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Plaza de Poniente. Rodrigo Jiménez

El cronista | Callejeando por Valladolid

Plaza del Poniente: parejas, abstenerse de demostraciones amorosas

Remodelada como un espacio infantil, las diferentes instalaciones con las que cuenta su parque han ido cambiando con el paso del tiempo

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 2 de agosto 2024, 07:35

La plaza del Poniente fue posible cuando en 1863 en este punto se cubrió el ramal interior del Esgueva que ya muy cerca de su desembocadura regaba una huerta que se conocía como explanada de San Benito. El rio unía sus aguas al Pisuerga bajo el llamado puente de la Cárcel, pues próximo a él, hasta 1851 estaba la cárcel de la ciudad.

Inmediatamente cubierto el cauce del Esgueva, el Ayuntamiento comenzó a consolidar el nuevo espacio para convertirlo en un jardín o glorieta –que así se llamaba en este tiempo-, hasta el punto de que en 1870 ya tenía incluso farolas.

La ciudad llevaba tiempo padeciendo la escasez de agua que llegaba a las fuentes públicas desde los manaderos de Argales. Entre las diversas posibilidades que se estudiaron, una fue construir aquí una fuente alimentada de aguas traídas desde el abundante manantial que había al pie de la fábrica de harinas La Perla. Un manantial que desde 1864 ya abastecía un lavadero en las Moreras y un abrevadero cercano a San Benito.

Y así se hizo, de tal manera que en 1887 se instala una fuente bellamente adornada: la fuente del Cisne, que además de surtir de agua al vecindario, embelleció la plaza que no paraba de ser mejorada, pues al año siguiente se instalaron 18 bancos de hierro y madera, y unas marquesinas, también de hierro, pues aquellos nuevos jardines eran muy concurridos y visitados. Fuente y bancos fueron fabricados, previa subasta, por la fundación de Gonzalo Bayón del Valle que tenía en la dársena del Canal de Castilla (conocida la Fundición del Canal).

Aquella fuente, que por problemas de construcción dejó de dar agua, terminó trasladándose a la Pérgola del Campo Grande en abril de 1892.

Un jardín de 8.500 metros cuadrados que no paró de mejorarse mediante una plantación de árboles compuesta de acacias, olmos y abundantes sophoras, también conocidas como árbol de las pagodas o acacia del Japón. Tal era el aprecio de la ciudad por aquellos jardines, que el Ayuntamiento contrató un guardia con su correspondiente caseta.

Acceso al parque, cuando en los 70 tenía puertas. AMVA

La explanada comenzó a consolidarse como un espacio urbano en cuyos edificios, que poco a poco se iban construyendo en sus inmediaciones, se establecieron toda clase de negocios y actividades: en 1867 se abre una academia mercantil teórico-práctica, en 1887 se inaugura un balneario con el nombre comercial de «Balneario del Poniente» y que se promociona indicando que está frente al cuartel de San Benito e inmediato a la «florida plazuela del Poniente», etc. Ya entrados en el siglo XX, se instalaron las cocheras y garajes de la Sociedad Española de Automóviles que comenzó a prestar servicio de coches de línea con diferentes poblaciones de Valladolid y Castilla. Una empresa que en 1900 trajo magníficas berlinas de hasta veinte asientos y gran comodidad aptas para circular por las infernales carreteras de la región.

La estación de coches de línea La Regional, que se instaló en unos locales del Poniente en los años 30, en 1956 presentaba un deplorable estado y se hacía patente la necesidad de que la ciudad dispusiera de un lugar apropiado para ofrecer este servicio.

Constatada por el Ayuntamiento la escasez de espacios apropiados para que jugaran los niños, se piensa en los Jardines del Poniente, y en 1933 se aborda su remodelación que incluía juegos infantiles, así como la construcción de un bar, retretes y una biblioteca infantil. A todo esto, se añadió la colocación sobre unas columnas de figuritas que representaran a personajes infantiles de la época. En mayo de 1934 ya estaban concluida la reforma de la «nueva» plaza del Poniente, adornada con Pipo y Pipa, Lolín, Bobito, La lechera, Pinocho y Pichi.

Años 70, parque infantil. AMVA

La creación del parque infantil fue acompañada de la prohibición por el Ayuntamiento de que las parejas utilizaran este lugar para manifestarse su cariño, pues aquello era un lugar solo para niños.

Con el paso del tiempo las figuritas terminaron por deteriorarse, y en 1996, en una nueva reforma, se instalaron doce nuevas esculturas respetando la idea original de 1934. Encargo que hizo el Ayuntamiento a los artistas Francisco Javier García Mosquera y Luis Fernández Nieto. Ya no queda ninguna, pues se han retirado antes de su completa destrucción por vandalismo.

Pipo y Pipa, repuestos en 1998. AMVA

En la plaza se celebraban los bailes de la verbena de San Lorenzo, y en ocasiones también espectáculos de las Ferias. Tuvo una pequeña biblioteca pública que abría en verano, y aquí estuvo hasta 2013 el pequeño local donde la famosa Librería Relieve, regentada por José Rodríguez, más conocido por Pepe Relieve, terminó sus días una vez que fue desalojada en 1996 de la calle Cánovas del Castillo por derribo del edificio donde estaba la librería para construir uno nuevo.

La plaza está bordeada por el impresionante edificio de San Benito, construido sobre el viejo alcázar medieval, ahora convertido en dependencias municipales; el Instituto Núñez de Arce, y algún edificio, como el número 3, singular por su libertad compositiva formada por afiladas terrazas en la esquina que hace con la calle de los Molinos. Se construyó en 1957 y el arquitecto es José María Plaja Tobía, que en Madrid tiene algunos edificios notables, como el Hotel Astoria.

León de la Riva y Claudio Guillén inauguran la escultura de su padre. AMVA

El Instituto Núñez de Arce, destinado en un principio para alumnas, diseñado por el afamado arquitecto Miguel Fisac, entró en funcionamiento en el curso 1969-1970 y terminó por ser un instituto mixto. Se construyó sobre unos terrenos cedidos al Ayuntamiento en 1959 por el Ministerio de Defensa.

Las esculturas de Rosa Chacel en la esquina del Poniente con plaza de la Rinconada, y la de Jorge Guillén, instalada en el centro del parque, una en 1996 y la otra en 1998, ambas del escultor vallisoletano Luis Santiago Pardo, han aportado mayor calidad y atractivo a esta histórica plaza.

Y la semana que viene

Los cines Roxy y Lope de Vega, tres hoteles y prestigiosas cafeterías hicieron de la calle María de Molina una de las más importantes de Valladolid.

El nombre de la vía se debe a una reina del siglo XIII-XIV, consorte y tutora de reyes. Anteriormente el nombre de la calle era el de Aguariza o Boariza.

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