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Interior del mercado del Val a principios del siglo XX. Archivo Municipal
De barrio judío a mercado decimonónico de Valladolid
El Cronista | Estampas de ayer y de hoy

De barrio judío a mercado decimonónico de Valladolid

El entorno del Val, que acogió una sinagoga y una iglesia antes del soterramiento del ramal norte del Esgueva, conserva vestigios de su pasado en el subsuelo

Jesús Misiego

Valladolid

Martes, 16 de mayo 2023, 00:22

Encaminamos nuestros pasos hacia la conocida zona del Val, ocupada en la actualidad por el mercado homónimo pero que no siempre tuvo esa fisonomía. Juan Agapito y Revilla señalaba que tal denominación se debía a lo pronunciado y estrecho que era el valle que formaba el ramal septentrional del río Esgueva entre la Platería y San Benito.

Hasta el siglo XII, el río marcó el límite del caserío medieval por su costado meridional, ejerciendo las funciones de un gran foso asociado a la Cerca Vieja, la primera muralla consistente que tuvo la villa, la cual tenía su desarrollo físico inmediatamente al norte, por las actuales calles de Macías Picavea, Conde Ansúrez y Francisco Zarandona. Entre las dos primeras, en las inmediaciones de la iglesia de la Vera Cruz, se abría una de las puertas, la del Azoguejo o del Mercado, mientras que a la altura de la confluencia de las actuales calles Zapico y Conde Ansúrez se encontraba el postigo de la Sinagoga y junto al Alcázar (ubicado donde posteriormente se levantó el monasterio de San Benito) se encontraba la puerta del Alcázar o de Hierro.

Los primeros puentes que se levantaron para salvar el cauce se dispondrían frente a las mencionadas puertas y fueron los de la Costanilla, en Platería; el de los Vinagrosos, en el Val, y el de San Benito.

Evolución de la zona del Val entre el siglo XVIII y la actualidad. Montaje realizado con información de E. Carazo Lefort (2012) y los planos históricos de Bentura Seco (1738) y Pérez de Rozas (1863). El Norte

En este espacio se estableció, desde el siglo XIII, la aljama o judería vieja, que se prolongaría entre el núcleo original de la villa, el Esgueva y el Alcázar, y que contó con una calle principal, una sinagoga y una carnicería. Se correspondía con el área encuadrada por las actuales calles Zapico, Fray Antonio Alcalde y Guadamacileros. La vieja calle de Judíos parece corresponderse con Zapico y uniría la antigua calle del Illustre Rey (actual General Almirante) con el postigo de la Sinagoga.

La iglesia de Nuestra Señora del Val en el plano de Bentura Seco (1738). A la derecha, fachada del templo realizada en el siglo XVIII por Ventura Pérez. El Norte

Es probable que el hallazgo de unas galerías subterráneas, ocurrido en los primeros meses de 2016, cuando se estaba llevando a cabo la última rehabilitación del mercado, pueda vincularse con la sinagoga. Eran tres galerías de planta rectangular, con bóveda de medio cañón, que tendrían el acceso por el oeste, y que se localizaban bajo la antigua manzana que ocupara en su día la iglesia del Val y San Eloy y antes el templo judío.

Por sus características, dimensiones y la presencia de agua, aunque no se observara un caño o una conducción, bien pudiera vincularse con un 'mikveh', es decir, con un lugar donde se realizaran los baños de purificación que prescribe el judaísmo. Se trata de un contenedor de agua, líquido que debía ser corriente y no estancado, en el cual una persona pudiera sumergirse, siendo empleado tanto por hombres como por mujeres. Una sugestiva hipótesis que debe seguir estudiándose en el futuro.

Galerías subterráneas documentadas en la calle del Val, que pueden corresponderse con unos posibles baños judíos. Strato

Con la construcción de la segunda muralla de la ciudad se salva el paso del brazo norte del Esgueva, que pasa a tener un trazado interior y urbano, por lo que necesariamente debe separarse del caserío mediante escolleras y manguardias. Se produce un desarrollo urbanístico de esta zona, principalmente entre los siglos XIII y XV, erigiéndose construcciones que mantienen los rasgos rurales, con estructuras débiles y materiales muy endebles, siguiendo un modelo marcadamente medieval, estructurado a partir de pequeñas callejas y corrales, unidos mediante estrechos pasajes.

La plazuela del Val era conocida como Corral de los Vinagrosos, mientras que en la actual calle Conde Ansúrez se encontraba el Corral de la Copera (también conocido por el nombre de los Tintoreros), que no tenía salida a Platerías y sí al Val, abriéndose esa comunicación tras el incendio de 1561. Una buena parte de los inmuebles aquí levantados fueron propiedad de centros eclesiásticos, como la Colegiata o el convento de San Pablo.

Un pozo bajo el mercado albergaba restos datados entre los siglos XVI y XIX

A comienzos de la época Moderna se conoce la existencia de una pequeña iglesia en la parte septentrional del Val, a la entrada de la actual calle de Zapico, conocida por su advocación a Nuestra Señora del Val y San Eloy. Pertenecía a la cofradía de los plateros y fue consagrada en 1547. Es muy probable que se edificase sobre la vieja sinagoga, en las inmediaciones del postigo homónimo. Esta superposición parece rastrearse en el plano de Bentura Seco de 1738, en el cual se grafía el templo cristiano, pero este tiene una orientación norte-sur, opuesta a la que habitualmente poseen este tipo de construcciones, y unas dimensiones reducidas, de aproximadamente 30 por 12 metros.

Esa disposición dio lugar a un muro orientado al este, quebrando la antigua alineación de la calle y reflejando, en cierto modo, el postigo de la cerca que allí existió. En el siglo XIX la iglesia se encontraba en plena ruina, cediendo sus propietarios el terreno al Ayuntamiento, que procede a su derribo, aprovechándose parcialmente su espacio para el nuevo vial de la calle Francisco Zarandona.

Arriba, paramento relacionado con el límite norte de las construcciones del Malcocinado. Debajo, a la izquierda, conjunto de materiales arqueológicos recuperados del interior del pozo. A la derecha, excavación del pozo en el subsuelo del mercado del Val. Strato
Imagen principal - Arriba, paramento relacionado con el límite norte de las construcciones del Malcocinado. Debajo, a la izquierda, conjunto de materiales arqueológicos recuperados del interior del pozo. A la derecha, excavación del pozo en el subsuelo del mercado del Val.
Imagen secundaria 1 - Arriba, paramento relacionado con el límite norte de las construcciones del Malcocinado. Debajo, a la izquierda, conjunto de materiales arqueológicos recuperados del interior del pozo. A la derecha, excavación del pozo en el subsuelo del mercado del Val.
Imagen secundaria 2 - Arriba, paramento relacionado con el límite norte de las construcciones del Malcocinado. Debajo, a la izquierda, conjunto de materiales arqueológicos recuperados del interior del pozo. A la derecha, excavación del pozo en el subsuelo del mercado del Val.

Algunos restos de las cimentaciones de la iglesia y de la manzana en la que se encontraba se hallaron durante las últimas obras realizadas en el mercado. Bajo el subsuelo de este ámbito, aparte de las galerías antes mencionadas, se documentaron varios pozos de agua, destacando especialmente uno de ellos, que tenía cuatro metros de profundidad por debajo del nivel de calle. En su base se encontró un interesante descubrimiento arqueológico, compuesto por un centenar de materiales cerámicos, orgánicos y metálicos, que de forma amalgamada ocupaban todo el fondo. Las piezas se habían ido depositando, cayendo o tirándose, durante un amplio lapso temporal, tal y como demuestra la cronología de los elementos hallados, que van desde el siglo XVI al XIX. La fecha que podemos considerar como momento final del uso de este pozo es 1872, cuando se realiza el replanteo urbanístico de este espacio y desaparece esta manzana del plano urbano.

Entre esas piezas, cuyo estudio permite aproximarnos a la vida cotidiana de nuestros antepasados, destacan una serie de jarras dedicadas a medir y a escanciar el vino, cuyas capacidades variaban entre 2 y 2,5 litros; presentaban grafitis en sus paredes y una capa de pez en su interior, un grueso barniz que se impregnaba en las piezas y permitía su impermeabilización, y consecuentemente una buena conservación del vino. También se hallaron otras cerámicas propias de la alfarería local, como son las vasijas del servicio doméstico (botellas, vasos y copas) u otras destinadas a la cocina, como cántaros, ollas y lebrillos. Otros vestigios llamativos fueron un candil metálico, varias cucharas, un caldero y husos para el hilado realizados en madera, una flauta y un abanico ejecutados sobre huesos de animales, además de numerosas suelas de zapatos, en cuero, y varias astas completas de ganado vacuno.

Detalle del plano de Pérez de Rozas (1863), con la primera planta teórica del mercado. El Norte

Volviendo al antiguo urbanismo, se conoce la existencia, en la margen derecha del Esgueva, de una serie de construcciones donde se vendía el menudo y los despojos de los animales, generalmente de reses no sacrificadas, principalmente oveja. Era el Malcocinado, cuya existencia se prolonga entre los siglos XIV y XIX, el cual se encontraba en el espacio actualmente ocupado por el mercado y la calle Francisco Maldonado, vía que fue designada con ese antiguo nombre. Junto a los puestos de venta debía haber unas casas donde se vendía comida rápida y barata.

El gran incendio del siglo XVI destruyó el Malcocinado, donde se vendían despojos de animales

El gran incendio que asoló el centro de Valladolid en el siglo XVI destruyó las casas y el sitio del Malcocinado, por lo que en 1562 el Concejo de Valladolid cedió a alguno de sus propietarios unos suelos en la ribera del Esgueva para reedificar las casas, en las inmediaciones de la iglesia de Nuestra Señora del Val. Siglos más tarde, volvieron a producirse graves destrozos en estas construcciones como consecuencia de la gran inundación de 1788. La manzana aparece claramente dibujada en los planos históricos de Bentura Seco, en 1738, y de Pérez de Rozas, de 1863, y a ella se vincula un gran paramento de piedra documentado en el subsuelo del mercado del Val, asentado en la base natural de terreno, y que se correspondía con el cimiento septentrional de esas edificaciones.

El brazo interior y septentrional del río Esgueva causó numerosos inconvenientes a la ciudad durante muchos siglos, tanto por las periódicas crecidas e inundaciones como por el empleo de su cauce como auténtica cloaca urbana, recogiendo toda la porquería, las aguas fecales y los escombros que generaba la urbe, lo que provocaba constantes problemas de salubridad e higiene pública (desde malos olores hasta la propagación de epidemias y pestes). A instancias de la Junta de Sanidad, la corporación municipal afrontó el complejo y costoso cubrimiento del río, proceso que se inicia en 1848 y que para la zona que estudiamos se concluyó en los años 60 del siglo XIX. Se ejecuta una galería de encauzamiento, que une los antiguos puentes medievales, en este caso entre los del Val y San Benito, y se realizó con dos paredes laterales, cimiento de sillería caliza y un alzado de ladrillo macizo, material que también se empleó en la cubierta, realizada con bóveda de medio cañón. Su recorrido aún puede seguirse en el subsuelo, llegando hasta la plaza del Poniente y desde allí a la desembocadura en el río Pisuerga.

Galería de encauzamiento del río Esgueva bajo la calle Sandoval. El Norte

El espacio ganado al cauce del río fue rellenado paulatinamente, a lo largo de casi dos décadas, hasta elevar la cota del terreno e igualarlo con las calles colindantes. Recordemos, a este respecto, lo pronunciado que era el valle, el Val, en este punto. En los más de diez metros de sedimentos acumulados se dispuso todo tipo de tierras y materiales procedentes de diferentes puntos de la ciudad, una auténtica mezcolanza, entre la que se halló un conjunto de pies derechos, realizados en piedra caliza, que se relacionan con los restos de un patio porticado, uno de los muchos que debieron existir en el Valladolid de la época Moderna. Tras su demolición, sus restos acabarían en la colmatación del antiguo río.

En 1872 se redacta el proyecto de la nueva alineación y replanteo entre San Benito y la plazuela del Val, ocupándose en los años siguientes los terrenos que albergaron la antigua iglesia del Val y los viejos edificios del Malcocinado, además de mejorarse el trazado de la calle Malcocinado, vial que se ha mantenido con las mismas dimensiones hasta nuestros días. Por otro lado, la consecuencia directa del espacio ganado al antiguo cauce fue la construcción del mercado del Val y la creación de la calle Sandoval.

La plazuela del Val. Archivo Municipal de Valladolid

En 1878, durante la alcaldía de Miguel Íscar, se plantean tres nuevas instalaciones de abastos para el suministro a la población: las de Portugalete, El Campillo (ambos desmanteladas en la segunda mitad del siglo XX) y El Val. El proyecto de los tres mercados fue obra del arquitecto municipal Joaquín Ruiz Sierra, ubicándose en plazuelas suficientemente amplias para sustituir a los anteriores mercadillos de casetas de madera, como eran los casos de los ubicados en Portugalete y en la plaza de la Red.

En los tres casos se proyectaba un inmueble con un solo piso y con un acceso cómodo para el público, empleándose la piedra caliza para los cimientos y el zócalo y el hierro para el resto de la construcción. El edificio de mayores dimensiones fue el de El Val, teniendo una planta rectangular, con 112 metros de longitud y los ángulos achaflanados. Posee una disposición cruciforme, con las puertas situadas en el centro de los cuatro laterales. La estructura interna estaba realizada en hierro fundido, mediante columnas unidas con cuchillos y ménsulas que sustentan la techumbre. Contaba al principio con una cúpula central, sostenida en tres apoyos mediante una armadura de hierro. En el interior se dispondrían ochenta puestos laterales y otros ochenta en el centro de la instalación, mientras que en el centro contaba con una fuente de dos caños.

Arriba, ilustración del mercado del Val, realizada por Joseph Thomas, hacia 1900. Debajo, a la izquierda, postal del mercado a principios del siglo XX. A la derecha, el mercado en 2015. Archivo Municipal de Valladolid
Imagen principal - Arriba, ilustración del mercado del Val, realizada por Joseph Thomas, hacia 1900. Debajo, a la izquierda, postal del mercado a principios del siglo XX. A la derecha, el mercado en 2015.
Imagen secundaria 1 - Arriba, ilustración del mercado del Val, realizada por Joseph Thomas, hacia 1900. Debajo, a la izquierda, postal del mercado a principios del siglo XX. A la derecha, el mercado en 2015.
Imagen secundaria 2 - Arriba, ilustración del mercado del Val, realizada por Joseph Thomas, hacia 1900. Debajo, a la izquierda, postal del mercado a principios del siglo XX. A la derecha, el mercado en 2015.

El proyecto fue aprobado el 18 de enero de 1878, encargándose en julio de ese mismo año las obras. Tras unos problemas surgidos en 1881 con los empujes de la estructura, que llevaron a una suspensión cautelar, y tras las correspondientes pruebas de carga, en diciembre de 1882 se finalizan las obras y una vez subsanadas ciertas deficiencias se produce la recepción definitiva el 4 de junio 1884.

Reformas posteriores se llevaron a cabo en 1904, cuando se desmonta la cúpula central al no ofrecer las adecuadas medidas de seguridad, disponiéndose una nueva techumbre mediante armaduras que mantendrían el sistema metálico precedente; y en 1984, cuando se rebaja todo el interior para estabilizar la estructura mediate grandes planchas de hormigón y se recalza el chaflán situado al sur de la puerta que da a la calle San Benito. La última rehabilitación integral se llevó a cabo entre 2015 y 2016, en la que se mantuvo la estructura original, aunque se vació su interior, proporcionando al mercado una mayor superficie comercial.

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