Valladolid desaparecido
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El centenario edificio del Parador de la AlegríaAunque el edificio protegido que se llevó la piqueta hace unos años databa de finales del siglo XIX, el Parador de la Alegría ya existía en Valladolid, al menos, desde 1860. En 1876 Manuel Sotillo solicitó al Ayuntamiento permiso para hacer reparaciones en el Parador ... de la Alegría, sito en las afueras del Portillo del Príncipe Alfonso (actual Paseo Arco de Ladrillo). Fue en 1880 cuando el arquitecto vitoriano Jerónimo Ortiz de Urbina, el mismo al que cuatro años después el empresario Eusebio Gutiérrez le encargó la realización del Pasaje Gutiérrez, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento histórico-artístico en 1998, pedía licencia municipal para construir un edificio en un terreno propiedad de José S. Estival, sito en las afueras del Portillo del Príncipe Alfonso, lindante con la carretera de Madrid, en el antiguo Parador de la Alegría.
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Tras la finalización de la entonces llamada Carretera Nueva de Madrid, en esta zona de la ciudad se instalaron almacenes para guardar y distribuir productos, evitando el pago de impuestos por entrar en la ciudad. Esta actividad trajo consigo otro importante negocio: el de los paradores y las posadas para que pudieran descansar los comerciantes que venían a hacer negocio a la capital. Dado el auge del entorno, se construye sobre el primitivo parador una nueva edificación que, por un lado, servía para hospedar a los viajeros y, por otro, tenía una parte dedicada a almacén. Jerónimo Ortiz de Urbina, considerado el arquitecto más influyente de Valladolid durante la segunda mitad del siglo XIX, proyectó para este fin dos edificios iguales, construidos a imagen de los chalés suizos de montaña característicos de la región de los Alpes, separados por una calle por la que se accedía a un patio interior donde se aparcaban los carruajes.
La posada disponía de 38 camas, de las que una gran parte de ellas eran ocupadas por maquinistas y fogoneros de Renfe que en la jornada siguiente debían emprender viaje. Ponciano Hernández gestionó la posada y el almacén al menos desde 1895. A éste le dio el relevo su viuda, Victoriana Ruesgas, que estuvo al frente del negocio hasta, al menos, 1930. Después cogió el testigo Gabriel de la Calle Esteban, quien en 1935 puso un anuncio en El Norte de Castilla buscando «cocinera con buenas referencias para casa de comidas». A Gabriel de la Calle Esteban le sucedió en el negocio su yerno Sixto Óvilo Benito, quien permaneció al frente de la posada y el bar desde el fallecimiento de su suegro en 1965 hasta 1977, año en que el establecimiento cerró sus puertas.
Para entonces solo quedaba en pie el caserón destinado a posada, situado en el Paseo Arco de Ladrillo esquina con la calle del Arco. Con protección especial recogida en el PGOU como «edificio de interés en su configuración exterior y como integrante del paisaje urbano, con una tipología de interés aunque en un estado de conservación deficiente», el Ayuntamiento de Óscar Puente autorizó el derribo en la junta de Gobierno de 23 de agosto de 2017, obra que se llevó a cabo en 2018. El PGOU le protegía ambientalmente, «debiendo preservarse sus fachadas y todos los elementos que las integran». También indicaba que se mantendría el carácter diferenciado de las diferentes fachadas, exteriores e interiores, «cuya imagen y tratamientos históricos deberán ser recuperados».
El convento vallisoletano en el que descansaban las personalidades antes de entrar en la villa de Valladolid.
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