Consulta la portada del periódico en papel
Alberto Ullastres, a la derecha, embajador ante el Mercado Común, durante las negociaciones con la CEE en 1969. ARCHIVO MUNICIPAL

El cronista

Cuando Europa era el sueño de los franquistas y la esperanza de los demócratas

Los profesores de la Universidad de Valladolid Guillermo Pérez Sánchez y Ricardo Martín de la Guardia detallan en un libro colectivo los esfuerzos de la dictadura por ingresar en las Comunidades Europeas

Enrique Berzal

Valladolid

Jueves, 9 de mayo 2024, 00:18

Hubo un tiempo en que Europa era concebida como tabla de salvación por los franquistas y como esperanza democrática por los antifranquistas. Los primeros, porque consideraban que el ingreso de España en la CEE contribuiría a asentar la dictadura; los segundos, porque estaban convencidos de ... que para lograrlo era imprescindible acabar con el Franquismo e instaurar un sistema democrático. Así lo detallan los catedráticos de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid, Guillermo Pérez Sánchez y Ricardo Martín de la Guardia, en un voluminoso libro que ha visto la luz, precisamente, en vísperas del Día de Europa, que se celebra hoy.

Publicidad

Publicado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales bajo la coordinación de los profesores Ricardo Martín de la Guardia, de la Universidad de Valladolid, y Antonio Moreno Juste y Carlos Sanz Díaz, de la Universidad Complutense de Madrid, incluye 31 colaboraciones entre especialistas y protagonistas del proceso de integración de España en la CEE/UE. Se trata de recuperar un ámbito clave en la construcción de la memoria democrática de España, como es la integración en las Comunidades Europeas, acercar a la ciudadanía la historia y la memoria de aquel hito histórico, y remarcar la vigencia del legado de aquella generación en el momento actual de la Unión Europea.

En su capítulo, Martín de la Guardia y Pérez Sánchez recorren el tortuoso camino que transitó la dictadura franquista desde el aislamiento decretado por la ONU en 1946, que dejó a España fuera del orden internacional que se estaba configurando tras la Segunda Guerra Mundial, hasta la firma, en junio de 1970, del Acuerdo Comercial Preferente entre el ministro español de Asuntos Exteriores, Gregorio López Bravo, y el presidente del Consejo de Ministros de la Comunidad Económica Europea. Los contactos con las Comunidades Europeas, facilitados a raíz de la normalización de España en la esfera internacional tras los acuerdos con Estados Unidos y el Concordato con el Vaticano en plena Guerra Fría (1953), fueron también cultivados por diversas personalidades e instancias académicas.

Arriba, el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, en una reunión de la OECE en París en los años 60; el príncipe Juan Carlos saludando a Jean Rey, presidente de la CEE, en 1969, y portada del libro. ARCHIVO MUNICIPAL/EL NORTE

Es el caso, por ejemplo, de José Larraz, impulsor de la Sociedad de Estudios Económicos Españoles y Europeos (1950), de la actividad europeísta en Colegios Mayores (entre ellos el 'Reyes Católicos', en Valladolid), del Centro Europeo de Documentación e Información impulsado en 1952 por Alfredo Sánchez Bella, de la Asociación Española de Cooperación Europea (1954), que llegó a presidir José María Gil Robles, y de Enrique Tierno Galván en la Universidad de Salamanca. Y es que, como señalan ambos autores, «para los sectores más comprometidos con la lucha por la liberalización del sistema, el europeísmo sirvió de bandera en su afán por transformar el Régimen». Pero también era considerado una salvación por el Franquismo, inmerso desde 1959 en un proceso de liberalización económica a través del Plan de Estabilización. A ello se dedicó con afán el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella (1957-1969), especialmente tras la entrada en vigor, en 1962, de la Política Agraria Común.

Publicidad

Aunque el escollo principal era la naturaleza dictatorial del Régimen, como se encargó de resaltar el Congreso del Movimiento Europeo de Múnich (1962), tildado por el Franquismo de «Contubernio», intensas labores diplomáticas lograron que en junio de 1970 se firmara en Luxemburgo el Acuerdo Comercial Preferente, paso previo, se pensaba, hacia la plena integración. El final del Franquismo, empero, dificultó la situación: los atentados terroristas de ETA y FRAP (asesinato de Carrero Blanco), las disensiones internas, la conflictividad social y, sobre todo, las ejecuciones por el Régimen, en septiembre de 1975, de cinco miembros de ambas bandas terroristas, que generaron una amplia campaña de repulsa internacional, terminaron por romper las negociaciones entre España y la CEE. Eso sí, tras la muerte de Franco, «el proceso de Transición a la democracia se unió a la reactivación de las negociaciones en Bruselas con vistas a la adhesión de España a la Europa comunitaria», recuerdan Pérez Sánchez y Martín de la Guardia en su capítulo del libro, que además está prologado por Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y doctor Honoris Causa por la UVa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad