aparcamiento de autocaravanas, próxima a la avenida de Salamanca, es un monumento conmemorativo del IV centenario del título de ciudad de Valladolid. Su autor es el salmantino Ángel Mateos Bernal. Y la otra, que pasa completamente inadvertida en la plaza que hay al final de la avenida, ya próxima a terminar en el Canal de Castilla, es un juego de varillas de acero curvadas titulada 'La puerta del bosque', del artista vallisoletano Fernando Sánchez Calderón.
El nombre de avenida Ramón Pradera lo acordó el Ayuntamiento en septiembre de 1967, un año después del fallecimiento –a sus 54 años- de aquel funcionario del Ministerio de Obras Públicas, licenciado en Derecho, y emprendedor que tocó todos los palos de la vida vallisoletana: secretario de la Junta de Semana Santa, presidente del Real Valladolid Deportivo, impulsor de la Orquesta Sinfónica de Valladolid, y, sobre todo –y aquí reside la razón principal de haber puesto su nombre en esa calle- decisivo impulsor de la Feria de Muestras, que abrió sus puertas en septiembre de 1965, de la que fue su primer director.
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Era hijo de Manuel Pradera, propietario del Teatro Pradera –que Ramón intentó salvar 'in extremis' de su derribo en enero de 1968–, y padre de Ramón Pradera Leonardo, destacado directivo de Televisión Española y de otras cadenas televisivas. A él se le atribuye el éxito de la famosa serie 'Farmacia de guardia'.
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