Comercios históricos de Valladolid: Dávila Villalobos

El primer taller de tonelería de Valladolid

Hijo de un cosechero de vinos de Rueda, Doroteo Dávila Villalobos (Valladolid, 1864) abrió en 1890 un taller de tonelería junto a su hermano en el número 5 de la calle Villabáñez. 'Nuevo taller de tonelería y pipería de Doroteo Dávila y hermano, montado a la altura de los de los Puertos de mar', rezaba la publicidad del negocio en 1891 en El Norte de Castilla. Cinco años después de su puesta en marcha, en 1895, ya con una sucursal en la calle Panaderos, era solo propiedad de Doroteo, quien aunó los dos comercios en uno solo, en el número 79 de la calle Panaderos «por mejora de locales»: Taller y almacén de tonelería y pipería de roble americano de Doroteo Dávila Villalobos. «Ha recibido esta casa una máquina estubadora para la limpieza a vapor de toda clase de envases por sucios que se hallen y en los nuevos extraer las savias o sustancias de las maderas, para con toda confianza echar los líquidos en dichos envases».

«Alrededor de 1897 tiene a más de cien personas a su cargo en la tonelería», cuenta Natalia Dávila Villafáñez (Valladolid, 1974), biznieta de Doroteo y actual gerente de la empresa Dávila Villalobos, hoy dedicada a la distribución de alcoholes, productos químicos, disolventes y queroseno. «Creemos que mi bisabuelo se fue a Cádiz a hacerse maestro tonelero. Era un hombre muy trabajador. También estuvo un tiempo en Filipinas«, recuerda la actual gerente de este negocio familiar con 134 años de historia. La casa creada por este vallisoletano es la industria tonelera más antigua del centro de España y el suyo, el primer taller de tonelería de Valladolid. En 1900 la tonelería de Doroteo se encuentra ya en el número 1 de la calle Estación, frente a la Fábrica del Gas. »El sitio era inmejorable, frente a la estación de ferrocarril. Era muy inteligente«, apostilla su biznieta Natalia.

Casado con María Elices Martín, el matrimonio tuvo siete hijos. Fueron los tres varones, Máximo, Andrés e Isabelino, quienes continuaron con el legado empresarial de su padre. Las cuatro hijas de la pareja heredaron, por su parte, el monumental edificio, teñido hoy de azul, situado en el ángulo de las calles Estación, Muro y Gamazo, levantado en 1946 en los solares donde desde principios del siglo XX estuvo ubicada la tonelería familiar. Máximo, Andrés e Isabelino Dávila Elices crearon en 1942, junto a su padre, la Sociedad Limitada Dávila Villalobos ampliando la fabricación «adquiriendo en su tiempo la maquinaria más moderna de Alemania y Francia». Tenían clientes desde Valencia a Zaragoza, pasando por Bilbao, Galicia y Portugal y Andalucía. «Llegaron a exportar barriles a Rusia», apunta Natalia Villalobos, nieta de Isabelino Dávila.

En los años veinte de 1900, Doroteo Dávila había abierto una sucursal en Cabezón de Pisuerga, «también junto a la estación de ferrocarril. Era un negocio muy próspero. Allí montan un imperio«. Junto a la tonelería abrieron otros talleres especializados en reparación y construcción de vagones foudres (antes de los vagones cisterna, el transporte del vino se realizaba en este tipo de vagones o cubas de gran tamaño). También fundaron en aquellos años las Bodegas Castellanas, «las del conocido mosto LAVIDA (Dávila al revés)», una fábrica de alcohol vínico una fábrica de licores. Fue el abuelo de Natalia, Isabelino, quien se responsabilizó de la destilería de alcohol vínico. Casado con Felisa Hourmat tuvieron tres hijos: Pedro, Jesús y Luis. Fue el pequeño, Luis Dávila Hourmat (Valladolid, 1942), quien se quedó finalmente al frente de la sociedad Dávila Villalobos. «Entonces el negocio ya había cambiado completamente con la llegada del aluminio y se especializó fundamentalmente en la destilación de alcohol para uso sanitario», explica la actual gerente del negocio familiar, en el que durante un tiempo también estuvo vinculado su hermano Rodrigo Dávila Villafañez.

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