Fermín Galicia Sánchez, en el centro, acompañado por dos de sus hijos, María Cristina y Amador, en 1947. Álbum de la familia Galicia

Comercios históricos de Valladolid: Pastelería Galicia

La familia que llegó de Galicia para endulzar a los vallisoletanos

Fermín Galicia abrió en los años cincuenta de 1800 un despacho de dulces y velas en Tordesillas, empresa en la que hoy trabaja ya la sexta generación de la familia

Sonia Quintana

Valladolid

Lunes, 11 de marzo 2024, 06:54

Fermín Galicia llegó a Tordesillas desde su Galicia natal a mediados del siglo XIX. «Venían de la zona de Meirás. No sabemos por qué eligieron Tordesillas. En aquellos años vino mucha gente a trabajar como canteros; quizá viniera con algún grupo de aquellos», cuenta su ... tataranieto Carlos Galicia, actual propietario de Dulces Galicia. Casado con Engracia Díez, el matrimonio abrió un pequeño obrador a la altura del actual número 30 de la calle Santa María. «Se dedicaban a hacer dulces y también velas de cera», recuerda Carlos Galicia. «Hicieron velas durante muchos años». La luz eléctrica no llegó a Tordesillas hasta principios del siglo XX. «La pastelería se abrió sobre 1850», apostilla el tataranieto del fundador.

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A Fermín le dio el relevo su hijo Melitón Galicia Díez. «No sabemos si Melitón tuvo hermanos o fue hijo único; solo sabemos que fue él el que dio continuidad al negocio». Desde siempre las mujeres de la familia trabajaron en el comercio. «Mi tatarabuelo y mi bisabuelo trabajaban en el obrador y mi tatarabuela Engracia y mi bisabuela Amparo atendían la tienda«, apunta Carlos Galicia, quinta generación de la familia al frente de la pastelería Galicia. Casado en 1863 con Amparo Sánchez Díez, Melitón tuvo cinco hijos: Florencia, Fermín, Miguel, Benita y Mariano. Fue el primer hijo varón de la pareja quien siguió los pasos de su padre, aunque éste primero regentó durante un año la expendeduría número 2 de tabaco y timbre de la localidad vallisoletana.

Fermín Galicia Sánchez (Tordesillas, 1886) se puso al frente del negocio familiar en 1913. «Mi abuelo Fermín fue el que compró este edificio y trasladó aquí la confitería», señala Carlos Galicia. El obrador al principio estaba en la parte superior del inmueble y con un sistema de poleas se subía la leña para avivar el fuego. «Tenían la vivienda encima del comercio, pero el comedor lo tenían en la trastienda. Tenían una ventana que comunicaba el comedor con la tienda y cuando entraba alguien, dejaban de comer y salían a atenderle. Solo cerraban por la noche«, recuerda Carlos Galicia, quien atesora muchas anécdotas de los casi 175 años del comercio tordesillano. Casado con Petra Merinero Serrador, el matrimonio tuvo cuatro hijos: María Cristina, Gonzalo, Modesto y Amador. El pequeño, Amador, quien llegó a ser teniente alcalde de Tordesillas, fue el que se hizo cargo de la pastelería.

Calle Santa María de Tordesillas. A la derecha, la pastelería Galicia,

«Mi tatarabuelo Fermín empezó haciendo pastas de manteca, pasteles de crema pastelera y caramelos, cuyos moldes conservamos. Luego siguió mi bisabuelo Melitón. Pero fue mi abuelo Fermín el auténtico impulsor del negocio. Él fue el que empezó a hacer polvorones y también fue él el que creó unos bizcochos borrachos con los que obsequió al rey Alfonso XIII durante su visita al Monasterio de Santa Clara que acabó bautizando en su honor como 'alfonsinos' porque al rey le encantaron, y que seguimos vendiendo«, explica Carlos Galicia. »También seguimos haciendo los caramelos de mi tatarabuelo Fermín: los monos de San Vicente«. Este producto se elabora únicamente en los últimos días del mes de enero, con motivo de la festividad de San Vicente mártir. Son unos caramelos con forma de letras y figuritas de animales. »En la época de mi abuelo Fermín había una tradición en San Vicente que consistía en exponer cachavas de dulce en el escaparate con el nombre del novio, que luego se la regalaba a su novia. Intentamos recuperarla pero no funcionó. Hoy seguimos haciendo solo los caramelos«.

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Fermín falleció en 1956 a los 69 años. Su hijo Amador (Tordesillas, 1920) ya llevaba años trabajando con su padre cuando se quedó al frente del negocio. Juntos habían comenzado en 1952 a comercializar los polvorones de 'El toro' fuera de Tordesillas. Valladolid y Madrid fueron sus primeros destinos. Hoy es Carlos, el segundo de los cinco hijos de Amador Galicia Merinero y Emilia Sigüenza Rodríguez quien, junto a su mujer, Ana Pascual Barragán, y sus hijos Diego y Álvaro -sexta generación de la familia Galicia al frente de la pastelería tordesillana- dirigen el negocio familiar, trasformado en una industria que comercializa solo en Navidad más de 250.000 kilos de polvorones. La pastelería primitiva sigue abierta en el local de la calle Santa María. A Amador, fallecido en el 2019 a los 90 años, le tomaron el testigo dos de sus hijos: Carlos y Alfonso. Hoy la sexta generación ha tomado las riendas de este centenario negocio familiar.

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