El plan que cambió el rumbo del desordenado crecimiento de Valladolid

El Plan cambió radicalmente el rumbo del desordenado crecimiento de la ciudad, la connivencia de los especuladores con el Ayuntamiento pre democrático, y la falta de suelo público para hacer parques, construir escuelas o levantar polideportivos. Además, dio lugar a un minucioso estudio de los barrios entonces periféricos como Pilarica, Belén, Las Flores, Pajarillos Altos, etc.

Aquellos barrios estaban desconectados del casco urbano, con notables carencias de dotaciones, calles en tierra, insatisfactorio abastecimiento de agua y falta de saneamiento, etc. etc. Y el PGOU que estaba haciéndose incluyó la necesidad de hacer planes especiales para aquellos barrios: Planes Especiales de Reforma Interior (PERI).

Algunos de esos barrios ni siquiera existían en el planeamiento de la ciudad: los ayuntamientos del franquismo miraban para otro lado o construían, en ellos, someras dotaciones.

Al mismo tiempo que la Oficina Municipal de Planeamiento iba dando forma al PGOU, el Ayuntamiento contrató equipos especiales de trabajo para que elaboraran PERIs para los barrios en los que era urgente intervenir por diversas causas: por ser zonas especialmente degradadas, para reconducir el desordenado urbanismo o para reorientar las expectativas de la iniciativa privada.

Los PERIs se fueron redactando y poniendo en marcha a lo largo de varios años. Incluso avanzada la década de 1980, se redactaron otros nuevos, como por ejemplo el de Puente Duero. Y, evidentemente, hubo desarrollos muy dispares: muy lejanos de las expectativas creadas en algunos casos, más satisfactorios en otros.

Todos y cada uno de los barrios señalados tuvieron su propio diagnóstico, detección de sus necesidades específicas y propuestas ajustadas a cada caso. Los profesores de la Universidad de Valladolid Miguel Fernández Maroto (arquitecto) y Luis Santos Ganges (geógrafo) señalan que los PERIs partían de seis objetivos muy claros: «mantener la morfología y tipología existente readecuándola, obtener suelo para equipamiento y zonas libres, mejorar la integración del barrio con el resto de la ciudad, mejorar la calidad ambiental, mantener la población residente, y aportar mejoras en la administración y gestión del barrio».

Para la elaboración de los PERIs una clave principal fue la participación ciudadana, tanto la de cada vecino y vecina para manifestar lo que le afectara en su parcela, como, sobre todo, la de las Asociaciones Vecinales, que aportaban una visión de conjunto. De cada PERI se hacía una exposición pública para que personas particulares, colectivos del barrio y las asociaciones hicieran las alegaciones que consideraran, pero, sobre todo, para establecer un diálogo entre los redactores del plan y los afectados por el mismo.

Los cinco primeros PERIs que comenzaron a redactarse al mismo tiempo que el Plan general fueron Barrio España, Belén-Pilarica, Pajarillos Altos-Las Flores, La Farola y San Adrián-Las Villas. Tenían en común que se trataba de barrios de baja densidad de población y con muchas viviendas molineras de autoconstrucción.

Luego vendrían los PERIs del Pinar de Antequera, Mesones de Puenteduero-San Isidro, la Maruquesa y Barco de San Viente, Parva de la Ría, Barrio de Buenos Aires, La Overuela, el Pinar de Antequera, Puente Duero, y el Torreón (al final de la carretera de Rueda), que se fueron aprobando entre 1991 y 1993.

La figura del PERI también se empleó para otras zonas de la ciudad que requirieran un tratamiento más específico, por ejemplo, el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Histórico».

La redacción de los PERI fue cumpliendo los plazos previstos para su aprobación, pero la ejecución urbanística resultaba muy compleja en muchos casos, sobre todo cuando la propuesta era la de crear Juntas de Compensación: una entidad privada formada por los propietarios de al menos el 60 % de la superficie total de la unidad sujeta a transformación urbanística, y son –los propietarios – quienes tienen que asumir la ejecución de la urbanización. Es decir, aunar voluntades e intereses particulares.

La cosa se complicaba cuando, como en el caso de Puente Duero, el Ayuntamiento no legalizaba todas las viviendas e incluso iniciaba órdenes de derribo de las casas que quedaban fuera del plan. Aquello dio lugar a una fuerte pugna entre vecinos y Ayuntamiento que se reflejó en Plenos Municipales de alta tensión.

En definitiva, los PERIs fueron un instrumento imprescindible y necesario, una potente palanca para remover obstáculos, pero de gestión muy lenta. Úrsula Grieder Gröflin, que trabajó como geógrafa en el Ayuntamiento de Valladolid, en un artículo publicado en 1996 indicaba que los PERIs pretendían mejorar la calidad urbana completando tramas e incorporando nuevas calles o espacios libres o dotacionales, pero que a cambio exigían un importante esfuerzo de gestión por parte del Ayuntamiento.

Unos cuantos de ellos seguían pendientes de desarrollo diez años después de su aprobación.