El palacio vallisoletano del mayor ladrón de España

En 1600, el duque de Lerma, conocido ya entonces como 'el mayor ladrón de España', convenció a su entonces propietario, el marqués de Camarasa, nieto de Francisco de los Cobos y María de Mendoza, para que le vendiera su propiedad y dar a continuación 'el golpe inmobiliario del siglo'. Adquirió también el resto de propiedades contiguas hasta convertirse en dueño de la manzana y, tras convencer a Felipe III de que trasladara la Corte a Valladolid, le vendió el palacio por 64.897.317 maravedíes para convertirlo en Palacio Real. En él nació Ana de Austria, futura reina de Francia; y su hermano, el futuro Felipe IV. Y por él pasaron en diferentes momentos de la Historia desde Lord Wellington a Santa Teresa de Jesús, pasando por Diego Velázquez o Napoleón Bonaparte.

Con pasadizos aéreos

El monarca adquirió nuevas viviendas cercanas, la más importante el palacio del Conde de Miranda, que se comunicaban con el edificio principal a través de pasadizos aéreos. Vuelta la Corte a Madrid, cinco años después, el edificio comenzó su declive, pese a que las obras de mejora continuaron varios años después. Inviernos de extremada dureza, ruinas, un incendio... A partir del siglo XIX el edificio se convierte en sede de diferentes organismos, desde la Audiencia Territorial hasta la Capitanía General, desde 1876. Hoy es sede de la Cuarta Subinspección General del Ejército de Tierra, dependiente del Ministerio de Defensa. Entre sus 'joyas' destacan los dos patios, al que se accede desde el zaguán de entrada, adornado con medallones que muestran rostros de nobles y guerreros; y el principal, bajo la Galería Saboya, con arcos de medio punto y una fuente de mármol decorada por sirenas y delfines.

Una escalera imperial, que se atribuye a Ventura Rodríguez; un Salón del Trono, el Oratorio de la Reina, ricos artesonados de madera, pasadizos secretos... Gran parte del palacio puede visitarse, de manera gratuita los miércoles por la mañana, en visita guiada, con reserva previa.