Ocurrió también en el mes de julio, pero de 1933; concretamente, el día 29. La Gaceta de Madrid (lo que ahora es el BOE) culminaba el proceso de disolución e incautación de los bienes de la Compañía de Jesús decretando la cesión al Ministerio de ... Instrucción Pública de varios edificios y fincas que hasta el año anterior habían sido propiedad de los jesuitas. El objetivo era, fundamentalmente, acometer en el plazo más corto posible la prometida sustitución de la enseñanza religiosa por otra laica, neutra y secularizada.
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Para entenderlo hay que tener presente, por un lado, el ideal modernizador de los gobernantes republicanos, para los que era imprescindible combatir el elevado analfabetismo existente en España mediante la creación de más escuelas, la dignificación de los maestros, la promoción de una enseñanza neutra y laica y la prohibición, en último término, de la enseñanza impartida por Órdenes y Congregaciones religiosas.
Y es que a la fuerte presencia del componente religioso en el sistema educativo español achacaban las nuevas autoridades políticas buena parte del atraso social y de las altas tasas de analfabetismo, lo que impedía que nuestro país pudiera homologarse al entorno europeo más moderno. Las medidas laicistas en materia de enseñanza comenzaron con el gobierno provisional de la Segunda República, pues además de eliminar la obligación de la enseñanza religiosa en la escuela primaria, permitió la retirada del crucifijo de los centros escolares y decretó la obligatoriedad de poseer el título de maestro para impartir clase.
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Enrique Berzal
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Pero la medida más importante contra el predominio de la Iglesia católica en la educación española llegó con el artículo 26 de la Constitución de 1931. La prohibición de impartir enseñanza a las Órdenes religiosas, desarrollada en la posterior Ley de Confesiones y Congregaciones, se combinó con la disolución de «aquellas órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado», en referencia directa a la Compañía de Jesús, considerada por los gobernantes republicanos uno de los mayores enemigos del régimen traído por las urnas el 12 de abril de 1931.
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En consecuencia, el 23 de enero de 1932 se decretó la disolución de la Compañía, dando un plazo de diez días para que novicios y religiosos cesaran en la vida común y para proceder a la incautación de todos los bienes destinados a fines benéficos y educativos. El impacto en Valladolid fue impresionante. No solo se recabaron más de 20.000 firmas en contra, que fueron remitidas al Ministerio de la Gobernación, sino que cuando a principios de febrero el gobernador civil, acompañado del rector de la Universidad y del director del Instituto, se dirigió al Colegio de San José, una nutrida manifestación, que algunos autores cifran en cerca de 5.000 personas, trató de impedir la polémica medida.
Los congregados, entre los que destacaron miembros de las JONS como José Antonio Girón de Velasco, gritaron mueras a la República, llamaron ladrón al gobierno, corearon eslóganes favorables a Cristo Rey y algunos lanzaron piedras al gobernador y trataron de incendiar su coche. Otras personas, entre las que se encontraba el sacerdote Lope Mateo, fueron detenidas y multadas con 500 pesetas por proferir insultos y atentar contra las autoridades.
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Las instalaciones de los jesuitas serían utilizadas para intentar sustituir la enseñanza religiosa. A finales de octubre de 1932, por ejemplo, el Consejo de Ministros aprobó ubicar en el Colegio de San José un Instituto de segunda enseñanza y un grupo escolar denominado 'Giner de los Ríos'. Y en julio de 1933, la Gaceta aprobaba la cesión al Ministerio de Instrucción Pública de otros bienes de la Compañía en Valladolid: la casa número 12 de la calle Ruiz Hernández para dedicarla a Residencia Normalista; los edificios 14, 16 y 18 de la misma y el accesorio de la calle Itera para Escuelas Nacionales; los inmuebles número 14, 15 y 16 de la Plazuela del Duque para internado de alumnos de segunda enseñanza; y el solar de la calle de la Merced, número 8, para actividades de carácter circum-escolar. Por su parte, la finca rústica denominada Ribera de San Pablo, que también era propiedad de la Compañía de Jesús, sería empleada para instalar una vaquería aneja al servicio municipal de puericultura y maternología.
Algunos días antes de que se produjese la incautación del Colegio San José, buque insignia de le enseñanza de los jesuitas en Valladolid, estos ya habían sacado los libros de la biblioteca, que fueron depositados en los sótanos de la librería de Andrés Martín, el instrumental de los laboratorios, alojado en casas particulares, y objetos de culto, que terminaron en la Granja Conchita. Como ha escrito Alfredo Verdoy, la incautación fue en realidad un fracaso porque a los incautadores se les escaparon muchas propiedades y porque no impidió que los jesuitas siguieran dedicándose a la enseñanza, muchas veces en academias y edificios particulares. Así hicieron también en Valladolid hasta que el gobernador lo prohibió y el P. Rector comprobó lo precario que era enseñar de esa manera. Decidió entonces proseguir las clases en Portugal: instalado el Colegio inicialmente en el Gran Hotel Da Torre, balneario situado cerca de Entre-os-Ríos, ante el aumento del número de alumnos decidió trasladarse a Curía, donde comenzó el curso 1932-1933.
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