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Fotografía antigua de la calle Torrecilla, donde tuvo su última consulta José Pedrero Vallés. ARCHIVO MUNICIPAL
El trágico final de José Pedrero, el médico que combatió la mortalidad infantil en Camporredondo

El Cronista

El trágico final de José Pedrero, el médico que combatió la mortalidad infantil en Camporredondo

Famoso en la ciudad por su consulta de medicina homeopática, fue premiado en 1929 por el Consejo Superior de la Infancia y fusilado siete años después

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 28 de mayo 2024, 06:55

Tenía solo 28 años cuando saltó a la fama en Valladolid por, según sus pacientes, atajar con eficacia todas las enfermedades mediante técnicas homeopáticas. Se llamaba José Pedrero Vallés, se había licenciado en Medina en 1925 y era hijo del matrimonio formado por el conocido comercial Juan Pedrero Pérez y Josefa Vallés. Su prestigio llegó a tal extremo que El Norte de Castilla, como luego veremos, le dedicó un amplio reportaje en agosto de 1930: «Nuestra visita al gran médico-homeópata José Pedrero Vallés», llevaba por título.

Pero hasta llegar ahí transitó primero por la provincia de Valladolid. Y con muy buenos resultados. Como él mismo relata en el manuscrito «Topografía de Camporredondo», en noviembre de 1926 llegó a este pequeño pueblo vallisoletano en calidad de Inspector Municipal de Sanidad. Pocos meses después, concretamente el 3 de mayo de 1927, tomó posesión como médico titular. El panorama de la localidad, con solo 525 habitantes (125 vecinos), era desolador. Las condiciones higiénicas dejaban mucho que desear y las costumbres de los vecinos eran todo menos saludables. Pedrero tuvo que hacer un esfuerzo ingente para educarles en la prevención de enfermedades.

Los resultados fueron muy positivos, sobre todo a la hora de tratar la varicela, la tosferina y la escarlatina, que solían hacer estragos entre la población infantil. A la altura de mediados de 1928, Pedrero había logrado reducir considerablemente la mortalidad de los niños de Camporredondo. Así se lo reconoció el Consejo Superior de Protección a la Infancia, que ese mismo año le premió con el segundo galardón a los médicos rurales por «sus relevantes servicios, logrando disminuir la mortalidad de los niños y en beneficio de las madres». Un resumen de su labor puede consultarse en el texto «Topografía de Camporredondo», escrito a máquina y entregado a la Real Academia de Medicina.

Su fama no había hecho más que comenzar. Plenamente identificado con la homeopatía, abrió su primera consulta en Valladolid capital en la calle de los Tintes, desde donde se trasladaría, sucesivamente, a Pi y Margall, Fuente Dorada y, finalmente, en 1934, a la calle Torrecilla. En 1929 ingresó en la Liga Hispano Americana pro-Homeopatía y comenzó a colaborar con su órgano oficial, 'El Sol de Meissen'. Tuvo un papel muy relevante en el Primer Congreso Nacional de Medicina Homeopática, celebrado en Madrid, en el Instituto Homeopático y en el Hospital de San José, entre el 27 y el 31 de mayo de 1929. Toda esta labor explica que El Norte de Castilla le dedicara un amplio reportaje en agosto del año siguiente.

Arriba, asistentes al Primer Congreso Nacional de Medicina Homeopática de 1929; abajo, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, con miembros del Congreso de Medicina Homeopática de 1933, y portada del libro sobre la apendicitis, obra de José Pedrero. EL NORTE
Imagen principal - Arriba, asistentes al Primer Congreso Nacional de Medicina Homeopática de 1929; abajo, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, con miembros del Congreso de Medicina Homeopática de 1933, y portada del libro sobre la apendicitis, obra de José Pedrero.
Imagen secundaria 1 - Arriba, asistentes al Primer Congreso Nacional de Medicina Homeopática de 1929; abajo, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, con miembros del Congreso de Medicina Homeopática de 1933, y portada del libro sobre la apendicitis, obra de José Pedrero.
Imagen secundaria 2 - Arriba, asistentes al Primer Congreso Nacional de Medicina Homeopática de 1929; abajo, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, con miembros del Congreso de Medicina Homeopática de 1933, y portada del libro sobre la apendicitis, obra de José Pedrero.

Sus consultas podían ser de varios tipos: en la clínica (extraordinaria, ordinaria, económica y gratuita), en visitas a domicilio (interior, exterior o extrarradio), y en consultas por correspondencia (directas o indirectas). Y sus tratamientos se dividían en completos (totales, mensuales, quincenales y semanales) e igualatorios (individual, familiar y colectivo): «En cualquiera de cuyas formas los medicamentos homeopáticos son completamente gratuitos», aseguraba. Con la homeopatía «se consiguen las curaciones más sorprendentes que doctrina, escuela ni método alguno pudieron ni pueden conseguir (...). Es el modo de conseguir la curación de toda clase de enfermedades de una manera rápida, suave, cierta, duradera, cómoda, reservada y económica». Y todo ello, proseguía, a base de medicamentos «administrados en pequeñísimas dosis por vía bucal y generalmente en diminutos globulillos de fácil ingestión y agradable sabor, preparados previa y convenientemente (dinamizados o potentizados), y una vez individualizados».

José Pedrero era afín al sindicalismo libertario de Valladolid, en cuyos Ateneos de divulgación social solía colaborar. Por poner un ejemplo, en 1933 impartió en dicha sede la conferencia «El alcoholismo y sus nefastas consecuencias», con gran afluencia de público. También dio a la imprenta el libro 'La apendicitis, medicina natural'. La tragedia sobrevino a los pocos meses del golpe militar antirrepublicano que provocó la Guerra Civil. Carecemos de noticias certeras sobre el proceso represivo a que fue sometido, pero sí sabemos que lo asesinaron, seguramente por sus ideas libertarias, el 1 de septiembre de 1936. Tenía 34 años y dejaba viuda, Servanda Bartolomé, y dos huérfanos: una niña de nueve años y un niño de cinco.

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