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El alcalde Fernando Ferreiro dio a conocer una gran noticia: se habían recuperado dos privilegios de Alfonso X el Sabio que forjaron parte de la riqueza histórica de Valladolid, y otro privilegio de Alfonso XI, que llevaban desaparecidos del Ayuntamiento, noventa o cien años.
Corría el día 21 de diciembre de 1945. Resulta que esos valiosos documentos los vio el archivero-bibliotecario del Ayuntamiento, don Adolfo García Olmedo, cuando un anticuario le pidió asesoramiento para calcular su valor y ponerlos a la venta. Unos documentos que le había entregado para su comercialización la señora Lucía Sobaco Zapata. En el tiempo que se dedicó a estudiarlos con la ayuda del Bibliotecario de la Universidad, don Santiago García, el archivero descubrió que los tres eran propiedad del Ayuntamiento, y así se lo comunicó al anticuario, que indicó que desconocía el origen de tales pergaminos.
Los documentos, en resumen, recogen la donación a Valladolid del lugar de Peñaflor y de los montes del Alcor, la confirmación de que la villa pueda hacer una feria franca el 15 de agosto de cada año, y el derecho de Valladolid a comprar sal donde quisiera.
Trasladada la noticia a la que tenía los documentos en su poder, al saberlo, inmediatamente los entregó al Ayuntamiento. El alcalde, en nombre de la Corporación, felicitó al archivero Municipal y al bibliotecario de la Universidad, y concedió una gratificación a doña Lucía Sobaco.
Adolfo García Olmedo había sido nombrado archivero-bibliotecario, previo concurso para cubrir la plaza, el día 7 de abril de 1905, cargo que ocupó hasta su jubilación el día 20 de agosto de 1947.
Tenía por delante una ingente tarea debido a que hasta la fecha el Archivo Municipal no había tenido la debida atención: desde 1854 hasta el nombramiento de Adolfo García, el Ayuntamiento cambió de archivero hasta en diez ocasiones, tal como relata el que también fue archivero Municipal, Fernando Pino Rebolledo, en su libro «Historia del Archivo Municipal de Valladolid», publicado en 1992.
García Olmedo nació en Simancas en 1878. De él sabemos que a principios del siglo XX ejercía de corresponsal de su pueblo en El Norte de Castilla y que en 1904 ya debía tener título que le permitiera ejercer de archivero.
A lo largo de sus años en el Ayuntamiento, se le conocen variados trabajos de gran calado, de los que podemos señalar la copia y transcripción de los documentos del Hospital Santa María la Esgueva, para lo que necesitó la ayuda de un archivero de la Real Chancillería, tarea llevada a cabo en torno a 1906, prácticamente recién nombrado; en algún momento de la década de 1910 se sabe que realizó un Inventario de documentación guardada en el Archivo de 225 legajos antiguos; en el pleno municipal del 13 de abril de 1911 se acuerda felicitarle por la labor que había realizado para la Catalogación de Censos, y en el año 1917 catalogó la biblioteca perteneciente a José Zorrilla.
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En un largo artículo que escribió el jefe del Archivo de la Real Chancillería, Alfredo Basanta de la Riva, publicado en 1921 sobre los «Archivos de Valladolid», cuando aborda el archivo del Ayuntamiento, además de darnos el dato de que en esa fecha el archivo tenía una biblioteca de 800 volúmenes (a día de hoy una cantidad irrisoria, pero no así hace más de cien años), se hace una valoración muy positiva del estado del archivo y la biblioteca, y se refiere a Adolfo García como «laborioso archivero», y también nos da cuenta de que el servicio municipal contaba con un oficial a las órdenes del archivero.
Los meses anteriores a su jubilación –año 1947- abordó la tarea de elaborar el «Catálogo de documentos históricos de la ciudad de Valladolid», un trabajo que ocupa cerca de 200 páginas.
En su calidad de bibliotecario era el encargado de la Hemeroteca y, obviamente, de catalogar los libros que entraban a las bibliotecas municipales bien por donaciones o por compra, además de llevar la dirección de las bibliotecas públicas. En diciembre de 1910 viajó a Madrid para conocer las más modernas bibliotecas, entre ellas la del Casino de Madrid. Adolfo García tuvo la fortuna, en calidad de bibliotecario, de organizar la primera biblioteca pública municipal instalada en el Campo Grande en 1922.
Por otro lado, García Olmedo tuvo un destacado protagonismo en la defensa del Archivo de Simancas: en agosto de 1914 publicó en el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones, número 140, un artículo titulado «Cambiazo o desaparición de una dependencia», en el que denunciaba que «De una manera cauta, silenciosa, se ha llevado a efecto el traslado al Archivo Histórico Nacional de toda la extensa e importante colección de documentos históricos referentes a la Inquisición en Castilla y Aragón».
Mas, el momento más crítico que tuvo el Archivo de Simancas ocurrió en 1922, y de nuevo García Olmedo denunció en un artículo publicado en El Norte de Castilla el día 4 de noviembre que se estaba pensando en llevar a Madrid la vastísima y valiosa colección de documentos históricos que guardaba Simancas. Otros importantes personajes vallisoletanos (políticos, catedráticos, intelectuales, etc.) se pronunciaron en el mismo sentido, lo que paralizó la operación.
García Olmedo ejerció durante mucho tiempo el periodismo como corresponsal de Simancas en El Norte de Castilla, y colaboraba al mismo tiempo en «El Gráfico» y «El Mundo», de Madrid.
También ejerció la iniciativa privada estableciendo una fábrica de cremas para calzados en la calle Olma 34, para lo que solicitó la correspondiente licencia municipal en octubre de 1923, que le fue concedida.
Su actividad privada tal vez abarcara otros negocios, a tenor de que en la» Guía anuario de 1927», editada por la Librería Santarén figura como comisionista-representante en su domicilio de la calle Salvador número 3, (actual calle del Santuario). Adolfo García Olmedo falleció el 13 de julio de 1962 a los 84 años de edad.
Jesús Anta repasará la historia de la instalación de los campus universitarios Esgueva y Miguel Delibes en la zona noreste de Valladolid.
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