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Federico Santander Ruiz-Giménez, asesinado el 2 de diciembre de 1936. EL NORTE
Funerales por Federico Santander, asesinado en Paracuellos
El Cronista

Funerales por Federico Santander, asesinado en Paracuellos

Escritor, periodista, alcalde y director de El Norte de Castilla, su sepelio se celebró el 1 de mayo de 1939, después de conocerse las causas de su muerte

Martes, 7 de mayo 2024, 00:19

Aquel párrafo, escrito en noviembre de 1935, era tristemente premonitorio: «Ahora pienso también en que, como las masas son simplistas y no distinguen de colores ni saben de matices, por no marcarse bien separaciones y contornos, llegue un día en que puedan fusilarme, o degollarme, al mismo tiempo que a los republicanitos del 14 de abril y a los socialistas de un socialismo manso y lento; y entonces sí que, al acabarse trágicamente el vivir… ¡se habrá acabado el convivir!». Su autor, Federico Santander Ruiz-Giménez, uno de los periodistas y escritores más famosos de la ciudad, que además había ejercido la alcaldía en dos ocasiones, fue noticia hace 85 años por el suceso más triste que podría imaginar: el descubrimiento de las causas de su muerte, perpetrada en diciembre de 1936 de forma macabra.

Monárquico de corazón, Santander era un liberal enamorado de la cultura que había contribuido a dinamizar todo tipo de iniciativas, en especial el Teatro Calderón, era muy estimado por sus conferencias, ejerció la alcaldía de Valladolid en dos ocasiones, la última hasta las elecciones de abril de 1931, que trajeron la República, dirigió El Norte de Castilla y había dado a la imprenta novelas premiadas como 'Epistolario' (1903), 'La casa de Balsaín' (1905), '¡Por el nombre!' (1906), 'Alma mater' (1907) y su célebre 'Guía Espiritual de Castilla', que aglutina 49 artículos publicados en el semanario dominical 'Castilla', que dirigió hasta 1923. Alegó su fe monárquica para abandonar la dirección del periódico, al que consideraba afecto al régimen republicano, y trasladarse a Madrid, concretamente a una habitación del Hotel Madrid-Paris.

Allí, además de colaborar con 'ABC' y otros rotativos, prosiguió con su labor como conferenciante y hasta tuvo tiempo, en octubre de 1932, de emprender un viaje alrededor del mundo en un vehículo Ford, acompañado por Artemio Mazariegos, Eduardo Power y Marcelo San José, experiencia que luego divulgó en artículos y múltiples conferencias. También tomó partido político participando en actividades favorables a la Monarquía, colaborando en la revista 'Acción Española' y mostrándose próximo a Renovación Española, formación monárquica progresivamente radicalizada contra la República. Fue miembro del Rotary Club y en sus artículos periodísticos atacó con dureza al régimen republicano, al que tildaba de sectario, violento y próximo al bolchevismo.

Arriba, el desaparecido Colegio de Carmelitas del Campo Grande, donde se oficiaron los funerales, el 1 de mayo de 1939; abajo, celdas de la Cárcel de Ventas, donde estuvo preso, y caricatura de Federico Santander, con el Teatro Calderón bajo el brazo, por 'Geache'. ARCHIVO MUNICIPAL
Imagen principal - Arriba, el desaparecido Colegio de Carmelitas del Campo Grande, donde se oficiaron los funerales, el 1 de mayo de 1939; abajo, celdas de la Cárcel de Ventas, donde estuvo preso, y caricatura de Federico Santander, con el Teatro Calderón bajo el brazo, por 'Geache'.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el desaparecido Colegio de Carmelitas del Campo Grande, donde se oficiaron los funerales, el 1 de mayo de 1939; abajo, celdas de la Cárcel de Ventas, donde estuvo preso, y caricatura de Federico Santander, con el Teatro Calderón bajo el brazo, por 'Geache'.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el desaparecido Colegio de Carmelitas del Campo Grande, donde se oficiaron los funerales, el 1 de mayo de 1939; abajo, celdas de la Cárcel de Ventas, donde estuvo preso, y caricatura de Federico Santander, con el Teatro Calderón bajo el brazo, por 'Geache'.

A principios de agosto de 1936, apenas 15 días después del levantamiento militar que provocó la Guerra Civil, Federico Santander fue detenido por los republicanos en calidad de miembro de Renovación Española. Se le tomó declaración en dos ocasiones, fue juzgado por un Tribunal Popular y conducido a la Cárcel de Ventas. Su trágico final lo desveló a finales de abril de 1939 Conrado Sabugo, que firmaba sus artículos bajo el seudónimo de «C. Kellex», a raíz de una entrevista que mantuvo con el que fuera director de la prisión: siguiendo órdenes del director general de Seguridad, Manuel Muñoz, una veintena de milicianos lo subieron a un camión junto a otros 94 detenidos para, supuestamente, trasladarlos a la prisión central de Chinchilla. Santander, previendo que los iban a matar, se resistió agarrándose a la pistola de uno de los milicianos, pero fue derribado de un culatazo. Lo tuvieron que subir maniatado. El jefe de los milicianos era Francisco Polo.

Ningún preso llegó a su destino. Los asesinaron en las proximidades de Paracuellos de Jarama el 2 de diciembre de 1936. Desconocida su suerte hasta por los mismos jerarcas republicanos, a comienzos de 1937 se le abrió un proceso judicial como sospechoso de desafección a la República e inducción a la rebelión militar. En consecuencia, el Tribunal solicitó que se indagase su paradero. Los responsables de la prisión respondieron que había sido liberado en la fecha de su ejecución, por lo que fue procesado en rebeldía en marzo de 1937. Paradójicamente, una vez terminada la Guerra fueron los vencedores quienes le abrieron expediente por pertenecer al Rotary Club, entidad que asimilaban erróneamente a la masonería, y por su afinidad con los liberales albistas.

El 1 de mayo de 1939, una vez conocida su trágica muerte, se oficiaron funerales en su honor en la iglesia del ya desaparecido Colegio de Carmelitas del Campo Grande, organizados por la Asociación de la Prensa. Ofició la misa, abarrotada de público, el sacerdote Martín Hernández, que además de capellán del Colegio era subdirector de El Norte de Castilla, al que asistieron el capellán de las Lauras, Juan Alonso, y el de la parroquia de San Ildefonso. Junto a las autoridades presenciaron el sepelio las alumnas del Colegio y el personal facultativo del Hospital Calvo Sotelo, situado en el mismo; al día siguiente se hizo otro tanto en la parroquia madrileña del Carmen.

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