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En 1924 el contratista Manuel Bolado González encargó al arquitecto palentino Jerónimo Arroyo los planos para levantar un nuevo edificio en el actual número 23 ... de la calle Muro (antes Letras letras M y B). «Constará dicha casa de seis plantas: sótanos, entresuelos y cochera en el lado derecho vista de frente al edificio, y cuatro pisos superiores, teniendo su entrada por la parte central de la fachada», recoge el proyecto original de este inmueble, conservado en el Archivo Municipal de Valladolid. «Se ha procurado dar a la fachada cierto carácter artístico». ¿El resultado? Una fachada de estilo ecléctico, característico de finales del siglo XIX y principios del XX, especialmente común en edificios residenciales. Destaca sobremanera el mirador de madera del piso superior con grandes ventanales, volado y cerrado; elemento de influencia regional muy común en el Norte de España.
Jerónimo Arroyo ya había diseñado por entonces la que se considera su obra maestra: el palacio de la Diputación de Palencia, inaugurado diez años antes, el 19 de octubre de 1914. El mirador cerrado de madera «estilo renacimiento español» no es el único elemento arquitectónico sobresaliente de esta espectacular fachada vallisoletana. Una balaustrada de piedra blanca flanquea el balcón central doble del primer piso, que descansa sobre ménsulas decorativas. Seis de las ménsulas que 'sostienen' los balcones de la primera planta tienen forma humana, tres de hombre y tres de mujer. La cornisa en la parte superior del edificio, que sirve como remate del tejado, también está decorada con ménsulas. El tejado a dos aguas con alero de madera, visible en la parte superior, también es típico de la manera de construir en el Norte de España.
El portal estaba «elegantemente decorado, escalera con banzos de piedra artificial y ascensor a todos los pisos». Las habitaciones también estaban «elegantemente decoradas, pintadas al óleo y estucadas. Pisos de buena tarima de madera y mosaico, las cocinas, comedores, retretes y cuartos de baño». En cada piso había «un cuarto de baño, con váter y lavabo con agua caliente y fría». Las cocinas estaban dotadas «con termosifón y fregaderos de mármol». «En su consecuencia, esta casa reúne muy buenas condiciones de higiene, salubridad y confort, pudiéndosela reputar de muy sana e higiénica», por lo que, en enero de 1927, el inspector municipal de Sanidad rubricó su autorización para la licencia de habitabilidad y arrendamiento.
Volviendo a su espectacular fachada, se observan, en distintos niveles, balcones de hierro forjado; ventanas con molduras ornamentales típicas del clasicismo; pilastras decorativas flanqueando el acceso principal; y rica rejería con ornamentación vegetal en la puerta de entrada. La entrada a la cochera por el lado derecho vista de frente al edificio, que puede verse en el plano original de Jerónimo Arroyo, no llegó a ejecutarse. Los materiales que se emplearon en su construcción fueron ladrillo, mortero y «madera de pino de Soria o del Norte, según los casos». La cubierta, de teja plana. Un espectáculo para la vista.
La casa de ladrillo rojo de la plaza de Cantarranillas que dio cobijo a una de las salas de fiestas más emblemáticas del Valladolid de los años sesenta, setenta y ochenta.
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