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Santiago López se dirige a los vallisoletanos concentrados en su honor en la Plaza Mayor. ARCHIVO MUNICIPAL
Cuando miles de vallisoletanos se manifestaron para que no cesara el alcalde

Cuando miles de vallisoletanos se manifestaron para que no cesara el alcalde

Más de 15.000 se concentraron en la Plaza Mayor, el 22 de noviembre de 1964, para animar a Santiago López a seguir al frente del Ayuntamiento

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 30 de abril 2024, 00:06

«La ciudad expresó el domingo, en las personas de sus autoridades y en la múltiple y unánime del pueblo, el claro deseo de que su alcalde, don Santiago López González, permanezca al frente del Ayuntamiento». Nunca había ocurrido algo parecido en la ciudad del Pisuerga. Era el 22 de noviembre de 1964. La excusa, la concesión al alcalde, Santiago López González, de la Gran Cruz del Mérito Civil. En aquellos tiempos, al primer edil lo elegía y cesaba directamente el ministro de la Gobernación en los municipios de más de 10.000 habitantes, mientras el gobernador civil hacía lo propio en el resto de localidades. Eran tiempos autoritarios y centralistas, de cultura política maniatada por una dictadura camuflada bajo el concepto de «democracia orgánica». Lo curioso del caso es que tanto la concesión de la Gran Cruz como el homenaje ciudadano, perfectamente orquestado desde el poder central, buscaban un fin concreto y poco disimulado: que don Santiago no cumpliese su anuncio de cesar en el cargo.

Designado a principios de 1961, la labor de Santiago López González fue muy relevante y beneficiosa para la ciudad. El edil, que también ha pasado a la historia por ser uno de los promotores de FASA-Renault, esgrimía logros como el saneamiento de las cuentas del Ayuntamiento, la consecución del Polo de Desarrollo, el engalanamiento de la Plaza de San Pablo y del Paseo de Zorrilla, la mejora de la playa de las Moreras, el avance de los grupos escolares, la eclosión del Valladolid industrial, la cesión de terrenos a la Universidad, el Instituto Núñez de Arce y la creación de numerosas viviendas. Su popularidad entre los vallisoletanos explica la alarma suscitada cuando, a finales de 1964, anunció su próxima renuncia al cargo.

La concesión de la Gran Cruz del Mérito Civil por parte del Jefe del Estado, general Franco, fue la ocasión propicia para organizar un multitudinario homenaje ciudadano que le animara a continuar. Fue un acto apoteósico desarrollado en dos escenarios complementarios, la Plaza Mayor con su Ayuntamiento, y el Hotel Felipe II. En la primera se reunieron quince mil ciudadanos de todo tipo, si bien destacaron los miles de habitantes de las barriadas que, a sus emocionados vivas, unían pancartas expresando el deseo de verle más tiempo al frente del Consistorio. Pajarillos, Delicias, San Pedro, José Solís, Fasa, Girón, Barrio España…: «Ha sido un plebiscito popular, amplio, sincero y emocional», señalaba la crónica periodística, maravillada por la presencia de mástiles con banderas nacionales y del Movimiento frente a una casa consistorial bellamente engalanada y en cuyas puertas, agentes de la policía municipal ataviados con trajes de gala hacían las veces de guardia de honor. Todos estaban en el salón municipal, desde el delegado de Información y Turismo, Antolín de Santiago, pasando por el rector de la Universidad, el capitán general y, por supuesto, el presidente del Consejo de Administración de FASA, Nicolás Franco.

«Los vallisoletanos te necesitan y quieren y desean que durante largos años rijas esta maravillosa capital espiritual de las Castillas que es Valladolid», sentenció el gobernador civil antes de imponerle la banda y la Gran Cruz entre vibrantes ovaciones por parte del público que abarrotaba el salón. Santiago López recibió cientos de adhesiones por carta y telegrama: del ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, de Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo, del de Industria, Gregorio López Bravo, etc. Rememoró su origen humilde, huérfano a los 17 años, llegado a Valladolid desde la villa cántabra de Pesquera, aprendiz en los talleres metalúrgicos Hijo de Ciriaco Sánchez, promotor de FASA y, desde febrero de 1961, alcalde de la ciudad. Tuvo palabras cariñosas para Franco, a quien expresó públicamente su «más leal adhesión, haciendo fervientes votos para que Dios nos le guarde muchos años», y tuvo que salir al balcón del Ayuntamiento para saludar a los miles de vallisoletanos que le aclamaban. En las pancartas de barrios y colegios se podían leer frases como estas: «Las Delicias te piden que continúes», «El pueblo te pide que prosigas tu gestión», «No nos abandones».

Miles de vallisoletanos con pancartas en la Plaza Mayor durante el homenaje a Santiago López, e imposición de la Gran Cruz del Mérito Civil por el gobernador. ARCHIVO MUNICIPAL
Imagen principal - Miles de vallisoletanos con pancartas en la Plaza Mayor durante el homenaje a Santiago López, e imposición de la Gran Cruz del Mérito Civil por el gobernador.
Imagen secundaria 1 - Miles de vallisoletanos con pancartas en la Plaza Mayor durante el homenaje a Santiago López, e imposición de la Gran Cruz del Mérito Civil por el gobernador.
Imagen secundaria 2 - Miles de vallisoletanos con pancartas en la Plaza Mayor durante el homenaje a Santiago López, e imposición de la Gran Cruz del Mérito Civil por el gobernador.

El almuerzo en su honor, en el Hotel Felipe II, contó con ochocientos comensales. Su compañero de mandato, Luis Finat, y el escritor y periodista Francisco Javier Martín Abril fueron los encargados de transmitirle el clamor popular: «La ciudad necesita un alcalde para cada tiempo, y en esta hora el alcalde no puede ser otro que Santiago López. La gran capacidad de trabajo de este hombre resulta admirable. Hay que decirle que continúe al frente del Ayuntamiento, para que continúe asimismo el progreso de la ciudad». Este periódico no les fue a la zaga, y en la información del día incluyó un texto editorial muy elocuente: «Esperamos que la emoción que bien claramente pudo percibirse en el gesto y en las palabras de don Santiago López González, sea el inicio de una decisión que todo Valladolid está esperando. Y deseando». También Miguel Delibes, que se encontraba en Washington, le insistió por carta: «Los hombres útiles para la comunidad no debéis abandonar el timón. ¡Que se vayan los incapaces!». Pero no fue así. En junio de 1965, el de Pesquera anunciaba públicamente que abandonaba la alcaldía, «contrariando la opinión popular hace poco manifestada en su favor», recordaba el periodista.

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