![El bar Puerta del Sol que desde 1933 regentó la familia Herrero.](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/01/28/Hermogenes1-k7JH-U2101360824218ALF-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Comercios históricos de Valladolid: Bodegas Hermógenes
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Comercios históricos de Valladolid: Bodegas Hermógenes
La Puerta del Sol vallisoletana que regentó la familia HerreroEl vallisoletano Hermógenes Herrero Martín (Castromonte, 1898) vino a la capital en los años veinte del siglo XX a trabajar en la bodeguilla que su primo David Martín regentaba en la plaza del Rosarillo. Tras casarse a los pocos años con Florencia del Moral Baraja (Peñaflor de Hornija, 1905) pronto cambió su trabajo en la cantina de su primo por un puesto como cobrador del tranvía. «Mi abuelo trabajaba en la línea que venía a La Rubia», recuerda Julio Herrero Asenjo, nieto de Hermógenes. En el hoy número 190 del Paseo de Zorrilla -entonces Cañada de Puente Duero sin número-, se enteró Hermógenes de que se traspasaba «un establecimiento dedicado a la venta de vinos al por menor». Unos meses antes de que se cancelara el servicio de tranvías en Valladolid, sabedor de que iba a perder su empleo, pagó las 2.600 pesetas que los propietarios, -José Bondía y Cesáreo Enríquez- pedían por el traspaso y se hizo con el negocio llamado Puerta del Sol. «Mesas, bancos, medidas, demás enseres propios de esta industria y el contador de la luz con la instalación de cinco luces» se incluían en el traspaso, tal y como figura en el contrato original firmado el 17 de julio de 1933, que conserva el nieto de Hermógenes.
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El matrimonio, que hasta ese momento vivía en la calle Olma, cerca del Puente Mayor, trasladó su domicilio junto a la cantina, en la que ambos trabajaron desde el principio. «Mi abuelo estaba en la cantina y mi abuela, en la cocina. La Puerta del Sol tenía un merendero muy grande en el que se servían embutidos de Guijuelo con pan de Bercero, callos, sardinas.... Como antes se podía pescar en el Pisuerga, y el río está aquí al lado, la gente pescaba y mi abuela les freía los peces y se los comían aquí. En aquella época era habitual que la gente llevara su comida a las cantinas y allí pidiera solo la bebida», cuenta Julio Herrero Asenjo, último propietario del negocio familiar. Hermógenes y Florencia tuvieron tres hijos: Julio, Carmen y Luis. Julio y Luis atendían la cantina mientras su padre iba a vender vino a las fincas de alrededor. «Desde aquí a Simancas todo eran fincas. Mi abuelo llevaba los pellejos en un carro tirado por una yegua pelirroja a la que llamaban Rubia. Vendía blanco de Serrada y clarete de Boecillo y Traspinedo», explica Julio Herrero.
Cuando Hermógenes se jubiló le dieron el relevo sus dos hijos varones. «Mi abuela siguió en la cocina unos años. Mi tío Luis llevaba la cantina y mi padre se encargaba de repartir los pedidos en una furgoneta Hispano-Suiza que compraron al Ejército. Además de a las fincas y los bares de la zona, mi padre servía el vino a los cuarteles, desde Calatrava a San Quintín. Después de la Hispano-Suiza tuvo una Citroën 2 caballos», comparte el nieto de Hermógenes e hijo de Julio Herrero del Moral (Valladolid, 1927), el mayor de los Herrero del Moral. A Florencia le dio el relevo en la cocina Ángela Asenjo Esteban (Valladolid, 1933), cuando se casó con Julio en 1958. Ocho años antes, la familia había adquirido una bodega en Fuensaldaña y comenzó a elaborar su propio vino, lo que convirtió al Puerta del Sol en uno de los templos del clarete de Valladolid.
En 1968 se tiró la casa molinera que acogía el negocio y la vivienda familiar y se levantó el actual edificio de viviendas en el hoy número 190 del Paseo de Zorrilla. Julio y Luis se repartieron los dos locales del nuevo inmueble. Julio se quedó con la cantina, a la que rebautizó como Bodegas Hermógenes, en honor a su padre; y su hermano Luis abrió un restaurante: Marisquería Hermógenes. Luis y Ángela tuvieron tres hijos: Julio, Rosa y Marta. Fue Julio Herrero Asenjo (Valladolid, 1959) quien continuó los pasos familiares tras estudiar en la Escuela de Enología de la Casa de Campo de Madrid. «Con el nuevo edificio desapareció el merendero y mi padre se dedicó más a la venta de vinos, que es lo que he hecho yo durante cuarenta años. No tengo descendencia y mis sobrinos no han querido continuar con el negocio», se lamenta Julio Herrero quien, desde la Navidad de 2022, cuando Bodegas Hermógenes cerró sus puertas, busca alguien que quiera dar continuidad al negocio familiar que comenzó a regentar su abuelo hace más de noventa años.
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