El Cronista
Falangistas condenados a muerte por FrancoEl Cronista
Falangistas condenados a muerte por Franco«Sí, existen muchas personas de esas que se llaman de 'orden' que nos odian, que nos calumnian, que nos atacan sin respetar ni siquiera lo más mínimo el recuerdo de nuestros mejores caídos. Proceder antipatriótico y anticristiano también». La arenga, pronunciada el 20 de ... julio de 1942 por Hernando Calleja García, subjefe provincial del Movimiento, la escucharon los vallisoletanos a las nueve y media de la noche desde el micrófono de Radio Falange Española Tradicionalista, número 1.
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No solo se trataba de celebrar, con ardoroso tono falangista, el sexto aniversario de la sublevación militar contra la República, sino también de alertar sobre determinadas acciones de quienes, aun perteneciendo a las familias políticas del Régimen, cuestionaban el predominio de Falange. Calleja era muy claro: había que atajar al «traidor que, solapadamente, se mete en nuestras filas y entorpece la labor de Franco, artífice de la Victoria, paladín de las mejores conquistas falangistas».
Solo un mes más tarde, el 16 de agosto de 1942, estallaban los graves sucesos de Begoña, en Bilbao, una auténtica batalla campal entre falangistas y carlistas que, además de provocar expulsiones del gobierno tan sonadas como la de Ramón Serrano Suñer, se saldaría con varias detenciones y dos condenas a muerte a militantes de Falange, uno de ellos de Valladolid.
Llevaban tiempo enfrentándose entre sí estas dos familias políticas del Régimen cuando se anunció la tradicional ofrenda anual carlista a sus militantes caídos, que se celebraba en el Monasterio de Nuestra Señora de Begoña. Como ha escrito Joan Maria Thomàs, en previsión de los disturbios que podrían tener lugar, militantes vizcaínos de Falange pidieron ayuda a sus colegas de Santander, León, Vitoria y Valladolid.
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De nuestra ciudad partió un coche oficial de la Jefatura Provincial de FET-JONS con dos ocupantes: Calleja y el jefe provincial del Sindicato Español Universitario (SEU) de Vizcaya. Después de recoger en San Sebastián a Juan Domínguez Muñoz, inspector nacional del SEU, se dirigieron hasta Bilbao, donde llegaron el 15 de agosto. A pesar de los agentes de la Policía Armada desplegados por los alrededores del templo, la salida fue estrepitosa.
Con los ánimos enardecidos, los carlistas comenzaron a dar vivas a su rey (Carlos V) y a lanzar gritos contra Franco y la Falange, que fueron respondidos desde el lado falangista con dos granadas de mano. Una no explotó y la otra, desviada, hirió a 71 personas, varias de ellas familiares de los caídos en la Guerra Civil a quienes se honraba. Entre los presentes estaba el ministro del Ejército, general José Enrique Varela, que se salvó de milagro e interpretó que la granada iba dirigida a él. Por eso pidió a Franco un castigo ejemplar. Y por eso los falangistas detenidos fueron juzgados en Consejo de Guerra.
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El juez consideró probado que Juan Domínguez había lanzado las granadas después de que Hernando Calleja, al que le faltaba una pierna, levantara la muleta, señal convenida por ambos para perpetrar el atentado. Los condenaron a muerte. A Calleja, por su condición de mutilado de guerra, le conmutaron la pena por la de 30 años de prisión. Domínguez, sin embargo, fue fusilado el 3 de septiembre de 1942. La crisis de Begoña, expresión clara del enfrentamiento entre falangistas, carlistas y militares, se saldó con la salida del gobierno de Ramón Serrano Suñer, hasta ese momento ministro de Asuntos Exteriores, de Varela y del ministro de la Gobernación, Valentín Galarza. Calleja, por su parte, sería indultado en 1945, se le borraron todos los antecedentes y pudo volver a ocupar cargos en el partido.
Su periplo posterior fue también sonado, pero por motivos bien distintos. Destacó como inspector de trabajo, abogado y profesor mercantil, pero sobre todo por su dedicación al piragüismo. De hecho, Calleja participaría en la famosa travesía en piragua organizada por el Sindicato Español Universitario en 1950, que salió de Palma de Mallorca y llegó hasta Roma. Nueve años después contribuyó a crear la Federación Española de Piragüismo y asumió el cargo de presidente, que ejerció hasta 1977 consiguiendo grandes éxitos para este deporte. De hecho, bajo su presidencia España ganó la primera medalla en un Campeonato del Mundo de piragüismo, de oro, y la primera, de plata, en unos Juegos Olímpicos, los de Montreal. Calleja, que a los 14 años ya militaba en las JONS y fue uno de los fundadores del SEU vallisoletano, combatió en la Guerra Civil en el Alto del León, perdió una pierna a causa de las graves heridas recibidas y, además de subjefe provincial del Movimiento, fue inspector nacional de Excombatientes. Falleció en junio de 1999.
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