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Alipio Prieto, fundador de la saga familiar de relojeros Prieto. Álbum de la familia Prieto

Comercios históricos de Valladolid: Prieto Relojero

El leonés que vino a poner en hora los relojes de los vallisoletanos

Ángel Prieto Pellitero, hijo del relojero de La Bañeza desde los años cuarenta del siglo XX, abrió en Valladolid su taller de joyería, al que hoy da continuidad su hijo David en la calle Francisco Zarandona

Sonia Quintana

Valladolid

Lunes, 23 de octubre 2023, 00:11

Ángel Prieto Pellitero (Valdevimbre, 1942) llegó a Valladolid en los años setenta como oficial del taller de relojería de Tremiño. «Al año salieron a tiros. No se entendían. Los dos tenían mucho carácter», cuenta David Prieto Redondo, hijo mayor de Ángel y continuador del negocio familiar Prieto Relojeros. Pero antes de llegar a la capital del Pisuerga Ángel Prieto llevaba ya muchos años de oficio en su León natal. Su padre, Alipio Prieto Rey, regentaba desde 1936 un taller de reparación de relojes en el número 10 de la calle Cirilo Santos del municipio leonés de Santa María del Páramo. «Además de taller era tienda. Vendían relojes, despertadores, mecheros, ceniceros...», recuerda David Prieto. Mercedes, una de las hijas de Alipio, fue quien siguió los pasos de su padre en el comercio primitivo, que cerró hace unos años tras la jubilación de Merce.

Casado con Placidia Pellitero Llamas, el matrimonio tuvo seis hijos: Pili, Paco, Merce, Ángel, Choni y Toña; tres de ellos se dedicaron al oficio de su padre: Paco, Merce y Ángel. «A los cuatro o cinco años de abrir la tienda en Santa María del Páramo mi abuelo abrió otra en La Bañeza. En la calle de las Verduras, al lado de la iglesia«, explica David Prieto. Lo regentó el fundador del comercio con sus hijos Paco y Ángel. »Paco se quedó siempre con el abuelo y mi padre, a los pocos años, se vino a trabajar a Valladolid, a los talleres de Tremiño de la calle Santiago«, señala David Prieto. Tras su breve paso por Tremiño, Ángel Prieto Pellitero abrió su primer taller de reparación de relojes en la entreplanta del número 6 de la calle Teresa Gil, encima de la joyería y relojería Zurro. «Las relojerías Zurro, Salamanca y Aguado fueron mis primeros clientes», rememora Ángel Prieto Pellitero quien, a sus 81 años, sigue yendo a diario a la tienda de su hijo. «Si le digo que no venga, lo mato, esto es su vida. A veces llega incluso antes que yo por las mañanas», apostilla David Prieto Redondo (Valladolid, 1972).

David y Ángel Prieto, en el taller de relojería de la calle Francisco Zarandona. Rodrigo Ucero

A los tres o cuatro años de abrir en Teresa Gil, Ángel se mudó unos metros más allá; a la calle Regalado, frente a Casa Juanito, también en una entreplanta. Allí estuvo otros tres o cuatro años hasta que abrió su propia tienda en la calle Lencería, en el número 1, frente a Iborra. «Trasladó allí el taller y, como era un local a pie de calle, abrió una tienda de relojería y joyería. Lo de la joyería acabó siendo residual. Se especializó en la venta de relojes», recuerda David Prieto. Casado con María Teresa Redondo Redondo (León, 1944), la pareja tuvo tres hijos: David, Elena y Daniel. «Yo empecé a trabajar con mi padre a los 14 años mientras estudiaba. Por las tardes también ayudaba a mi padre mi tío Lolo, el marido de mi tía Toña, la pequeña de los Prieto», señala el actual propietario de Prieto Relojero.

Desde 2012 David Prieto Redondo continúa en solitario con la profesión de su padre y su abuelo en el número 10 de la calle Francisco Zarandona. Especializado en reparación y restauración de relojes, David abandonó una larga temporada este oficio para volver a él «feliz». «Y mi padre, más feliz aún».

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