Secciones
Servicios
Destacamos
El paseo del Cauce, o paseo Cauce, pues el callejero moderno ha eliminado la contracción «del», es una de esas calles que nacieron con la expansión de la ciudad a partir de mediado el siglo XX. Bien es verdad que desde mucho antes, la Pilarica, o Pajarillos (Altos) ya apuntaban en los entonces extrarradios, pero lo que colmató y compactó el callejero a lo largo del Esgueva (o el entrañable y popular ¨la» Esgueva) fueron las viviendas que se construyeron junto al río durante los años del crecimiento exponencial de población que tuvo Valladolid entre los 50 y los 80: en esas cuatro décadas la ciudad pasó de 109.000 habitantes a 330.000. La ciudad iba creciendo hacia el sur, y en el norte había mucho espacio libre más o menos rústico.
Se trata de uno de los paseos más amables de Valladolid. Su recorrido ofrece oportunidades de disfrutar de valores naturales, interesantes edificios y algunas construcciones industriales. Pero, sobre todo, de barrios en los que late la vida, habitados por una creciente población mayor, de origen obrero, pero que la presencia de la Universidad y la relativa cercanía al centro de Valladolid, propician una buena presencia de jóvenes.
Sin duda, el protagonista del paseo del Cauce es el río Esgueva. Lo que ahora vemos a partir de la calle Gabriel y Galán es un canal artificial que se construyó en la primera década del siglo XX para encauzar las aguas de los dos brazos del río que hasta entonces pasaban por la ciudad. Las esguevas marcaron la historia de Valladolid, hasta el punto de que algunos medievalistas hablaban de la «villa de las Esguevas». Y algún viajero romántico citó a nuestra ciudad como la «Venecia castellana», por los muchos puentes que tenía.
No obstante, la villa tuvo una relación controvertida con el río: era útil para las lavanderas, para mover algunos molinos, para funcionar como cloaca y para regar huertas. Pero sus recurrentes desbordamientos se llevaban por delante casas y puentes, haciendo gran daño en el caserío. Además, la fetidez de sus aguas provocaba miasmas y molestias, por lo que mediado el XIX la ciudad inició el soterramiento de sus brazos.
Ahora, a lo largo de los dos kilómetros y medio de longitud del paseo, se han consolidado a una orilla y otra, nueve barrios y buen número de servicios y dotaciones. Además de viviendas, al paseo asoman centros educativos, comercios, un centro de salud, instalaciones deportivas, diversas facultades universitarias, y parques y jardines. Sin duda, el establecimiento de las facultades universitarias en esta parte de la ciudad (hasta entonces se preveían en la raya de Valladolid con Zaratán) supuso un cambio radical, a mejor, de esta zona de la ciudad, en la que se levantaron los campus Esgueva y Miguel Delibes. Los dos primeros edificios universitarios fueron la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, que comenzó a funcionar en 1985, y el año siguiente la Escuela de Ingenierías Industriales. Luego vendrían el resto: Filosofía y Letras, Comercio, aularios… La facultad de Ciencias es anterior al moderno campus, pues se construyó en el prado de la Magdalena en 1969. Esta facultad se ha reconvertido en Escuela de Ingenierías Industriales y forma tándem con la de paseo del Cauce, al otro lado del río, de ahí que el puente y calle que las une se llama paseo de la Ingeniería.
Para recorrer el paseo Cauce, acaso sea mejor partir del llamado puente de la Tía Juliana (entre Pajarillos y Pilarica) por donde el paseo Juan Carlos I (antes Circunvalación) cruza el río. Atrás dejamos el camino del Martillete, y los parques y bloques de viviendas de la expansión de Pilarica, conocido como Plan Parcial Santos-Pilarica.
El puente de la Tía Juliana antes se llamaba puente encarnado, pero al construirse el puente de ladrillo para el paso del ferrocarril sobre el Esgueva, comenzó a llamarse encarnado a este otro. Y junto a él, el 26 de abril de 1856, el General Espartero o Duque de la Victoria, inauguró «las obras de la segunda sección del Ferro-carril de Madrid a Irún, denominado del Norte, en la parte de Madrid al Ebro y que termina en la ciudad de Burgos».
Este recorrido que proponemos por el paseo desde el puente de la Tía Juliana va contracorriente de la numeración oficial de los portales del paseo, pues en realidad comienza en el barrio España (junto al Pisuerga), pero el que llevaremos va en la dirección de aguas abajo, camino de la desembocadura del río en el Pisuerga.
El recorrido del Cauce nos permite ver muy diferentes paisajes y edificios que producen agradables contrastes: por ejemplo, a la altura del puente sobre el ferrocarril (llamado Encarnado) se ve la fachada de la iglesia de Nuestra Señora del Pilar –la Pilarica-, construida en 1906 según proyecto del arquitecto municipal Juan Agapito y Revilla; y más adelante, junto al Campus Universitario Esgueva y el Miguel Delibes, el prado de la Magdalena (o parque del Vivero) ofrece un buen espacio para el esparcimiento, además de la evocación de una parte alegre y festiva de la historia de Valladolid, pues este era el lugar preferido por la población para pasar los días festivos del estío debido a su frescor: épicas eran las celebraciones de la noche de San Juan según el cronista de la Corte Pinheiro da Veiga. Claro es que hablamos de una época en la que el prado era infinitamente más extenso que el que ahora vemos. Por cierto, esos arcos que hay en el estanque no son restos de un puente, sino parte de la cerca que rodeaba la ciudad y que tenía que cruzar el ramal interior del Esgueva que atravesaba toda la ciudad.
El cauce fue radicalmente remodelado en la década de 1990, eliminando un horrible hormigonado, introduciendo arbolado y zonas verdes, y construyendo puentes que mejoraron la comunicación entre ambas orillas y que propiciaron la movilidad peatonal y en bicicleta. Esta remodelación es la culminación de un cambio de ciento ochenta grados de cómo era esta parte de Valladolid hace apenas cincuenta años: un prado de la Magdalena abandonado, instalaciones cuarteleras, calles en tierra, deficiente iluminación, carencia de servicios y comercio, etcétera.
No faltan construcciones de origen industrial, como las naves que se ven inmediatas al puente de la avenida Valle del Esgueva. En la actualidad albergan los talleres y oficinas de mantenimiento de la Universidad, pero en el pasado en ellos se fabricaban tejidos y sacos de yute. El Plan General de Ordenación Urbana las protege de su derribo por sus valores históricos, industriales y constructivos. Levantado en 1928, lleva la firma de Manuel Cuadrillero, un arquitecto que, entre otros varios edificios singulares, diseñó el de la antigua sede de Hacienda en la plaza de Madrid.
Una vez atravesado el camino del Cementerio, toda la acera que llevamos a la izquierda son bloques de viviendas de construcción oficial que se bautizaron con nombres alusivos a la «nueva España»: grupo Leones de Castilla -504 viviendas inauguradas en 1954-, y grupo XXV años de Paz -503 viviendas construidas en 1967 para trabajadores necesariamente afiliados al sindicato oficial-. Por aplicación de la Ley de Memoria Histórica, se han suprimido esos nombres. Y en la acera de la derecha, unas casas bajas adosadas conocidas como poblado de ENDASA, por ser la empresa que las mandó alojar a 103 familias: el pablado disponía de escuela propia, iglesia, zona de ocio y piscina.
Varios puentes pintados por el artista Pablo Ransa, preceden a la desembocadura del río en el Pisuerga (que en ocasiones se conocía como el río Mayor). En total, habremos pasado junto a veintitrés puentes entre peatonales y rodados, más el puente sobre el ferrocarril y un viejo acueducto cercano a la avenida de Palencia (en su día coronado por una ninfa ejecutada en bronce por Ransa pero que fue robada). El más antiguo de éstos es el primero del que partimos: el de la Tía Juliana. Se construyó en piedra hacia 1840 para sustituir otro más precario de madera. A lo largo de la historia se ha conocido como puente del Martinete y con el nombre ya citado de Encarnado.
Poco antes de llegar a la desembocadura, veremos a la izquierda el polideportivo Rondilla, el primero que se construyó en Valladolid (1974). La desembocadura del rio en el Pisuerga es una pequeña joya industrial tanto por el trazado de su cauce como por la maquinaria (ahora inutilizada). Fue proyectada en 1900 por el Ingeniero D.Recadero Uhagón y ejecutada parcialmente entre 1900 y 1908 (Uagón fue el redactor de la importante obra de Saneamiento de la ciudad y de la Ría de Bilbao). La forma de escalones se hizo para evitar que las aguas del Esgueva cayeran bruscamente en el Pisuerga desde siete metros de altura. El edificio anexo, reconvertido en centro de piragüismo Narciso Suárez, fue una «fábrica de luz» que prestó servicio a las casas de los barrios colindantes.
Hay un par de curiosidades relacionadas con el Esgueva.
En julio de 1972 el Ayuntamiento, con Antolín de Santiago Juárez como alcalde, propuso a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) que se estudiara la posibilidad de cubrir el cauce del Esgueva en todo su recorrido urbano. Una vez que la CHD recibió la autorización del Ministerio de Obras Públicas, en marzo de 1973 se creó una comisión de técnicos. Una primera estimación calculaba un coste de 25 millones de pesetas. Avanzados los estudios, seis meses más tarde, se estimó que era más conveniente y barato hacer un nuevo desvío del cauce hasta desembocar aguas arribas del Pisuerga, pues cubrir el Esgueva hacía prácticamente imposible su limpieza. En 1974 ya no se volvió a saber nada del asunto.
La otra curiosidad se produjo el día 1 de marzo de 1978. Los últimos días de febrero de ese año el río crecía de forma alarmante amenazando desbordarse. La solución era levantar las compuertas de la desembocadura, pero estaban atascadas. Alertadas las autoridades, intervino el ejército, que desde las 10 de la mañana hasta las 13:50 h. llevó a cabo tres explosiones que alarmaron a la población cercana y rompieron más de un cristal. Otra versión dice que las explosiones no solucionaron el problema, y que si las compuertas se levantaron un palmo fue gracias a que unos obreros que andaban por allí ataron cuerdas a la parte superior de las compuertas y tiraron de ellas haciendo polea con los troncos de los árboles.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.