Borrar
Edificio de la Electra, en el paseo Isabel la Católica. Carlos Espeso
Hágase la luz
Tiempos Modernos

Hágase la luz

«Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. De todas formas, a pesar del milagro y por si acaso, en su ayuda vino la Electra Popular Vallisoletana...»

Paco Cantalapiedra

Valladolid

Sábado, 30 de septiembre 2023, 00:13

A día de hoy, el que se conforma con su compañía suministradora de luz, de gas o telefonía lo hace porque está medianamente contento con la que tiene, le da pereza cambiar o desconfía de chollos muy aparentes que luego tienen letra pequeña que casi nadie leemos. Mi amigo Tito, por ejemplo, siempre que alguien parece dispuesto a escucharle cuenta el calvario sufrido tras dejar una empresa de móviles por otra y que, según su experiencia, acabó siendo «un fracaso del copón que me costó un huevo recomponer». Parece ser que al poco de hacer el cambiazo «ni los precios eran los prometidos ni Dios que lo fundó». Pero como de móviles creo haber hablado alguna vez, hoy me quedaré con la copla de las eléctricas, que tienen lo suyo…

Actualmente, hay ofertas a montones para cambiar de compañía: basta con teclear en Internet «empresas de energía» para toparse con Repsol, Iberdrola, Gana Energía, Energy Go, Gesternova, Endesa y bastantes más. Por haber, hay incluso una oferta para instalar en tu propio domicilio una «estación eléctrica portátil definitiva para tener energía cada día durante diez años», sistema que ofrece «una potencia y una comodidad inigualables dentro y fuera de casa». Por si faltaba algo en esta merienda, los paneles solares han perdido actualidad porque ahora una empresa polaca llamada Xataca (no me pregunten más porque no quiero saberlo) ofrece «tejas fotovoltaicas con capa cerámica», que «cumplen la función de una teja convencional, mejoran el aislamiento» y, claro está, generan «energía limpia con altos rendimientos energéticos».

Noticias relacionadas

(Entre paréntesis y, antes de seguir, me pregunto qué interés tiene Iberdrola en que montemos paneles solares para ahorrar en la factura de la luz. Salvando las distancias me recuerda aquella campaña de una tienda que colocó en su escaparate un cartel que anunciaba: «No compre aquí; somos muy caros»).

El tío de la luz

Antiguamente, todos los meses venía a casa el 'señor de la Electra' a leer el contador, un cachivache negro que estaba dentro del domicilio y que permitía ver a través de una minúscula ventanita cómo giraba, a toda pastilla, una rueda puesta en horizontal. Para concienciarnos en el uso de la energía, mi madre me hacía mirar la ruedecita y sentenciaba: «mira cómo tira la luz que tenemos encendida… A ver si aprendes a ahorrar, que está todo muy malo». Pero volviendo a dicho empleado, en mi barrio todos nos referíamos a él como 'el tío de la luz', que aunque parezca lo mismo no lo es ni de coña. Para empezar, era odiado por el vecindario porque tenía facultades para cortar el suministro a los que no estaban al día en el pago de recibos, asunto que los afectados resolvían enganchando a los cables de la calle. Esta actividad se llamaba «hacer trampa», porque la miseria aguza el ingenio que no veas… Lo más chocante es que la compañía de luz se llamaba Electra Popular Vallisoletana (EPV), que de popular tenía lo que servidor de mormón.

No obstante, como no quiero ser un cateto he leído que esta empresa se constituyó para distribuir en Pucela la electricidad proveniente de un salto de agua en Zamora, lo que significó «un avance enorme para la ciudad de Valladolid al generalizar el uso de la energía eléctrica para usos industriales y civiles». Cuando comento estas cosas con mis colegas del bar Lorenzo, Miguel Ángel Cuadrado me pregunta de qué «sirve saber tantas cosas que no valen para nada», momento en el que sale al quite Luis el Cagueta que le da un corte merecido: «Miguelito, majo, hay que saber de todo porque como decía don Vicente, el maestro, la cultura nunca sobra. Además, al Canta le sirve para escribir en El Norte, que no es moco de pavo». Como me siento respaldado por la concurrencia, tecleo en el móvil el nombre de la empresa en cuestión y para darle en los morros al crítico leo que el mamotreto de ladrillo que sigue en pie en el Paseo de Isabel La Católica pronto se convertirá en un bloque de apartamentos para mayores. Cuando se apalanca en la barra Macario Sigüenza, ('Maca' para la peña) tira de conocimientos y añade algo que ninguno de los presentes recordábamos: que ese caserón «estuvo a punto de convertirse en un hotelazo de cinco estrellas siendo alcalde León de la Riva», pero no logró el permiso para cambiar el uso principal del inmueble, lo que ahora sí parece haberse conseguido.

En lo que coincidimos sin problema todos los contertulios es en nuestros recuerdos de aquellos años de penuria donde las casas (las nuestras, digo) eran pobremente alumbradas con bombillas de bajo consumo que colgaban de un gancho que en verano compartía espacio con aquel cucurucho amarillo donde se quedaban pegadas las moscas. Ya metidos en la nostalgia aprovecho para recordar las regañinas amables de mi progenitora cuando me pillaba leyendo, una y otra vez, 'La ruta de los cuatreros', de Marcial Lafuente Estefanía, la única lectura a mi alcance cuando las bibliotecas públicas no existían o no tenían novelas de ese señor que escribió varios miles.

Imposible olvidar la cantinela de mi señora madre, repetida una y otra vez cada noche: «Paquito, hijo, apaga esa luz, que es de 40 bujías y gasta mucho». Yo me defendía jurando que estaba repasando un examen de geografía que tenía esa semana. «Pues estudia de día, coño, que la vida está muy cara, y la luz también. Si quieres ser alguien de provecho ya te he dicho mil veces que tu abuelo, mi padre, hizo la carrera estudiando de día en el corral y de noche con un candil». (Nota del Traductor: mi antepasado se llamaba Marciano Puelles y Leonato, practicante autorizado a partos comunes en Villabrágima, profesión que le permitió alimentar a su señora, doña Leonila, y a ocho retoños que se lo comían todo).

Hoy termino con una frase culta para que mis críticos no se quejen. He leído en el Génesis (lo juro) que «Dios dijo: Hágase la luz; y la luz se hizo. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas». De todas formas, a pesar del milagro y por si acaso, en su ayuda vino la Electra Popular Vallisoletana...

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Hágase la luz