Comercios históricos de Valladolid: Coloniales Juan Sánchez Alcalde

El almacén de coloniales de la calle Real de Íscar

El matrimonio vallisoletano formado por Juan Sánchez Alcalde (Íscar, 1894) y Quiteria Martínez Cabrero (Íscar, 1896) abrió en el número 71 de la calle Real de Íscar un almacén de coloniales en la primera mitad del siglo XIX. «Vendían de todo. Era lo que hoy llaman un comercio mixto rural. Era zapatería, mercería, droguería y tienda de comestibles. Todo se vendía a granel», recuerda Cristina Jiménez Sánchez, nieta de la pareja. Ambos trabajaban en el negocio. «Era el comercio de referencia en la zona. Todos los que tenían tiendas en Cogeces, Megeces, Chañe... iban a reponer a la tienda de Juan Sánchez Alcalde en Íscar. Llegaban a Íscar con sus carros y sus burros. Mi abuelo tenía un sitio donde podían dejar los animales y a ellos les hacía subir a casa y les invitaba a comer», apunta orgullosa su nieta Cristina, quien describe con detalle el interior de este histórico comercio «todo de madera rústica. Les hizo la carpintería un sobrino».

El matrimonio tuvo nueve hijos, de los que llegaron a la edad adulta siete: Juan Francisco, Máxima, Benigno, Inés, María, Eusebia, 'Lita', y Mariano. «Por la tienda pasaron todos. Unos más, otros menos, pero, a medida que iban creciendo, iban ayudando todos en el comercio», señala Cristina Jiménez. En 1959 murió el fundador del comercio, que pasó a denominarse Viuda de Juan Sánchez Alcalde. Ese mismo año su hija María Sánchez Martínez (Íscar, 1928) también se quedó viuda y se fue a vivir con su madre. «Mi madre se quedó viuda a los 31 años y tuvo que irse a vivir con mi abuela. Ella fue la que ha llevado la tienda hasta que se jubiló en los años noventa», cuenta Cristina. Cuando falleció Quiteria, en 1972, los coloniales pasaron a llamarse Hija de Juan Sánchez Alcalde.

En Íscar durante muchos años este comercio se ha conocido como 'la tienda de Lita'. «Cuando falleció mi abuelo, mi tía Eusebia, a la que todo el mundo conoce como Lita, vivía todavía con mi madre y era la que le ayudaba en el comercio», explica Cristina. Cuando Lita se casó, en 1961, se fue a vivir a Madrid y tuvieron que contratar ayuda para llevar el negocio. «Primero estuvo Berta, que se fue porque se metió monja; luego estuvo Laura, que estuvo en la tienda hasta que se casó. Luego ya se quedó mi madre sin nadie más». El negocio fue adaptándose a los diferentes momentos «a medida que cambiaba la demanda fueron cambiando los artículos». Dejaron de vender zapatos y se centraron en la mercería.

Quiteria falleció en 1972. La tienda cerró sus puertas veinte años después, tras la jubilación de María. Ni Alfredo ni Cristina Jiménez Sánchez, los dos hijos de María, quisieron dar continuidad al negocio de sus abuelos. «Nos dedicamos los dos a otras cosas».

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