El Gran Teatro de Valladolid

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Las primeras representaciones tuvieron lugar en el patio de la hospedería de la cofradía, a la que se accedía por la calle San Lorenzo, casi frente a la iglesia. En 1574 la cofradía compró dos solares contiguos -un corral y un solar que tenía un horno- para construir un corral de comedias. Con ayuda del cómico Alonso de Cisneros -«el único que hacía reír al adusto Felipe II», según declaró Ginés Carrillo Cerón en sus 'Novelas de varios sucesos' (1635)-, la cofradía solicitó al Ayuntamiento la concesión en exclusiva de las representaciones de comedias en la ciudad, permiso que obtuvo en junio de 1575.

Al año siguiente, los cofrades pidieron al afamado director teatral Mateo de Salcedo que hiciera las trazas de un teatro permanente. Y así ocurrió. El llamado Patio de Comedias del Hospital de San José tenía un patio empedrado y buenos corredores para el público. 34 años después, en 1609, se llevó a cabo la reconstrucción total del edificio para lo que acabó derribándose la primitiva construcción. Bajo el mecenazgo de Martín Sánchez de Aranzamendi, diputado de las rentas reales de Valladolid y alcalde de la cofradía de San José, se llevaron a cabo las obras, que concluyeron en 1611. Nacía así el Teatro de la Comedia. Años después se cubrió el patio y en 1626, el número de asientos. La gran inundación de la ciudad, diez años después, obligó a su reedificación. En 1746 se pintó el techo, incluyendo en el centro un medallón con la imagen de San José acompañado de unos jarrones con flores.

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A mediados del siglo XVIII cesó la cofradía en el gobierno del teatro y pasó a ser propiedad del Ayuntamiento, que abrió la entrada principal por la actual plaza Martí y Monsó. Corría el año 1771. En 1866 fue sacado a subasta pública. Adjudicado en 1867 a Anacleto Guerra, éste encargó su remodelación al arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina; un proyecto que no llegó a llevarse a cabo. Cuarenta años después, en 1907, siendo su propietario Luis Altolaguirre, el hijo del Jerónimo, Antonio Ortiz de Urbina, se hizo cargo del nuevo diseño del edificio; que sí se hizo realidad. Tras esta reforma el teatro pasó a denominarse Gran Teatro.

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En 1929 tuvo lugar otra gran reforma, tras la que desapareció su armadura de madera y los palcos y anfiteatros de la segunda y tercera planta. La escalera principal fue sustituida por dos escaleras laterales con escalones de mármol blanco y zócalo imitando mármol de color. Se eligió la cerámica Nolla, patrimonio histórico valenciano, como pavimento para el vestíbulo, la sala de fumar y la de descanso. Se decoraron los techos con molduras y adornos de yeso pintados al temple en tonos oro y azules y se cambiaron todos los asientos por butacas de madera. Su capacidad era de 1451 espectadores. El Gran Teatro se mantuvo en funcionamiento hasta el 2 de junio de aquel mismo año, que cerró sus puertas; momento en que se desmontó el edificio casi en su totalidad para reconvertirlo en Cinemas Coca (inaugurado el 15 de marzo de 1930), siendo derribado finalmente en 2003, dando paso al actual edificio de viviendas.