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Aunque la plaza comenzó a ser oficialmente denominada como de la Fuente Dorada en 1853, la primera fuente dorada que se colocó en este lugar fue dos siglos antes. La fuente fue una de las ocho proyectadas en la ciudad para acercar el agua procedente ... de un manantial situado a cinco kilómetros de la capital, en el entonces término de Argales. Finalmente, por falta de fondos, solo se levantaron tres. Estaba prohibido lavar en ella y que los animales bebieran. Corría el año 1618. Diseñada por Diego de Praves, maestro mayor de las obras de Su Majestad en Castilla la Vieja y responsable, entre otros, del Convento de las Descalzas Reales, la fuente monumental estaba compuesta por una taza octogonal en cuyo centro se elevaba una columna sobre la que descansaba una bola de bronce dorado, rematada por una aguja, también dorada, y rodeada de ocho pequeños caños, que desaguaba a través de otros cuatro caños de bronce en un pilón inferior. Desde el principio comenzó a conocerse popularmente como la Fuente Dorada. Miguel de Cervantes la cita en su obra 'La ilustre fregona', donde alaba la calidad de su agua.
Otros edificios desaparecidos
Sonia Quintana
Debido al deterioro, en 1759, el Ayuntamiento decidió sustituir la bola de bronce dorado por una figura de piedra: una alegoría de la Primavera, que se colocó sobre una peana en forma de macetero con flores, rodeada de delfines que hacían la función de caños. La figura femenina se doró para que la fuente no perdiera su particularidad. Al poco tiempo, una pedrada dejó a la figura descabezada; permaneciendo así durante años y pasando a conocerse la fuente como la de la primavera sin cabeza. Años más tarde, la figura femenina fue sustituida por una tinaja. Y así permaneció hasta mediados del siglo XIX.
En 1840 el Ayuntamiento decidió sustituir la tinaja por una nueva estatua de piedra, esta vez del dios Apolo. Debido a las dimensiones de la escultura, el Consistorio tuvo que erigir un pedestal, que colocó en el centro de un estanque circular. La fuente tenía entonces cuatro caños. Entre 1842 y 1844 se colocó una reja alrededor, sobre un zócalo, cuya piedra se reutilizó de los restos de la torre de la Catedral, que se había hundido un año antes.
En 1876 la fuente cambió de ubicación, colocándose en el centro de la plaza, y la estatua de Apolo fue sustituida por una columna con cuatro caños, rematada por una farola. Años después se cambió la farola por otra de cuatro brazos con faroles fernandinos. Y así permaneció hasta 1948. El arquitecto municipal Miguel Baz proyectó una nueva fuente: un estanque rectangular realizado en piedra sobre el que descansaba un gran pilón, al que se accedía por cuatro escaleras dispuestas en forma de cruz. En el centro, un pedestal cuadrangular, con escudos dorados de la ciudad en sus cuatro caras. En los ángulos de la fuente se hallaban otros cuatro estanques que recogían el agua vertida por caños con forma de cabeza de león. Sobre el pedestal, una nueva escultura; en esta tercera ocasión, del dios griego Hermes.
Hasta ese momento, la figura, fundida en hierro, había ocupado una hornacina del zaguán de la casa familiar del marqués de Casa Pombo: el Palacio Villena. En su mano derecha empuña en alto una antorcha. Para retomar la tradición, la escultura fue pintada de dorado, por lo que los vallisoletanos, en tono jocoso, comenzaron a conocerla como Don Purpurino. Esta estatua apenas permaneció tres años sobre su pedestal. Hoy puede verse en un parque de la localidad vallisoletana de Tamariz de Campos.
En su lugar se colocó una columna de piedra rematada con cuatro brazos de los que colgaban grandes faroles, trasladada después a la Plaza de la Trinidad, donde hoy permanece. Cuando se reformó la zona, años después, se colocó en un rincón una pequeña fuente, del mismo modelo que las del resto de la ciudad, y desapareció la fuente monumental que hasta entonces allí había lucido.
Fue en 1998 cuando el Ayuntamiento decidió desempolvar la Historia y volver a colocar en esta plaza de la ciudad una nueva gran fuente monumental, esta vez ornamental. Coronada por las primitivas bola y aguja doradas, la actual Fuente Dorada, obra de Fernando González Poncio, consta de un gran pilón y un soporte de forma ochavada, que alterna caños en forma de mascarones con esculturas alusivas a cuatro gremios: aguadora, botero, soldado y loriguero, con inscripciones a sus espaldas de 43 viejos oficios.
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