Secciones
Servicios
Destacamos
A los vecinos más veteranos de las Delicias no les ha sorprendido que la parroquia de Santo Toribio se haya erigido en referente de la causa por la paz en Gaza, después de que el pasado jueves, Comunidades Cristianas Populares decidieran organizar en el templo un encierro de 48 horas por este motivo. Y es que Santo Toribio ocupa un lugar preferente en la lucha por la justicia en el Valladolid contemporáneo, sobre todo en las actividades y movilizaciones a favor de la democracia en los años finales del Franquismo. Una movilización social solidaria que no puede entenderse sin el papel ejercido por su primer párroco, Millán Santos Ballesteros (1926-2002).
Segoviano de Vegafría, Millán inició su deambular pastoral por pueblecitos como Carbonero el Mayor, Sepúlveda y Pajarillos, aún dentro de una cosmovisión religiosa tradicional. En marzo de 1955, a resultas de la modificación de límites diocesanos decretada por el Concordato de 1953, fue trasladado a la provincia vallisoletana, concretamente a Traspinedo y Santibáñez de Valcorba, donde entró en contacto con los movimientos apostólicos seglares de Acción Católica. Prendado del compromiso social de los jóvenes obreros católicos, en 1958 ya era coadjutor de la iglesia de Santiago, en la capital vallisoletana, y, dos años después, viceconsiliario de las Mujeres de Acción Católica.
Noticias relacionadas
Víctor Vela
1968 fue el año clave: el arzobispo de Valladolid, Antonio García Goldáraz, sabedor de su experiencia con las clases más humildes, decidió trasladarle a uno de los barrios más degradados y necesitados de la ciudad: las Delicias. Millán se quedó asombrado por las condiciones de vida de una población que ni siquiera contaba con una parroquia digna, por lo que decidió convocar a los vecinos, abrir una suscripción popular y levantar la iglesia de Santo Toribio en una de las naves que eran propiedad de Antonio Alfonso. Concluida en septiembre de 1968, comenzó a funcionar como tal el 1 de octubre de ese mismo año. Al mes de llegar Millán desembarcó en la parroquia una comunidad de dominicos no menos comprometida, curas obreros aglutinados en torno al clérigo y abogado Carlos Fernández Cid, entre los que destacaron Fernando Suazo, Gonzalo González Álvarez, Gonzalo Blanco, Carlos López y Aureliano Sánchez. Todos juntos, con su compromiso con los más desfavorecidos, que en ese momento se identificaban con la clase obrera, revolucionaron el barrio y, en cierto modo, la Iglesia católica en Valladolid.
Santo Toribio se erigió, en efecto, en lugar de reunión de todos los colectivos comprometidos en la lucha contra la dictadura. Desde las incipientes Comisiones Obreras hasta los trabajadores en huelga de la Construcción y de FASA-Renault, pasando por todos los que intentaban resolver las necesidades materiales más urgentes del barrio. El compromiso de los curas de Santo Toribio, con Millán a la cabeza, iba desde las homilías de protesta y el asesoramiento legal hasta el compromiso personal con los diferentes activistas. Gracias a ello impulsaron la Asociación de Vecinos y dieron cobertura a numerosos colectivos perseguidos por su lucha antifranquista. De hecho, por apoyar abiertamente a los obreros en huelga de la Construcción, en octubre de 1973, Millán Santos y el jesuita Buenaventura Alonso, párroco este último de La Pilarica, fueron multados con 50.000 pesetas. Su negativa a pagar la sanción motivó la reclusión forzosa: Millán en Santo Domingo de Silos y Ventura en el monasterio del Henar.
Luego, un intento de agresión en plena calle, que Millán achacó a elementos de extrema derecha, le obligó a retirarse un año al barrio madrileño de Vallecas. Al regresar, prosiguió con el compromiso y dio un paso más al impulsar el movimiento de educación de adultos en la parroquia, donde, junto a la comunidad de dominicos, puso en marcha una «Escuela Social» que serviría para crear, posteriormente, la «Casa de Cultura», que hoy es el Centro Cívico. Llegaron a tener 300 alumnos que se formaban para conseguir el graduado escolar. El ejemplo de Santo Toribio se extendió a los barrios más importantes de la ciudad, configurándose como una herramienta fundamental para la promoción de los vecinos y la extensión de una conciencia social y comprometida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.