Valladolid desaparecido
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Valladolid desaparecido
El convento vallisoletano del Príncipe de EsquilacheSituado en la actual calle San Ignacio, en el lugar que hoy ocupa la Iglesia de San Miguel y San Julián y las casas adyacentes hasta la calle Doctor Cazalla, se levantó en 1595 el convento, el colegio y la iglesia de San Antonio, ... bajo la advocación de San Antonio de Padua, sobre unas casas que donaron Alfonso Pérez de Vivero, vizconde de Altamira, y su mujer, María de Mercado, a la Compañía de Jesús, fundada en Valladolid cincuenta años antes. Las obras se iniciaron con donativos de los vallisoletanos. En 1610 Magdalena de Borja Oñaz, XIII señora de la Casa de Loyola y condesa de Saldaña adquirió el patronato y en su testamento donó todos sus bienes a este convento vallisoletano con la condición de que pusieran como titular a su tío abuelo Francisco de Borja, si llegara a ser canonizado. Y así fue.
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Fue en 1626 cuando se cambió la advocación a la de San Ignacio. La condesa de Saldaña, ya viuda, acordó en su testamento la fundación de una casa de probación para novicios dentro del complejo. Otra de las condiciones que puso a los jesuitas para heredar fue que quedaban obligados a destinar la capilla mayor del templo para el enterramiento de los condes de Saldaña. El hermano de Magdalena, Francisco de Borja, príncipe de Esquilache, presentó una reclamación por el testamento y en 1652 los jesuitas reconocieron el patronato en favor del príncipe de Esquilache. La casa de probación nunca llego a realizarse en San Ignacio.
La condesa de Saldaña no fue la única noble que dejó todo su patrimonio a la Compañía de Jesús en la ciudad del Pisuerga. En 1702 la marquesa de Viana dejó al colegio de San Ignacio todos sus bienes. En 1733 se renovó la botica y en 1765 se hizo un nuevo tabernáculo. Tras la confiscación de todos los bienes de la Compañía de Jesús en 1767, el templo pasó a albergar las parroquias de San Miguel y San Julián, que poseían edificios viejos, en 1775. Se quitó del altar mayor la figura de San Ignacio y se reemplazó por la de San Miguel. En el tabernáculo se colocaron las imágenes de San Julián y Santa Basilisa. Fueron retirados los símbolos de la compañía de Jesús y se colocaron en la fachada los escudos reales, convirtiéndose en Real Iglesia de San Miguel.
El colegio y el convento se destinaron a acuartelamiento de tropas con el nombre de Cuartel de San Ignacio: la parte más cercana a la Iglesia se dedicó a Caballería y el resto, a Artillería. Así hasta 1860, año en que se vendieron los cuartes y se levantaron edificios de viviendas.
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