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Palacio de Pimentel, donde se reunieron las Cortes de 1523, en una fotografía de finales del XIX. La imagen aparece volteada de origen. MINISTERIO DE CULTURA
Carlos V se reconcilia con Castilla
El Cronista, historia de Valladolid

Carlos V se reconcilia con Castilla

Las primeras Cortes después de Villalar, reunidas en julio de 1523, se celebraron en el mismo palacio donde nacería el futuro Felipe II

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 11 de julio 2023, 00:05

«Sintiendo gravemente los bulliçios y movimientos acaesçidos en estos reynos durante su absençia dellos, y los daños e trabajos que sus buenos y fieles súbditos vasallos an resçebido...». Así se refería Carlos V a la guerra de las Comunidades en su discurso ante las Cortes reunidas en 1523. A los representantes de las ciudades les reiteró el amor que sentía por sus súbditos, les recordó la clemencia demostrada tras la derrota comunera de Villalar y achacó aquel episodio histórico liderado por Padilla, Bravo y Maldonado al influjo de «unas pocas personas ganadas por el demonio».

Aquella convocatoria, la primera tras las Comunidades, ha sido resaltada por importantes historiadores por cuanto vino a demostrar el reforzamiento del poder monárquico, pero también la necesidad de atender demandas muy sensibles de los castellanos para evitar un hecho similar. Convocadas el 22 de mayo de 1523, las Cortes se celebraron en Valladolid el 24 de julio, hace ahora 500 años, en el palacio que los Pimentel, condes de Benavente, poseían en la calle de la Corredera de San Pablo, hoy sede de la Diputación Provincial; precisamente, el mismo lugar en el que nacerá Felipe, hijo del emperador y futuro rey de España, cuatro años después.

Aunque el principal objetivo político era superar el trauma de las Comunidades, la finalidad concreta revestía potenciales problemas: se trataba de solicitar un nuevo servicio a las ciudades para sufragar los gastos de la guerra contra el imperio otomano, que había obtenido importantes éxitos en Belgrado y en Rodas, y para preparar un ejército que recuperara la villa de Fuenterrabía, entonces en poder de Francia. Presididas las Cortes por el poderoso canciller Mercurino Gattinara, autor del discurso de Carlos V, éste prometió no levantar las reuniones hasta atender todas las peticiones de las ciudades. Sin embargo, se topó con un forcejeo inesperado.

El proceder habitual de las Cortes era que, una vez votado el servicio, el monarca pasara a atender las peticiones de los procuradores. Esta vez, sin embargo, estos no estaban por la labor. Para sorpresa del monarca, las ciudades nombraron una comisión de seis representantes, presidida por el granadino Juan Rodríguez de Pisa, y propusieron que se alterase el sistema y que se contestase a los procuradores antes de deliberar sobre el servicio solicitado. Se trataba de presionar al rey y transmitirle, de paso, el descontento acumulado por los incumplimientos pasados.

Visiblemente enojado, Carlos V respondió que no consideraba conveniente «hacer novedad tan grande y agena de la costumbre, y que cedia en detrimento de su reputacion, y que esperaba determinasen brevemente lo del servicio, para lo cual les prometia no disolver las cortes sin librar antes sus peticiones y memoriales». El tira y afloja duró más de lo esperado y obligó a reunirse tres veces por orden de Gattinara. Finalmente, los procuradores dieron su brazo a torcer y acordaron otorgar el servicio solicitado, que ascendía a 400.000 ducados por tres años; también aprobaron una prestación extraordinaria consistente en sostener 5.008 peones con un gasto aproximado de 40 millones de maravedíes.

Arriba, Carlos V e Isabel de Portugal. Abajo, Mercurino Gattinara, presidente de las Cortes de 1523, y primera hoja de las peticiones del Reino en las mismas. MINISTERIO DE CULTURA/EL NORTE
Imagen principal - Arriba, Carlos V e Isabel de Portugal. Abajo, Mercurino Gattinara, presidente de las Cortes de 1523, y primera hoja de las peticiones del Reino en las mismas.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Carlos V e Isabel de Portugal. Abajo, Mercurino Gattinara, presidente de las Cortes de 1523, y primera hoja de las peticiones del Reino en las mismas.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Carlos V e Isabel de Portugal. Abajo, Mercurino Gattinara, presidente de las Cortes de 1523, y primera hoja de las peticiones del Reino en las mismas.

Acto seguido, los procuradores reunidos en Valladolid presentaron peticiones muy sentidas entre los castellanos. Además de que el rey tomase mujer y contrajera matrimonio para asegurar la sucesión, volvieron a reiterarle que residiera en España, que mantuviera la paz con los príncipes cristianos y que combatiera a los «infieles», como hicieron los Reyes Católicos. Al igual que estos, le recordaron la buena costumbre de moderar los gastos de la casa real e incorporar a ella a los naturales de estos reinos, y volvieron a pedirle que no vendiera ni diera oficios a gentes no capacitadas ni naturales.

Insistían los procuradores en que el rey debía asegurar el buen funcionamiento de la administración de justicia y que los cargos eclesiásticos residiesen en sus iglesias, y tampoco ahorraron quejas por la gran cantidad de dinero que salía hacia Roma y por las extorsiones en la predicación y cobranza de las Bulas de Cruzada, pues, a su juicio, esos fondos se usaban para otros fines diferentes a la «guerra contra el infiel». Aunque el monarca no confirmó del todo peticiones tan sentidas como la de no dar beneficios a extranjeros, evitó naturalizar a flamencos para no generar mayor malestar, circunstancia que para algunos historiadores vendría a demostrar las cautelas de Carlos V tras las Comunidades.

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